La OMS recomienda dar el pecho a los niños como mínimo hasta los seis meses de vida, siendo recomendable prolongarla hasta los dos años. La lactancia materna es una manera natural de alimentar al bebé que además conlleva varios beneficios, entre ellos: aporta al niño los nutrientes esenciales, le ofrece protección frente a posibles enfermedades y ayuda a estrechar el vínculo materno. Pero también tiene una repercusión positiva en la madre, pues dar el pecho puede ayudar a perder los kilos ganados durante el embarazo, provoca una sensación de bienestar gracias a la producción de endorfina y además se trata de un método práctico que no precisa de biberones.
Si decides optar por la lactancia materna para alimentar a tu bebé durante los primeros meses de vida, aquí te dejamos una serie de consejos que te ayudarán a mejorar el proceso y a que te resulte más fácil.
1. Prepara el pecho para la lactancia
No es necesario hacer algo específico para este momento, puesto que tus pechos ya se preparan para la lactancia de manera natural durante el embarazo. Sin embargo esto no garantiza que no sientas molestias cuando el bebé succione. Durante el embarazo podemos intentar prevenir que el pezón se seque y se agriete en el futuro si lo lavamos con un jabón graso y después aplicamos crema o aceite dando un suave masaje, de esta manera aportaremos hidratación.
2. Dale el pecho justo después del parto
El contacto piel con piel entre el bebé y tú ayuda a la subida de la leche y fomenta el reflejo de succión del bebé. Además contribuye a guardar el calor y a reducir el estrés. Sobre el pecho de la madre, el bebé es capaz de reptar y alcanzar por sí solo el pezón. Después, con nuestra ayuda, terminaremos de colocarlo, pero si dejamos que el niño realice este movimiento de manera natural probablemente le será más fácil succionar en las siguientes tomas.
3. Practica hasta dominar la técnica
Al principio no sabrás ni cómo coger al bebé para darle el pecho, pero tranquila, practicando lograrás que al final se convierta en un gesto sencillo y natural. Acerca tu bebé al pecho en lugar de acercar el pecho a tu bebé. Sujeta firmemente su cuello y sus hombros sin presionar la parte posterior de su cabeza. Cuando el niño termine de succionar, haz que eructe y ofrécele el otro pecho. Si quieres retirar la succión, introduce un dedo en la comisura de la boca del bebé para interrumpir la conexión.
4. Encuentra una posición en la que te sientas cómoda
Hay muchas posiciones para amamantar, pero debes encontrar aquella que os resulte más cómoda a ti y al bebé, sea cual sea, y sin dejarte llevar por lo que otros te recomienden como "lo mejor". En el caso de haber dado a luz mediante una cesárea, puede que necesites ayuda para encontrar la posición adecuada. No dudes en consultar con las enfermeras, la matrona o el personal del hospital.
5. La propia leche puede ayudarte a aliviar el pecho
La leche materna tiene propiedades lubricantes y antibacterianas, por lo que te recomendamos que dejes un poco sobre los pezones después de las tomas. Si tienes los pechos hinchados y notas molestias, aplica compresas frías para disminuir la inflamación y a continuación date un pequeño masaje con calor. Puedes emplear una toalla caliente o darte una ducha. Esto puede ayudar a desbloquear la leche y a aliviar la presión.
Algunos consejos:
- Prueba a dar el pecho tumbada de lado, puede resultar menos doloroso.
- Masajea suavemente los senos durante la lactancia para favorecer la fluidez de la leche.
- Evita utilizar sujetadores que te aprieten.
- Cambia de posición con cada toma, así la boca del bebé ejercerá presión sobre distintas partes del pezón.
6. Estimula a tu bebé
Si a tu bebé le cuesta engancharse al pecho al comenzar la toma, puedes estimularle presionando para soltar unas gotas de leche. De esta manera ayudarás a despertar el sentido del gusto y del olfato del bebé, haciendo que reconozca antes la leche.
7. Atenta a tu bebé, ¡no al tiempo!
No te rijas estrictamente por las horas del día para saber cuándo le toca la próxima toma a tu hijo, más bien permanece atenta a las señales del peque. Por ejemplo, cuando el bebé se chupa los labios, se lleva las manos a la boca o directamente llora. Estas pueden ser señales de que tiene hambre. Ten en cuenta de que la lactancia materna ha de ser a demanda del bebé, no existen tiempos establecidos.
8. Comprueba que el bebé se esté alimentando bien
Hay varias formas de comprobar que el niño está realizando las tomas correctamente. Observa en primer lugar que succione tanto el pezón como parte de la areola. La barbilla del niño debería tocar el pecho mientras sus labios se curvan hacia el exterior. Cuando comience a succionar observa cómo realiza pausas breves al tragar. A lo largo de la toma el ritmo de succión se ralentiza. Si eres capaz de identificar estos signos, ¡seguro que la lactancia está siendo un éxito!
9. Cuídate
No ignores tus propias necesidades durante la lactancia. Tú también necesitas descansar y relajarte, si no, tanto tu estado de ánimo como la producción de leche pueden verse afectados. Procura dormir mientras tu bebé lo hace y lleva una alimentación variada y saludable en la que no falten verduras y alimentos con fibra. Y por supuesto, no te olvides de beber agua para mantenerte hidratada.
10. No te presiones
No a todas las madres les resulta fácil dar el pecho. Aunque lleves a cabo todos estos consejos, las complicaciones también se pueden presentar: dolor de pecho, grietas en el pezón, poca producción de leche... No tiene sentido continuar con la lactancia si te resulta molesta y desde luego no es algo por lo que debas sentirte culpable. En su lugar, opta por la leche de fórmula para alimentar a tu bebé: también es una alternativa perfectamente válida que le otorgará los nutrientes necesarios.
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