Pides agua del tiempo aunque estés a 38 grados
La sensibilidad dental provoca que seas incapaz de tragar agua fría, aunque fuera lo que más te gustaría en el mundo. Todos te miran sujetando su refresco helado mientras disfrutas de tu agua del grifo. ¡Es la historia de tu vida!
Sufres porque no puedes comerte un helado
Está tan rico que no puedes resistirte a pedirlo... Hasta que te das cuenta de que no puedes comértelo. Los helados, para ti, llevan ración doble de sufrimiento. No sabes si duele más morderlo o saber que no puedes disfrutarlo. ¡No es justo!
Lo pasas fatal solo con ver a alguien morder un hielo
No puedes comprender cómo a la gente le gusta masticar los trocitos de hielo. Tú, por supuesto, ¡ni te imaginas intentándolo! El hielo es uno de los mayores enemigos de tus dientes.
Tomarse un granizado en la playa no es una opción para ti
Aunque tumbarse al sol con una bebida fría es uno de los mayores placeres del mundo, no es una opción para ti. Ya puedes derretirte de calor, que jamás te arriesgarías a pedir un granizado o un refresco con hielo. ¡Duele demasiado!
No abres la boca en la calle bajo ningún concepto si hace frío
Hasta el aire frío puede ser una auténtica pesadilla para tus dientes. Tener sensibilidad dental implica que hasta una ráfaga de viento, si te pilla con la boca abierta, te provoque mucho dolor. Así que te resignas y tratas de mantener los labios sellados cuando sales a la calle en un día de otoño.
No puedes soportar el tacto del metal o del cristal
Te da escalofríos solo con imaginar el tacto de un vaso de vidrio en tus dientes, o de una fría cuchara introduciéndose en tu boca. A veces tienes que lidiar con estas sensaciones desagradables, ¡qué le vamos a hacer!
No te permites abusar de los dulces
¿El dulce también? ¡Pues sí! No solo los extremos de temperatura te provocan dolor, sino también los sabores fuertes, como el dulce o el ácido. Es terrible para ti comprobar que no puedes disfrutar, por ejemplo, de tus frutas favoritas.
Sentir cómo resbalan uñas y cuchillos es una tortura
Y no entiendes cómo a los demás no les explota la cabeza igual que a ti. ¡Es el sonido más terrible del mundo!
Te cepillas los dientes con mucho, mucho cuidado
La presión que se ejerce cuando nos lavamos los dientes también puede causar mucho dolor e incomodidad. Por ello, ya tienes interiorizado que debes elegir cepillos de dientes de celdas blandas, y tratas de no cepillarte con demasiada energía. ¡Podría ser muy doloroso!
Y... ¡nada de bebidas calientes!
Si lo que te apetece es calentarte con un buen chocolate o con una sopa, ni te acercas a un plato humeante, porque ya sabes lo que te espera. La sensibilidad dental también hará que reacciones de forma extrema ante bebidas muy calientes.
Más información en la web de Toothfriendly.org
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