Los complementos alimenticios se definen como alimentos comercializados en forma de cápsulas, comprimidos, ampollas, tisanas o soluciones bebibles entre otros formatos, cuyo fin es completar la ingesta nutricional habitual. Estos suplementos constituyen una fuente concentrada de nutrientes –vitaminas, minerales, aminoácidos, ácidos grasos esenciales, antioxidantes o fibra– u otras sustancias –como extractos de plantas y hierbas, por ejemplo– que tienen un efecto a nivel nutricional o fisiológico. Para ser considerados adecuados, deben satisfacer cada día al menos el 15% de la ingesta nutricional recomendada de los nutrientes que contienen.
Es necesario subrayar que los complementos nutricionales no son medicamentos, ya que su cometido es mejorar el bienestar o suplementar la dieta y no servir como tratamiento o cura frente a una enfermedad. Por este motivo están dirigidos para personas con buena salud y para consumirlos no se precisa prescripción médica.
A pesar de esto, es importante saber que estos suplementos son sometidos a un estricto reglamento de consumo y comercialización que les impone un sistema de calidad que permite asegurar la trazabilidad, la higiene y la seguridad al consumidor. Por ello, la ley contempla que deben estar obligatoria y debidamente etiquetados, mostrando todos los ingredientes y las recomendaciones de uso. Además, deben ajustarse a los criterios de presentación y publicidad.
¿Cuándo son necesarios los complementos alimenticios?
Podemos pensar que en circunstancias normales, los complementos nutricionales no son necesarios, ya que una dieta completa, variada y equilibrada debería ser suficiente para aportarnos la ingesta diaria necesaria de todos los nutrientes, minerales y vitaminas. Sin embargo, investigaciones realizadas en este campo demuestran que esto no se cumple en la dieta de muchas personas –menos aún en determinados grupos de población– a pesar de que, en apariencia, su dieta cumpla los requisitos mencionados.
En cualquier caso, los complementos alimenticios en ningún caso sustituyen a una dieta equilibrada, del mismo modo que tampoco se deben emplear para sustituir la ingesta diaria necesaria de ningún nutriente. Así, siempre se deben tomar en las dosis recomendadas y en los casos en que se precisen.
¿Por que son recomendables en algunos casos?
Nuestros hábitos alimentarios son hoy muy distintos a como que eran antes. En la sociedad moderna dedicamos poco tiempo a las comidas, nos preocupamos menos por lo que comemos –a pesar de que disponemos de más información– y, por razones de tiempo, consumimos una mayor cantidad de productos procesados, que sustituyen a los productos naturales y frescos. Como resultado, en muchos casos nuestra dieta está desequilibrada y no cubre nuestras necesidades nutricionales. Finalmente, estas carencias alimentarias se suman a otros factores que perjudican nuestra salud, como el estrés, la contaminación, la fatiga o el consumo de sustancias nocivas, como el alcohol y el tabaco.
En este sentido, los complementos alimenticios, útiles para completar puntualmente nuestra alimentación, contrarrestar un déficit o satisfacer una necesidad específica, cumplen un importante papel. Además, también están dirigidos a determinados grupos de población que, debido a sus condiciones físicas y fisiológicas o a causa de un metabolismo desajustado, tienen necesidades nutricionales particulares. Es el caso de algunos niños, ancianos o personas fumadoras.
Podemos adquirir complementos alimenticios en farmacias, herbolarios, grandes superficies, tiendas especializadas y parafarmacias. Pero independientemente del lugar en que se comercialicen, estos suplementos están sometidos a un mismo reglamento de comercialización. Aun así, es recomendable verificar la marca y etiqueta antes de realizar una compra, sobre todo si la llevamos a cabo a través de internet o por correspondencia, ya que cabe la posibilidad de que en estos casos los productos no cumplan la legislación española y europea.
Aunque dicha regulación no contempla todavía niveles máximos de consumo, se deben tener en cuenta las recomendaciones del Comité Científico de la Alimentación Humana u otros organismos que contemplen normas de seguridad alimentaria. Esto es fundamental por dos razones. Y es que, en primer lugar, los suplementos alimenticios, en aras de cumplir su función, contienen altas cantidades de estas sustancias, y por ello, en segundo lugar, la ingesta excesiva y continuada de estos suplementos puede provocar un efecto negativo en el organismo y salud del consumidor.
Por lo general, los complementos alimenticios se dividen en tres categorías: bienestar –cuyo cometido es mantener el tono y la forma, mejorar la digestión o el sueño–, línea o adelgazamiento –cuyo cometido es el drenaje, acompañar la pérdida de peso o controlar el apetito– y belleza –preparar o proteger la piel del sol, mejorar la salud del cabello, de las uñas o la piel, por ejemplo.
¿Cómo reconocer los complementos alimenticios seguros?
Según el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, un complemento alimenticio seguro y reconocido como tal en la Unión Europea, debe mostrar en su etiqueta la siguiente información:
- Denominación de las categorías de nutrientes que contiene el producto
- Dosis recomendada para consumo diario del producto
- Advertencia de no superar la dosis recomendada
- Afirmación expresa de que el producto no sustituye ni debe sustituir a una dieta equilibrada;
- lndicación de que el producto se debe mantener fuera del alcance de los niños
¿Cómo utilizarlos?
Se recomienda tomar los complementos alimenticios en periodos de tiempo limitados y controlados, siguiendo siempre las recomendaciones de la etiqueta, tanto si se emplean para solucionar un problema puntual –magnesio contra los calambres o carbón contra la hinchazón del vientre, por ejemplo–, como si se utilizan para mejorar el estado de salud de forma global.
Dado que los suplementos alimenticios contienen los nutrientes que contienen los alimentos, a priori no suponen ningún riesgo para la salud. Sin embargo, en caso de estar sometido a un tratamiento médico, lo más recomendable es consultarlo con tu médico o farmacéutico.
¿Cómo completar tu dieta sin necesidad de suplementarla?
Una dieta variada, equilibrada y que no requiera complementos alimenticios, debe ser rica en los siguientes nutrientes, vitaminas y minerales:
- Calcio: que podemos encontrar en la leche y sus derivados. También en el pescado azul y los vegetales de hojas verdes.
- Omega 3: una ácido graso bueno que podemos encontrar en el pescado azul, como el salmón, el atún o las sardinas. Su consumo nos ayuda a mejorar los niveles de colesterol y, además actúa como vasodilatador. También podemos encontrarlo, aunque en menores cantidades, en nueves, aceites vegetales y pescados blancos.
- Hierro: responsable de transportar el oxígeno a las células, por lo que es fundamental que en nuestra dieta normal cubramos las necesidades de hiero. Podemos encontrarlo en los berberechos, las lentejas, las almejas y los pistachos.
- Vitamina B: fundamentales para que nuestro organismo obtenga energía de los alimentos. Lo encontramos en el pescado, los huevos, los productos lácteos, las judías, el pollo y la ternera.
- Vitamina D: que mejora la obtención de calcio de los alimentos y mejora la salud de nuestro sistema nervioso. La encontramos en la yema de huevo y los pescados azules.
- Potasio: presente en el tomate, la fruta, las legumbres y los champiñones, entre otros. Este mineral mejora nuestro rendimiento físico y la salud del corazón.
- Magnesio: fundamental para que nuestro cuerpo absorba adecuadamente la vitamina C y el calcio. Lo encontramos en las acelgas, las espinacas, el maíz, el chocolate y el pan integral.
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