Existen diversos estudios que avalan esta creencia socialmente extendida. Según éstos, y de acuerdo con las estadísticas, las personas físicamente atractivas suelen encontrar trabajo más rápido y consiguen mejores puestos y salarios. Se deduce, por tanto, que a las personas poco agraciadas les sucede lo contrario.
Un estudio realizado por Daniel Hamermesh y Jeff Biddle, ambos economistas y profesores en las universidades de Texas y Michigan, respectivamente, en el que se afirma que los trabajadores con presencia y belleza pueden llegar a ganar hasta un 15% más que el resto.
Siendo así, de algún modo se estaría menospreciando el trabajo de las personas alejadas de los cánones de belleza. No obstante, demostrar este tipo de discriminación, motivada por cuestiones meramente estéticas, es muy complicado, por no decir que es prácticamente imposible.
Cuando la belleza es un handicap
En contraposición, un estudio realizado recientemente por un equipo del departamento de Psicología Social de la Universidad de Granada demuestra que no sólo el atractivo puede no resultar beneficioso sino que, en ocasiones, puede ser un handicap. Esto se acentúa especialmente cuando se trata de mujeres y, sobre todo, en casos relacionados con la violencia de género.
El estudio analizaba un caso de malos tratos en el que la víctima, María, asesinaba a su marido y alegaba defensa propia. Se crearon dos proptotipos de víctima diferentes y se repartieron entre los distintos jurados. Una vez obtenidos los resultados quedaba claro que el atractivo físico, en la versión de la María guapa, aumentaba la percepción de responsabilidad de la acusada en el delito cometido. Por el contrario, en la hipótesis de la María fea, se le atribuía un menor control de la situación y, por tanto, los jurados eran más condescendientes con ella.
Se puede extraer la conclusión de que, dado que tendemos a considerar que las mujeres bonitas y con buena figura no pueden ser víctimas de malos tratos, pierden credibilidad mientras que, las feas, en su calidad de mujeres que encajan con el perfil de mujer maltratada socialmente aceptado, tienen mayor credibilidad.
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