El mundo científico se regocija hoy al anunciar a Katalin Karikó, originaria de Hungría, y Drew Weisseman, de Estados Unidos, como los laureados con el Premio Nobel de Medicina en 2023. Su logro más destacado: el desarrollo de una revolucionaria tecnología que permitió crear vacunas contra el COVID-19 en tiempo récord. Sin embargo, detrás de este éxito se esconde una historia de tenacidad y resiliencia que inspirará a muchas personas.
Un comienzo humilde
Katalin Karikó nació en 1955 en una pequeña ciudad húngara, en una familia de escasos recursos. Criada por un carnicero y una bibliotecaria, su hogar carecía de lujos modernos como agua corriente o televisión. A pesar de esto, su pasión por la ciencia se encendió al observar cómo su padre realizaba disecciones en la carnicería local y gracias al estímulo de dedicadas profesoras en su colegio. Esta pasión se convertiría en la brújula que guiaría su vida.
Enfrentando innumerables rechazos
Tras mudarse a Estados Unidos, Karikó continuó su investigación en la Universidad de Philadelphia. Sin embargo, cuando sus experimentos iniciales comenzaron a mostrar resultados prometedores, se encontró con la falta de fondos para continuar. Esta situación la llevó a enfrentar dificultades burocráticas inmensas en la búsqueda de financiamiento. Incluso pasó la víspera de Año Nuevo trabajando en una solicitud de beca, solo para ser la única rechazada entre siete propuestas.
La vida de Karikó sufrió un revés adicional cuando perdió su posición en la universidad debido a la falta de fondos y al rechazo institucional. En ese momento, se vio forzada a vender su automóvil para llegar a fin de mes. A pesar de estos obstáculos, Karikó persistió, negándose a permitir que los rechazos definieran su carrera o su valiosa labor científica.
Un encuentro fortuito que cambió su destino
La vida de Karikó dio un giro inesperado cuando, por casualidad, se encontró con Drew Weisseman en una fotocopiadora de la universidad. Este encuentro marcó el inicio de una colaboración fructífera en la investigación del ARNm con fines terapéuticos. En 2005, tras años de esfuerzo, lograron publicar un artículo que recogía sus prometedores avances. Posteriormente, fundaron una empresa biomédica y sus descubrimientos terminaron en manos de las farmacéuticas Pfizer y Moderna.
La revolución de las vacunas de ARNm
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Karikó y Weisseman continuaron probando con éxito la aplicación del ARNm en vacunas, incluida la gripe. Sin embargo, todo cambió a principios de 2020 cuando la amenaza del COVID-19 emergió en China. Con la determinación de acelerar su trabajo, diseñaron una fórmula específica contra este nuevo virus. Su labor permitió el desarrollo de la primera generación de vacunas contra el COVID-19 en tiempo récord, enfrentando una de las mayores amenazas para la salud humana en tiempos modernos.
Katalin Karikó es ahora un faro de perseverancia y dedicación en el mundo científico, demostrando que con pasión, resiliencia y trabajo duro, se pueden superar los obstáculos más desafiantes y cambiar el curso de la historia. Su legado seguirá inspirando a generaciones futuras, especialmente a mujeres y a quienes luchan por abrirse camino en la ciencia.
