Duele verlo, duele leerlo. Llevamos seis años siendo testigos de bombardeos, huidas, naufragios, miseria, heridos, muertos... Desde este lado del mundo, lejos del conflicto y metidos en nuestra zona de confort, a veces nos resulta difícil ponernos en la piel de quienes sufren a diario la cruel realidad de la guerra. Ellos llevan seis años llenando titulares, protagonizando piezas de telediario y sufriendo en un conflicto armado del que aún no ven su fin.
En los primeros meses de 2011, las primaveras árabes se multiplicaron con rapidez por diferentes países. Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Siria fueron los principales focos. En el caso de Siria fue el 14 de marzo de 2011 y unos días después, desembocó en un conflicto armado que aún continúa hoy.
El triste balance en cifras
Cuando la imagen de Aylan dio la vuelta al mundo nos preguntamos, ¿qué estamos haciendo mal? ¿Cómo puede ser que un niño inocente acabe muriendo en una playa de Turquía? Por desgracia, Aylan era solo uno de tantos que no consiguieron nunca huir de una guerra que les estaba destruyendo la inocencia. Y es que en el último balance que hemos conocido, los datos nos hablan de 16.000 menores de edad asesinados de entre el sangriento total de 400.000 fallecidos.
Por si estos datos fuesen poco esclarecedores, aún hay más: 2 millones de heridos, 650.000 personas viven en ciudades asediadas y casi 5 millones de refugiados intentan comenzar una nueva vida en los países limítrofes y algunas zonas de Europa. Dentro de la propia Siria, hay 6 millones de personas desplazadas cuyos hogares han sido destruidos por las bombas. Una situación dramática que da lugar a que casi el 70% de la población viva en la extrema pobreza, con menos de 2 euros al día.
Y un último dato, casi 14 millones de personas necesitan ayuda humanitaria y ahí sí, nosotros podemos echar una mano.
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