¿Estás preocupada por tu vuelta al trabajo después de dar a luz o en tu período lactante? Probablemente esta preocupación se debe a que temes que tu bebe pase hambre mientras tú estás fuera y no puedas hacer nada por eso. Si aún estuviéramos en la Prehistoria, sería comprensible éste pensamiento, pero hoy en día, con la existencia frigoríficos y neveras de multitud de usos, así como los avances en Pediatría presentados en los ultimos años, está todo solucionado. Así que ¡no le des muchas más vueltas a su alimentación, que le va a sobrar vitamina!
Para empezar, es fundamental que conozcas cómo funciona tu recién estrenado cuerpo de mamá y, de algún modo, conozcas que tras el embarazo y el parto es posible que se produzca la subida de la leche. Esto, que le ocurre a muchas madres y que confunde especialmente a las primerizas, que no es más que el hecho de que aumenta su produccion debido a muchos cambios hormonales, te permite plantearte cómo se puede mantener la leche de manera fácil y saludable para que tu bebe tenga saciado el apetito cuando no le puedas amamantar o cuando sientas molestias en los pechos debido a la inflamación de los pezones.
También es probable que tu cuerpo sea incapaz de producir alimento saludable para tu bebé en épocas de enfermedades, esto es, durante constipados así como gripes u otras dolencias, y por tanto, no puede darle al niño recién nacido la cantidad de alimento que necesita durante una semana o varias.
Es evidente que, entre la leche natural materna, rica en proteínas y grasas beneficiosas, y la leche de fórmula, su sustituto artificial, no hay color. Como también es indudable que cuando el bebé mama directamente del pecho de su madre en lugar de un biberón se crea un vínculo único e incomparable entre ambos y complementa a la unión creada con el niño durante el embarazo. Ante la situación de que no puedas tenerle en tus brazos por circunstancias que estan fuera de tu alcance, lo ideal es que eches mano de un sacaleches para almacenar o congelar la leche materna que va a servir de alimentos para el recién nacido.
No obstante, conviene que durante los primeros días después del parto, las madres se dediquen exclusivamente a sus bebes para que puedan beneficiarse del líquido precursor de la leche materna, el calostro. También denominado como "oro líquido", la composición del calostro proporciona al bebé todas las proteínas y nutrientes necesarios para sus primeros días.
Lo más importante de este calostro amarillento es que contiene una amplia variedad de beneficios para los bebés, ya que combate las enfermedades, ofrece protección contra los patógenos y se encarga de producir anticuerpos para neutralizar bacterias e infecciones.
Además, debes tener muy en cuenta que es fundamental guardar la leche que te sobra y no desecharla, porque en algún momento la necesitarás después, cuando tu bebé tenga hambre o cuando te duelan los pechos. Antes de hacerlo, toma precaución y lava cuidadosamente tus manos. Después de sacar la leche, introdúcela en un envase en que se han conservado otros alimentos, como un tarro de cristal o de plástico duro.
Muchas madres se comen la cabeza para que el recipiente esté libre de bacterias, pero no hay que darle muchas vueltas: no es necesita un proceso previo de esterilización. La fórmula es sencilla: con que lo laves con agua y jabón, es suficiente para poder almacenar lo que se va a convertir en el alimento de tu pequeño.
Múltiples posibilidades
En el caso de que vayas a necesitarla ese mismo día, puedes dejarla fuera de la nevera, a temperatura ambiente (no inferior a 25ºC). Pero, recuerda: solo podrás hacerlo durante las próximas horas. Por tanto, es menos aconsejable que la dejes fuera y es preferible que la refrigeres inmediatamente después de su extracción. Este proceso no debe durar mas de ocho días, por lo que, lo ideal, es que permanezca fría cinco días.
Por el contrario, muchas madres prefieren congelarla... Y hacen bien, porque asi podrán despreocuparse en cierto modo de la fecha en la que se ha dejado el recipiente en la nevera. De todas formas, debes tener en cuenta que la leche puede aguantar hasta seis meses en condiciones óptimas de salubridad, con los nutrientes necesarios para tu bebé prácticamente intactos, aunque es preferible que la utilices antes de los cuatro meses desde la fecha de su congelación (debes indicarla en una etiqueta). Así, si esperas demasiado tiempo para descongelarla, su composición será más debil y tendrá menos grasa y proteínas, fundamentales para la alimentación del niño.
Una vez hayas decidido cuál es la mejor opción para conservar lla leche para tu bebé y te decantas por congelarla, es importante que solo la descongeles una vez habiendo pasado previamente por la nevera. Debes hacerlo en un cazo con agua y nunca en el microondas o directamente en el fuego.
Y, ojo, porque si da la casualidad de que has descongelado más leche de la que tu niño necesita, ni se te ocurra volver a calentarla. La producción y proliferación de bacterias una vez descongelada es impresionante, además de que así se multiplica el número de infecciones que puede sufrir. Un recalentamiento tambien podrá alterar su composicion. Como mucho, podrás esperar alrededor de media hora para comprobar si se ha quedado con hambre para volver a ofrecérsela, pero nunca calentarla de nuevo ni cambiarla de recipiente o de biberón.
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