Sierra Leona es hoy la viva imagen de la tragedia. Las lluvias torrenciales que asolaron el país africano hace unos días, tuvieron como consecuencia innumerables daños materiales y, por desgracia, cuantiosas pérdidas personales. Cruz Roja sitúa en alrededor de 3.000 las personas que han resultado damnificadas por esta catástrofe natural. Las imágenes hablan por si solas:
En la madrugada del lunes, una avalancha de tierra producida muy cerca de la capital del país, Freetown, provocó 400 muertos. 400 cuerpos inertes que se apilan en improvisadas morgues, con el consiguiente riesgo de que se extiendan enfermedades como el cólera o la fiebre tifoidea entre el resto de la población. Según fuentes gubernamentales podría haber aún 600 personas enterradas bajo el lodo y en ese terrorífico contador de víctimas mortales, habría ya más de 100 menores de edad.
Debajo de la gran montaña de barro y vegetación que arrastró la lluvia se han quedado también centenares de viviendas. Por ello, miles de personas han perdido su vivienda y todos sus efectos personales. El país se encuentra colapsado y su presidente, Ernest Bai Koroma, ha pedido ayuda internacional que empieza a llegar a cuentagotas al país africano.
Solo podemos pedir que, en la medida de posibilidades de cada uno, intentemos buscar la vía para echar una mano a tantas personas que han visto cómo se desmoronaba su vida en tan solo unas horas.
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