Por supuesto, todos estamos programados para protegernos a nosotros mismos, así que la mayoría de nosotros nos ponemos a la defensiva alguna vez. Pero si siempre que intentas dialogar te pones a la defensiva, esto puede ser profundamente perjudicial para tus relaciones.
¿Cómo definirías estar a la defensiva? Hay muchos expertos que han definido el término. Una de mis favoritas es la autora Sharon Ellison: Estar a la defensiva es reaccionar con "una mentalidad de guerra a un tema que no sea de guerra". En otras palabras, ponerse a la defensiva es un modo impulsivo y reactivo de responder a una situación o una conversación. En lugar de escuchar con un corazón abierto, respondemos con nuestros escudos metafóricos y armas en la retaguardia de la lengua. Entonces, ¿cómo podemos aprender a silenciar los argumentos de nuestro incesable abogado interno?
Claves para bajar la guardia
Escucha lo que los demás tienen que decir.
Si tu pareja se olvida de llamar, necesitas expresar cómo te sientes. Diciendo: "Estoy molesta porque te has olvidado de llamarme" y esto no es una explicación defensiva, sino abierta y honesta. Le das a tu pareja el beneficio de la duda, permitiendo, en las mejores circunstancias reparar la situación con un simple: "Lo siento, ¿cómo puedo mejorar esta situación?" o "¿qué preferirías que haga la próxima vez?" Decir las cosas que nos molestan en el momento en que ocurren nos ayuda a no eternizar la sensación de enfado y a aclarar las cosas que, a veces, tienen explicaciones sencillas.
Recuerda: No hablar es peligroso.
Si no aprendemos a lidiar con nuestras quejas abiertamente, nos saldrán indirectamente, en formas más tóxicas: burlándonos o haciendo comentarios sarcásticos, guardando rencor o creando más indiferencia hacia nuestro compañero a través del tiempo.
Por supuesto, es difícil dar y recibir críticas saludables si nos aferramos a una actitud defensiva. Intenta bajar la guardia y trata de ver si puedes simplemente reconocerlo y trabajar tus sensaciones a través del conflicto, tan honesta y generosamente como sea posible. Si cuando alguien te hace una crítica personal te hace sentir a la defensiva, ¿puedes escribir en un papel por qué? Así puedes ver por qué te sientes así y solucionarlo.
Intenta ver las cosas como si fuera la primera vez.
Si hablamos del amor en su primera etapa, la frescura y la emoción de un nuevo romance nos hace anticipar lo mejor de nuestra pareja. Vemos sus acciones, intenciones y lenguaje a través de la lente de nuestra visión positiva. A medida que la química de la "fase de luna de miel" cambia, surge un segundo tipo de circuitos, uno que trata sobre la conexión sostenible.
Dicho esto, resulta que nuestro cerebro está cableado para la autoprotección también. Así que en tiempos de defensividad, recordar la conexión de la primera etapa y acceder a los sentimientos que te hicieron ser tan generosa y comprensiva, pueden ayudarte a bajar la guardia.
Nuestra respuesta a la crítica depende de varios factores.
Los expertos dicen que depende de tres factores: el temperamento, la historia y la autoestima. Mantén esto en mente. Algunas personas tienen sistemas nerviosos que responden con más frecuencia e intensidad a la estimulación sensorial. Pueden tener una respuesta de sobresalto más exagerada que otras personas, incluso en la misma familia.
A menudo, sus cuerpos permanecen en estado de alerta. Pueden ser personas con fama de "demasiado sensibles" o "skin-thin" (piel fina). Las personas que son más propensas a la actitud defensiva pueden percibir un ataque en ciertas situaciones en las que las personas con temperamento resilente y tranquilo no percibirían ninguna. Estas personas pueden encontrar alivio recibiendo ajustes quiroprácticos que equilibrarán los sistemas simpático y parasimpático. Por otro lado, hacer un ejercicio de empatía y ver la situación desde otros puntos de vista también puede ayudar.
La manera en la que has sido educado también importa.
Si tus padres, profesores o amigos te avergonzaban a menudo o te castigaban duramente, es probable que, cuando seas un adulto, no puedas bajar la guardia cuando veas a alguien enfadado contigo. Las razones de la actitud defensiva son innumerables e importantes de entender, pero no nos quitan la necesidad de aprender a construirnos lejos del impulso de auto-protección inmediata.
El resentimiento no nos hace ningún bien.
Cuando no estamos dispuestos a protestar por algo que no va bien para nosotros es que, literalmente, hacemos imposible que los problemas se curen. La relación comienza a arder con resentimientos que nos minan de una manera que no lo harían si, desde el principio, fuésemos capaces de expresar libremente cómo nos sentimos. No barras los problemas bajo la alfombra en lugar de hablar y buscar una solución.
Adopta hábitos saludables para tu mente.
Si crees que te cuesta mucho bajar la guardia, un buen terapeuta te puede ayudar. También puedes equilibrar tu sistema nervioso mediante ajustes realizados por un licenciado en quiropráctico. Adoptar hábitos saludables como pasar un tiempo cada día a solas contigo misma meditando o haciendo alguna actividad que te alegre, es necesario para estar más relajadas y empáticas. Es imprescindible que aprendamos que el equilibrio, la felicidad y la paz interior nos las proporcionamos nosotras mismas. Sólo así podremos no tomarnos las cosas con tanta importancia y vivir fluyendo con la vida y entendiendo que hay muchas maneras de ver y de hacer las cosas. No tomes todo como un ataque personal e intenta entender a los demás.
Las relaciones humanas nos dan oportunidades de crecer de maneras que nos hacen más amorosos, tolerantes e íntegros. Aprender a escuchar las quejas de nuestro entorno sentimental con curiosidad y apertura no solo profundiza la conexión entre nosotros, sino que nos ayuda a ser más abiertos en todas nuestras relaciones. ¡Es importante que la empatía y el amor incondicional guíen nuestros pasos!
Articulo elaborado en colaboración con Roser de Tienda, doctora quiropráctica con especialidad en salud de la mujer y los niños.
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