Hace algo más de dos décadas veíamos debutar a una joven gimnasta uzbeka en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Era el año 1992 y Oksana Chusovitina, que tenía entonces 17, consiguió la medalla de oro gracias a un salto espectacular que le valió las altas notas de los jueces. Desde entonces la atleta no ha aparado: los de este año son sus séptimos Juegos, algo extremadamente inusual si tenemos en cuenta que la "media de vida" de una gimnasta suele ser de una o dos Olimpiadas.
Algunos medios han resaltado el hecho de que Chusovitina esté compitiendo contra rivales que tienen la misma edad que su hijo. Y es que la atleta puede presumir de haberse convertido en la gimnasta en activo más longeva de la historia, algo de lo que sentirse muy orgullosa.
La clave de su éxito, según ha contado su entrenadora a la edición estadounidense de Elle, reside en la memoria muscular de la atleta. "A veces tengo que decirle que ya no tiene 14 o 15 años. No debería hacer tantas repeticiones porque no las necesita. Tiene memoria muscular desde 1992”, explicaba durante la entrevista.
En la misma publicación, Chusovita cuenta que gracias a esta memoria muscular no necesita tanto entrenamiento físico y que dedica unas dos horas al día. Para ella lo importante ejercitar también la mente. "Visualizo exactamente cómo se necesita que se ejecuten los recursos. Lo hago en mi cabeza y cuando voy al gimnasio toda la preparación mental que hice después del desayuno o caminando se transfiere. Si estoy saltando, sé exactamente lo que necesito hacer para una mejor ejecución, una mejor altura o un mejor aterrizaje”, admitía en unas declaraciones recogidas por SModa.
Oksana Chusovita en los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992)
Una gimnasta fuera de lo común
Como ocurrió con muchos deportistas de Europa del Este, la trayectoria de la uzbeka ha estado ligada a la situación política del momento. Los ojeadores del equipo soviético la ficharon cuando tenía solo 10 años y la prepararon para un torneo internacional dos años después. A él acudió en representación de la Unión Soviética y en los Juegos de Barcelona participó junto al Equipo Unificado. Una vez se desintegró el bloque soviético y su país consiguió la independencia, pasó a representar a Uzbekistán.
A lo largo de su carrera, Oksana Chusovita siempre ha resaltado entre las gimnastas de su categoría. No solo por la técnica de su ejercicio, sino también por su aspecto: siempre competía sin rastro de maquillaje ni purpurina, en su lugar, el pelo corto, la cara lavada y la sobriedad en sus trajes era lo que la caracterizaba.
Gran parte del dinero que ha ganado consiguiendo medallas lo ha destinado al tratamiento contra la leucemia que su hijo padecía. Ella y su marido se trasladaron a Colonia para que el niño pudiese someterse a él. Allí han estado viviendo durante años, por eso la atleta participó en los Juegos de Pekín y Londres representando a Alemania.
Este año lo hace en nombre de Uzbekistán y, aunque la gimnasta ha podido perder precisión en sus movimientos, puede sentirse orgullosa de su gran trayectoria. Estaremos pendientes este domingo para ver su trabajo en la final.
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