"Jamás le estaré agradecida al cáncer, pero reconozco que me ha dado grandes lecciones", nos cuenta nuestra protagonista. A Marta Aguilera le diagnosticaron cáncer de mama el año pasado y ella decidió tomarse ese duro golpe como un viaje. Uno muy diferente a los que relataba y relata en su blog de viajes, La Mochila de Mama, pero al fin y al cabo un camino que le presentaba la vida y que estaba dispuesta a recorrer. Y eso es lo que ha hecho, a sus 32 años, esta guerrera ha logrado plantarle cara a la enfermedad y se ha ofrecido a contarnos su experiencia con motivo del Día Mundial contra el Cáncer, que se celebra el 4 de febrero.
Cómo lo afrontó: quimioterapia y algunos consejos
"Recuerdo perfectamente el primer ciclo de quimioterapia que me administraron. Estaba tan asustada que apenas podía hablar. Pero más que a la quimioterapia, yo temía su forma de administrarla. ¡Tengo pavor a las agujas! Tardaron una hora en cogerme la vía porque no era capaz de relajarme. ¡Estaba más tensa que la cuerda de una guitarra!", nos cuenta Marta. Tenía que darse 15 ciclos más y le preocupaba que esas complicaciones se repitieran todas las veces. Por eso, cuando le recomendaron ponerse un reservorio, no lo dudó. "Este aparatito es un botón que se coloca con cirugía por debajo de la clavícula. De él sale un catéter que queda instalado en una vena cava. ¡Se acabó coger vías y destrozar las venitas del brazo y de la mano!".
"Una de las mayores preocupaciones que tenemos las mujeres cuando nos diagnostican cáncer es cómo nos va a afectar físicamente", prosigue Marta para empezar a tratar el tema de la caída del cabello y el estado de la piel. "En la mayoría de los diagnósticos de cáncer de mamá se nos cae el pelo, tanto el de la cabeza como el de las pestañas y las cejas. Hay muchas formas de encontrarse bien con una misma, porque creo que es súper importante verte guapa, es lo que te va a dar el optimismo". Una de ellas son las pelucas, aunque en su caso solo la utilizó durante 15 días y después decidió raparse y ponerse pañuelos. "Decidí raparlo y me sentí muy, muy liberada. No me vi fea, esperaba un trauma bastante más grande. Lloré, pero porque sentía que estaba despidiendo a la Marta que había sido hasta el 5 de febrero de 2017".
La piel, por su parte, también sufre cambios y Marta hace hincapié en la importancia de llevar protector solar tanto en la cara como en el cuerpo. "No podemos tomar el sol, porque los rayos de sol nos provocan manchas y también afectan al tratamiento". Respecto a las cremas y otros productos, los médicos le explicaron que no debía utilizar ninguno que llevara alcohol, ya que por el tratamiento la piel está muy sensible y se irrita con facilidad. En general, le recomendaron que todos los cosméticos que usara fueran lo más naturales posibles. Bajo su experiencia, dado que es bastante difícil encontrar maquillaje 100% natural, aconseja utilizar el maquillaje habitual y si se produce alguna reacción, dejarlo y cambiar a otro. "Yo nunca me he maquillado mucho, pero sin cejas, sin pelo y sin pestañas, parecía una enferma terminal. Así que utilizaba una base compacta de Avène y para simular las pestañas me pintaba la línea del agua del ojo con un lápiz negro. Y luego, por supuesto, lápices para pintar las cejas".
Otro de los aspectos que cambió en su vida fue la práctica de ejercicio físico. A raíz del diagnóstico, comenzó a dedicar más tiempo al deporte y empezó a salir a correr y a esquiar. Tomó la decisión de adquirir este hábito no solo por los beneficios que conlleva para la salud, sino para asociar su cansancio a la actividad física y no a los tratamientos. "Siento que ese agotamiento lo que estoy provocando yo y no una medicación", afirma.
Las enseñanzas y la importancia de la familia
Por último, pero no menos importante, Marta nos habla de todo lo que ha aprendido de esta etapa. Aunque como decía al inicio, nunca le estará agradecida al cáncer, sí que ha sabido extraer varias lecciones de este duro golpe. "Me ha enseñado a sacarle el lado positivo a todo y a no luchar contra lo que no está en mi mano. También me ha enseñado que la vida es frágil y que en cualquier momento se nos parte sin darnos cuenta. Hay que disfrutar cada lectura, cada conversación, cada película, cada escapada... Ha hecho que me vuelva a enamorar de mi familia, de mis amigos y de mi marido. Ellos sí que son unos superhéroes", explica. Destaca, además, lo esencial que es el apoyo por parte de los seres queridos durante este viaje: "para ganar una guerra hace falta un ejército", concluye.
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