En aquel entonces la joven tenía tan sólo 14 años y acudió a varios hospitales públicos de su ciudad, Lublin, siempre acompañada de su madre, para interrumpir un embarazo, fruto de una violación, de forma legal. Tanto en éstos como en un hospital de Varsovia, también público, se negaron a atenderla, por lo que las dos mujeres se vieron obligadas a desplazarse hasta la ciudad de Gdansk, a 500 kilómetros de su ciudad de origen.
La gravedad del asunto
De acuerdo con los hechos, la jefa de servicio ginecológico de uno de los hospitales de Lublin a los que acudieron madre e hija se negó a practicar el aborto por motivos religiosos. Esta misma no respetó el secreto de confidencialidad al contarle la situación, por un lado, a un cura para que tratase de convencer a la joven, sin la presencia de su madre, de que tuviera al bebé. Y, por otro lado, a varios periodistas que hicieron pública la situación de la niña.
Según los magistrados del TEDH, aunque en Polonia "la legalización del aborto sea en estos momentos objeto de un gran debate, ello no exime al personal médico de respetar sus obligaciones médicas respecto al secreto entre médico y paciente". Por ello, han condenado al Estado de Polonia a pagar por daño moral una cifra de 30.000 euros a la joven y de 15.000 a su madre.
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