Siempre que hablamos de comer de forma equilibrada, recurrimos a la carne blanca por tener una alta concentración en proteínas y muy poca grasa. Es por ello que hoy queremos ayudarte a aprender a cuidarte sacando el mejor partido de la carne de pollo o pavo, entre otras. Para empezar, aquí te dejamos algunas recetas bajas en sal en las que podemos introducir la carne de ave:
Carne de ave: todas sus variantes
El gallo y la gallina son las formas adultas, el pollo y el picantón son más jóvenes (entre 50 y 70 días). Estos últimos son más tiernos, su carne es blanca o ligeramente amarilla y son más pequeños. El capón es un gallo castrado y la pularda es una gallina que nunca ha puesto huevos. Destinados al engorde, son más grandes (alrededor de 2 kg un capón) y su carne es la más tierna y más blanca, pero también la más grasa. En cuanto al picantón, es un pollo muy joven. Pesa entre 400 y 700 gramos y su carne blanca o amarilla es muy fina.
La oca y el pato por otro lado es un ave grasa. La oca es el ave más grande de las que se suelen cocinar (aproximadamente 6 kg, e incluso más) y suele ser especialmente apreciado su hígado que se puede convertir en foie gras muy sabroso. También apreciado por su hígado, encontramos el pato, aunque es mucho más pequeño y se suele consumir por su carne perfumada y bastante fuerte. Podemos consumirlo en forma de magret, una carne llena de sabor gracias a que la grasa del pato se concentra en una capa espesa (perfectamente consumible) situada entre la piel y la carne. Si se quita esta grasa, el pato se convierte en una carne completamente dietética.
El pavo es otra de nuestras carnes de ave favoritas y se trata de una de las piezas más grandes después de la oca. Es muy apreciado por su carne sabrosa y, como sabrás, se suele comer entero asado en fechas especiales como Navidad. El resto del año, puedes encontrarlo fácilmente en escalopes, filetes o muslos.
La pintada. De tamaño mediano, la pintada pesa entre 1,2 y 1,8 kg. Su carne, más firme que la de las otras aves, es fina y sabrosa. Forma parte de las carnes más magras (sólo un 5% de M.G.).
La codorniz y la perdiz. Son las aves más pequeñas (la codorniz no pesa más de 100g). Su carne es delicada y sabrosa.
¿Sabes cuál es la mejor forma de conservar esta carne?
Debes ser especialmente cuidadosa a la hora de mantener estas carnes. Todas ellas tienen un alto riesgo de contaminarse con salmonelosis. Por lo tanto, hay que tener cuidado en su conservación. Algunos de nuestros consejos para mantenerla en buenas condiciones son las siguientes:
- Retira el ave de su embalaje de origen y métela en la nevera. Puedes envolverla con papel encerado.
- Separa los despojos.
- Descongélala completamente antes de cocinarla. La cocción debe hacerse en un margen de 48 horas.
- Puedes guardar el ave en el frigorífico, en la parte más fría, entre 1 y 3 días (2 días para el pollo). Una vez cocinada, guárdala como máximo 2 días.
- No dejes el aves, cruda o cocinada, más de una hora a temperatura ambiente.
- Procura cocer siempre bien la carne: el calor mata la bacteria de la salmonelosis.
Las mejores formas de cocinarla
Asada. Pollo, pavo, oca, pintada… Todas ellas se pueden preparar siguiendo los mismos pasos. Cubre la carne con aceite y tus especias favoritas: quedará más crujiente y perfumada y deja hornear el tiempo suficiente para que se cocine, que variará en función del ave que hayas escogido. Recuerda ir girándola dentro del horno para que se haga adecuadamente por todas las partes.
Otro truco para conseguir una piel crujiente es que cubras la carne de sal para que el éxito esté asegurado. Por último, mete siempre el ave en el horno caliente y rocíala regularmente durante la cocción (con agua o vino blanco) para evitar que se seque.
Guisada. Prepara una marinada con verduras y sumerge la carne durante varias horas. La carne debe quedar dorada. Pon las verduras de la marinada en una olla grande, coloca la carne encima, echa un poco de vino y llévala a ebullición. Cúbrela y déjala cocer a fuego bajo, de manera que la cocción sea lenta y continua.
Relleno. Perfecto para las aves grandes (pavo, capón, pularda, oca...) y las comidas de fiesta. Solo puedes rellenar la carne con frutas o verduras, o preparar un relleno a base de carne picada, por ejemplo. Se aconseja añadir especias y condimentos (ajo, chalote), así como finas hierbas y especias. Por último, debes saber que la miga de pan ayuda a que la carne se mantenga suave.
Frito. Una manera muy americana de saborear el pollo. Adoba las alas en una mezcla picante, empánalas con pan rallado y yema de huevo, y fríelas en aceite en una cazuela o una freidora.
Al vapor. Es la técnica ideal para un régimen. Puedes añadir especias y finas hierbas para resaltar el sabor de la carne. Puedes cocer al vapor un pollo entero o troceado (alas, muslos, etc.). Para un pollo entero, cuenta una hora de cocción, 40 minutos en una olla y 25 minutos en una olla a presión. También puedes escalfar el pollo: ponlo entero o troceado en agua fría en la olla a presión, llévalo al punto de ebullición pero sin llegar a hervir, y mantenlo a esta temperatura hasta que el pollo esté cocido.
Confitado. Una de las especialidades del suroeste francés: los muslos y las mollejas de oca o de pato se bañan en la salmuera y luego se cuecen en la grasa y las especias. Aunque es una alternativa más calórica, te prometemos que está deliciosa.
Dulce- salado. Particularmente recomendado para el pato. Las recetas más típicas son, sin duda, el pato a la naranja (relleno de naranja y rociado con Grand-Marnier) y el pato laqueado (cubierto por una mezcla de salsa de soja, miel, especias y vinagre).
A la hora de maridar, la carne de ave es estupenda ya que encaja con cualquier tipo de vino. Échale un vistazo a la selección de nuestros favoritos.
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