“Los ingredientes en cocina son tan nobles como en la costura (…)”. Los que piensen que tal afirmación pueda llegar a ser exagerada quizás cambien de opinión cuando conozcan la fuente. Ni más ni menos que el propio Christian Dior. Sí, un genio de la costura, el creador del estilo New Look, un maestro del corte depurado y femenino, un embajador de la elegancia que ofreció al mundo la esencia pura del savoir faire francés, si ese mismo Christian Dior, era, además, un experto cocinero, un epicúreo empedernido amante de la alta cocina, un hedonista de los sabores y un enganchado a los placeres de la mesa. Un brillante anfitrión que reconocía disfrutar como si del propio Brillat-Savarin se tratara, de reunir a sus más allegados entorno a una mesa y crear él mismo el menú con sus propias recetas. Los mismos que, tras su muerte, recopilaron sus recetas favoritas en el libro “Cousu Main” con ilustraciones de René Gruau.
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Razones más que suficientes para dar por válida la comparación entre Alta Gastronomía y Alta Costura. Dos universos que se retroalimentaban en la cabeza de Monsieur Dior, se complementaban y dieron como resultado grandes creaciones que a día de hoy, perduran y se reinventan.
Primero, los términos que se usan en Alta Costura parecen hechos a medida para la gastronomía y viceversa: chantilly designa una crema de repostería, pero también el encaje con el que se enriquece la fina lencería; el terciopelo y sus cualidades táctiles se encuentran para designar un vino suave, que acaricia el paladar; los términos notas y acordes de un vino se emplean para desmenuzar un perfume… Y en materia de maquillaje, las similitudes se disparan: coloretes que parecen macarons de Ladurée, sombras de ojos marrón praliné, gloses sirope de fresa, barras de labios de sabores caramelizados, fondos de maquillaje que parecen mousses, máscaras de pestañas acabado granizado… todo vale para conseguir traspasar las fronteras que separan los olores de los aromas, lo comestible de lo que lo parece y las texturas de las telas.
Visionario, Christian Dior se adelantó a su tiempo sentando las bases para que el perfume Miss Dior, creado en 1947, se reinventara en un chipre “gourmand” en el que las notas florales del primero se asocian en Miss Dior Chérie con la mandarina, la hoja de fresa y un acorde novedoso y goloso de palomitas caramelizadas. O para que otra de sus pasiones, la creación de su propio vino (La Colle Noire), fuera la antesala, años más tarde, de la estrecha relación entre la cosmética y el vino. L’Or de Vie, nace de esa unión: seleccionar las sustancias más preciosas de las viñas de Chateau d’Yquem, y convertirlas en ingrediente activo de su Extracto.
Y ¿por qué no perpetuar la pasión de Monsieur Dior por lo dulce creando una colección DiorKiss de gloses basada en sabores afrutados y azucarados? Todo es posible cuando el patrimonio es tan excelso.
Christian Dior disfrutaba de la vida y sus placeres, ya fueran en su atelier o en su cocina, dos decorados en los que se manejaba como nadie.
Bon appetit!
Escribe: Eva B.Cascón
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