Según Jean-Claude Ellena, durante la creación de perfumes la ansiedad se manifiesta muy a menudo con la lectura de las primeras líneas de una fórmula recién escrita. La dificultad de codificar un proyecto elaborado en notas olfativas, esa sutileza de la construcción perfumística, de la huella invisible y su misterio evanescente, es ante todo una decisión intelectual que puede recorrerse en el sentido inverso. Así funciona el magistral proyecto ‘Ode Scentual Perception 1’ de Sebastian Fischenich: una preciosa publicación en la que un gran elenco de colaboradores creativos retranscribe -en clave de imágenes y palabras- un perfume concreto. JOYCE reconoce la auténtica innovación de estas 46 obras de arte que nuestros lectores con mejor olfato serán capaces de oler.
Jean Claude Ellena dijo: “el olor es una palabra, el perfume es literatura”. Con ODE usted parece creerlo firmemente.
Sí, para mí fue muy importante sacar a la luz las diferentes capas y emociones que nos conectan a un perfume. Como seres humanos somos capaces de reconocer más de 10.000 aromas, pero nuestro lenguaje está limitado para diferenciarlos verbalizando. Fue por ello que se me ocurrió mostrarlos a través de imágenes, que son un buen transporte de emociones para el mundo del perfume. En ODE las palabras sólo son subtítulos (excluyendo aquellos textos de autores que son imágenes en sí mismas).
Transcribir un perfume en imágenes. ¿Cómo surgió la idea?
Comprender el mundo de las imágenes, ser capaz de leer sus significados y signos es como entender la complejidad de un perfume. A través de la historia del arte las imágenes han sido siempre símbolo de sabiduría y comprensión. Durante el periodo en el que muchos no eran capaces de leer, las imágenes comunicaban el contenido y la sabiduría de la religión y las ciencias (biblia pauperum). Cuando vemos imágenes seguimos pensando que son una especie de reflejo de lo real, incluso a sabiendas de que se pueden manipular, pero nos parecen concretas y tangibles. Con los otros sentidos resulta más difícil, están muy conectados a emociones y sentimientos, lo irreal, lo no tangible. Por eso las imágenes son el perfecto nivel de comunicación para esto.
En su colaboración con escritores, artistas, fotógrafos… hace exactamente lo mismo que El Principito cuando dice: “Dessine-moi un parfum”.
Esa es una comparación muy poética y que me gusta mucho. No me atrevería a formularla yo mismo, pero si viene de ti la acepto y agradezco el cumplido.
Háblenos del proceso para producir las imágenes. ¿Es cierto que envió a sus colaboradores un perfume anónimo sin packaging ni información y les pidió que lo interpretasen?
Hubo dos caminos diferentes. Recurrí a 33 personas relacionadas con el mundo de la imagen: artistas, coleccionistas, músicos, marchantes.... A algunos les pedí que mandasen una imagen que describiera su perfume favorito y un pequeño texto como subtítulo. Por otro lado seleccioné a 13 fotógrafos para que creasen una imagen a partir de un perfume anónimo. Sólo debían olerlo y crear. Para mí resultó muy interesante confirmar que los aromas crean imágenes y las transmiten.
ODE no es simplemente una joya: es un auténtico ensayo olfativo, una obra maestra en la que participan neurólogos, investigadores y artistas. ¿Cómo los eligió y por qué?
Para mí fue importante encontrar a la gente adecuada. Era fundamental que no pertenecieran a la industria del perfume para que la visión fuera completamente fresca. Deseaba hacer una contribución cultural al mundo de la perfumería, que es un arte maravilloso y muchas veces olvidado. Toda la gente que participó en ODE lo hizo de forma voluntaria, para apoyar el concepto, y les estaré eternamente agradecido.
Perfume y memoria son inseparables. ¿Cuál o cuáles son sus perfumes más evocadores de recuerdos?
Al estar al frente de la casa de perfumes Humiecki&Graef, debo decir que los míos son mis favoritos. Lo importante para mí es que un perfume tenga espíritu profundo y complejo. Uno de mis clásicos predilectos fuera de nuestra marca es JICKY de Guerlain. Me encanta su modernidad, el hecho de que no sea exclusivamente para hombre o mujer, su densidad y mística.
Bettina Meier-Bickel afirma: “Cada día una nueva oportunidad”. Actualmente, con las presiones del marketing sobre los narices, ¿las oportunidades son menores?
Por supuesto. Ese es un gran problema. Los perfumes están perdiendo su entidad artística. Muchos de ellos se crean para ser vendidos muy deprisa, son el resultado de encuestas a consumidores y no tienen nada que ver con los aspectos emocionales y artísticos de la perfumería. Pero resulta interesante que los consumidores y amantes del sector empiecen a descubrir la perfumería artística y nicho. Para mí es el signo de que la gente no sólo compra un producto por su marca, sino que quiere productos reales por sus cualidades propias.
¿Cómo seleccionó los perfumes del libro? Algunos son perfumes nicho muy desconocidos.
Sólo elegí los 13 de los fotógrafos. Los otros los eligieron el resto de participantes. Era importante para mí que fueran ellos y no yo quien eligiera. En cuanto a los fotógrafos, hice una selección de perfumes conocidos y desconocidos. Para mí el componente artístico era importante.
Todos los perfumes en ODE son muy narrativos: cuentan una historia, un lugar, un viaje, una ocasión… ¿Por lo tanto cada imagen y cada comentario son totalmente subjetivos, íntimos, intuitivos y personales?
Para mí los buenos perfumes son como obras de arte y van más allá de la simple estética. Por supuesto nuestra propia intuición es importante, pero creo que hay un sentido común que nos ayuda a diferenciar lo que es –y no es- arte. Esa es la mística de la calidad, que te hace ver y sentir o todo lo contrario.
¿Cuál es su biografía de perfumes?
Primero están los aromas de la infancia. El olor de la tierra, el eneldo Anethum graveolens, los pepinillos, las fresas y frambuesas, el jardín de mi abuela. Por otro lado está el olor de la madera de pino, en el verano, camino de la playa. La fragancia de la arena seca y caliente, algunos frutos del bosque, el frescor y dulzor de los pinos y sus toques de resina. El olor de la mañana en las montañas. En lo que se refiere al primer perfume que recuerdo, fue el viejo Jil Sander para hombre a finales de los 80. Luego me pasé a Fendi Uomo y Vetiver de Guerlain durante mis estudios, a mediados de los 90. Después empecé a experimentar toda clase de perfumes. En 2002 M7, uno muy bueno de YSL que me recordaba las frambuesas que amaba en mi infancia, a medio camino entre el chico joven y el hombre duro, ya que contenía tabaco y cuero.
¿Cómo se imagina los perfumes de 2040 y cuáles, entre los iconos y los nuevos que existen hoy en día, piensa usted que sobrevivirán?
Aquellos que tengan un concepto fuerte sobrevivirán seguro. Los que hayan sido creados sólo para vender desaparecerán. Pienso que en 2040 seguiremos usando perfumes externamente, pero también en forma de píldoras que tragaremos para oler mejor.
¿Es la magia de los perfumes -y también de ODE- su capacidad para ser personal a la vez que universal?
Absolutamente. Eso es lo que ODE representa. A través de la cultura compartimos un cierto sentido para imágenes y sentimientos. Eso me fascina. Hay muchas fotografías en las que prácticamente siento que puedo oler el perfume. ODE nos muestra que, más allá del nombre de un perfume, hay un gran imaginario inconsciente en su aroma.
¿Tienen de verdad las mujeres más habilidades para detectar, identificar, diferenciar y coleccionar aromas?
Puede que la mujer lo tenga a través de su cultura. Pero si nos remontamos al siglo XVIII vemos cómo los hombres utilizaban también todo tipo de perfumes y no había distinción de sexos, algo particular del siglo XX. Es interesante cómo con la perfumería artística empezamos a volver a la tradición cultural de la primera perfumería.
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