Todo sucedió en Yamena, capital de Chad. El pasado 8 de febrero, cinco jóvenes la secuestraron, la llevaron a un lugar apartado, la desnudaron y la fotografiaron mientras lloraba desconsoladamente. Una humillante agresión sexual que más tarde hicieron pública subiéndola a las redes sociales. Entre los agresores: el hijo del ministro de Asuntos Exteriores y los de varios generales del Ejército. La víctima: Zouhoura, hija del opositor político Mahamat Yesko. Esta joven de dieciséis años, a pesar de haber sido amenazada con compartir su agresión públicamente (algo que finalmente hicieron), decidió romper su silencio.
Nada más llegar a casa, contó lo sucedido a sus padres, quienes alertaron a la policía. Pronto la indignación corrió como la pólvora entre los ciudadanos chadianos, cansados de los abusos de un régimen político que lleva ya 25 años en el poder. Desde que la agresión de Zouhoura se conoció, se han sucedido diferentes manifestaciones para apoyar a la joven y denunciar lo sucedido. Unas manifestaciones reprimidas con la violencia habitual de las autoridades y que ha causado ya dos víctimas. A dos meses de las elecciones generales del país, la historia de Zouhoura ha logrado despertar el coraje de los ciudadanos hasta llevarles a una exitosa huelga general que ha puesto el país patas arriba.
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Zouhoura denunció su agresión también ante los medios. En una entrevista para France 24, la joven relató: "Me raptaron y me llevaron a un lugar desconocido. Me empezaron a desnudar y a tomar fotos mientras se reían y se divertían. Me dijeron que no contase lo sucedido o colgarían las imágenes en las redes sociales. Tan pronto como llegué a casa se lo dije a mis padres, no podía guardar silencio. Todo lo que quiero es que se haga justicia y que no vuelva a ocurrir nunca".
Un gran número de personas, entre ellos los compañeros de instituto de la joven, marcharon hacia el Palacio de Justicia para reclamar la detención y condena de los cinco agresores, todos ellos hijos de la élite chadiana próxima a Idriss Déby, el presidente del país. Los policías respondieron con gases lacrimógenos y fuego, causando víctimas mortales.
Sin embargo, la represión no ha mermado la indignación de los ciudadanos, quienes han seguido manifestándose para que se haga justicia, no solo en la capital, sino en diversas regiones de Chad. Al ver la magnitud de los acontecimientos, al presidente Déby no le quedó más remedio que romper su habitual mutismo para condenar los hechos. “Como padre de familia, reacciono a este acto bárbaro, innoble e incalificable. Lo condeno con firmeza y aseguro a todas las chicas, a todas las madres, a todos los jóvenes que se hará justicia y que esto no se repetirá nunca más. Comprendo vuestro dolor y lo comparto con vosotros", escribió en su cuenta de Facebook.
Finalmente, el fiscal general del Tribunal de Apelación de Yamena emprendió una investigación judicial que llevó a la detención de cinco jóvenes sospechosos que han sido trasladados a la prisión de Koro Toro. Sin embargo, entre ellos, no se encuentra el hijo del ministro.
El coraje para romper el silencio
Zouhoura ha logrado lo que pocos hasta ahora han conseguido. Gracias al valor para denunciar su agresión, por primera vez en mucho tiempo, la gente ha conseguido unirse y movilizarte en contra de un régimen autocrático basado en el abuso de la fuerza y el poder para dirigir un país que, a día de hoy, se sitúa entre los más pobres del mundo. La mayor parte del dinero se destina al Ejército y la guardia Guardia Presidencial, en lugar de invertirlo en ayudar al pueblo.
Tanto los ciudadanos como diferentes partidos han comenzado ya a presionar para que Déby retire su candidatura a las próximas elecciones. Quizá, gracias a Zouhoura y a la movilización social, Chad consiga cambiar el curso de su historia política.
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