Dice no ser ella quien tiene que valorar si Vida perfecta es una serie feminista (y de hecho ha explicado que con esta serie no pretendía hablar de feminismo), aunque de lo que sí está segura es de que está atravesada por su visión femenina y feminista. Sea como fuere, Vida perfecta es, ante todo, algo a lo que no estamos acostumbrados: un proyecto televisivo protagonizado por tres mujeres de más de 35 años (Leticia Dolera, Celia Freijeiro y Aixa Villagrán), detrás de las cuales hay un equipo formado por un 60% de mujeres y, por último, dirigido por mujeres.
Dolera quiso que Vida perfecta fuera un proyecto donde directoras jóvenes exploraran y explotaran su talento, y con este propósito eligió a Elena Martín y Ginesta Guindal. "Son dos directoras con muchísimo talento, muchísima sensibilidad y con un punto de vista muy personal", nos cuenta Leticia. Y continúa: "desgraciadamente a las mujeres todavía en el ámbito profesional se nos valora más por la experiencia que por el potencial, y yo quería darle la vuelta a eso".
La actriz y directora es conocida, además, por su desempeño en el activismo feminista, por otro lado, no exento de polémicas. Aunque cierto es que la última no tuvo tanto que ver con sus reivindicaciones, sino con una cuestión que empapó el proyecto de Vida perfecta: la no contratación de Aina Clotet cuando se determinó que su embarazo dificultaría el desarrollo del proyecto, en primer lugar, por incompatibilidades con su personaje (Clotet iba a interpretar un papel que requería numerosos desnudos); en segundo lugar, por la complicación que suponía que el presupuesto del proyecto cubriera el seguro de una actriz protagonista embarazada.
Ambas partes publicaron sus respectivos comunicados explicando sus razonamientos y esgrimiendo sus argumentos, pero lo cierto es que esta controversia no fue la mejor publicidad para una serie que denuncia las dificultades a las que se enfrentan las mujeres hoy.
¿Un modelo perfecto?
¿Es normal no tener un trabajo y una pareja estable cuando tienes más de 30 años? ¿Es normal cansarse de vez en cuando de tus hijos? ¿Es normal no sentirse cómodo en una vida estandarizada? ¿En lo que nos han vendido como ideal? Leticia Dolera nos reta a hacernos todas estas preguntas o, más bien, a no tener miedo a contestarlas.
Nos atrevemos a calificar esta serie de feminista porque se revuelve contra el rol de la supermujer que, en palabras de la creadora es "insostenible", porque explora la sexualidad femenina con libertad y sin condescendencia, y porque responde tajante ante la idealización de la maternidad, la familia y el amor.
"El sexo sigue siendo un tabú, sobre todo en torno a la figura de la mujer. Seguimos catalogando a las mujeres culturalmente como putas o como monjas según cómo afrontemos el sexo", explica Leticia, y continúa: "todavía a los hombres se les educa en esa masculinidad patriarcal de que el hombre macho ibérico de verdad es el que tiene muchas relaciones sexuales y de una manera determinada, donde queda claro quién está ejerciendo el poder".
Un cambio real
Lo que no debería ser normal es sorprendernos ante una representación libre y relajada de cómo las mujeres viven su sexualidad. Y es que las mujeres embarazadas también tienen y disfrutan de su deseo sexual, del mismo modo lo que lo hacen las personas con discapacidad intelectual. Por eso Dolera decide llevar a cabo esta comedia natural, renovada y sinvergüenza (en el mejor sentido de la palabra). En sus palabras: "se trata de enriquecer nuestra mirada y nuestra experiencia".
¿Normalizaremos en algún momento esta postura igualitaria ante el sexo? Leticia cree que el mejor remedio para rebatir el machismo es la educación y confiesa que no fue hasta que estudió el máster en feminismo de la Universidad Complutense que cayó en la cuenta de cómo las mujeres habían luchado por sus derechos a lo largo de la historia. "Eso creo que es importante, que las mujeres crezcamos con referentes. [...] No me lo podía creer, que en el instituto no me hubieran enseñado esto. Me parece que es algo que tendría que cambiar ya y que no está cambiando". Dolera tampoco se explica la falta de educación sexual en los institutos: a los hombres "se les prohíbe, entre comillas, hablar y expresar sus sentimientos, su vulnerabilidad... Y ahí perdemos todos. Perdemos nosotras y pierden ellos".
La actriz y directora considera que este fallo tiene mucho que ver con la falta de políticos comprometidos con el cambio: "por mucho que digamos que hace falta esto o que hace falta lo otro, si luego no se aplican políticas para que, en serio, se den estos cambios, no llegamos a ningun lado. Y nosotras no tenemos ningún interés particular en salir a la calle y estar reivindicando. Que si hace falta hacerlo, lo seguiremos haciendo, pero lo que queremos es que esto suponga un cambio real, unas medidas reales".
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