Cuando abordamos un tratamiento de pérdida de volumen, lo primero que tenemos que valorar es si estamos en nuestro peso. Si no es así, y no acompañamos nuestros tratamientos de unas pautas dietéticas, no conseguiremos los resultados esperados.
Una vez iniciada la dieta, o para pacientes que aún estando en su peso normal tienen zonas donde acumulan más grasa (abdomen, flancos y cartucheras son las más frecuentes), empezaremos nuestro ataque al adipocito, que es el nombre de la célula que guarda la grasa.
Generalmente esto se hace combinando varias técnicas: Por un lado tratamientos que van directos al adipocito para, de alguna manera, lesionarlo, y por otro con técnicas que drenan ese espacio graso.
Dentro de las técnicas no quirúrgicas que podemos utilizar contra la célula grasa tenemos:
- Cavitación
- Los ultrasonidos
- Mesoterapia
- Criolipólisis
- Intralipoterapia, entre otros
La elección de unas u otras dependerá de lo que requiera cada paciente.
Una vez hecho esto, usaremos tratamientos para aumentar la vascularización y movilizar esa grasa que se ha liberado. De estos podemos destacar:
- Presoterapia
- La endermología
- La electroestimulación
- Radiofrecuencia
- Carboxiterapia
- Drenaje linfático
- Masajes, entre otras
La última recomendación para aumentar la efectividad de todo esto es hacer un poco de ejercicio los días posteriores. Cualquier tratamiento reductor que esté bien indicado será satisfactorio, pero la única manera de que se mantenga en el tiempo es que cambiemos nuestros hábitos dietéticos y de ejercicio.
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