El embarazo hace que los estrógenos y la progesterona de la madre aumente, lo que conlleva que el pecho crezca y produzca leche más adelante, en el momento del nacimiento del niño. En primer lugar debes saber que la leche materna tiene tres fases distintas en las cuales ésta va cambiando. Primero, aparece la denominada calostro, un líquido de color claro que mantiene al bebé perfectamente alimentado los primeros días de vida. Después, esta leche se transforma y pasa a la siguiente fase en la que se fabrica leche de transición, la cual se produce entre los dos y cuatro días posteriores a la primera y tiene un alto contenido en carbohidratos. Y finalmente, la última fase es el proceso del paso a la leche madura, de un color blanquecino, que se produce a partir de la tercera semana.
¿Por qué elegir la lactancia?
Dar de mamar a tu hijo es, por definición, el modo de alimentación más natural. La leche materna se adapta totalmente al bebé y es la práctica recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS): se aconseja la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y acompañada de otros alimentos hasta los dos años de edad.
Pero también, existen mamás que no escogen la lactancia materna para sus bebés: bien porque no producen leche suficiente, por la aparición de grietas que hacen que la lactancia sea realmente dolorosa, por elección personal o muchas otras razones que se pueden dar.
Leches de continuación, ¿qué son?
Si te encuentras en alguno de estos casos, no tienes por qué preocuparte ni sentirte culpable, ya que tu bebé estará igual de bien alimentado, nutrido y protegido gracias a la leche de continuación. ¿De qué se trata? Son compuestos fabricados a partir de la leche de vaca pero que en su elaboración se modifica la proporción de proteínas y se añaden vitaminas y minerales con el objetivo de que se asemeje lo máximo posible a la leche materna. Hoy en día las encontrarás tanto en polvo como en formato líquido, y además, contienen ingredientes como el hierro y el zinc, que favorecen la función normal del sistema inmunitario y no sobrecargan sus órganos (todavía inmaduros) con una excesiva cantidad de proteínas. La leche de continuación también se puede utilizar como complemento a la leche materna, por ejemplo, en casos especiales como puede ser la época estival en la que los horarios y rutinas cambian, o bien a partir de los seis meses, cuando el bebé comienza con el paso a la alimentación complementaria y quieres ir dejando de darle el pecho.
De todas formas, te recomendamos siempre que consultes a tu médico para que él te aconseje cuál es la mejor solución.
¿Cuándo se produce la subida de la leche?
Como decíamos, la leche de transición se produce durante los dos o tres días posteriores al nacimiento del niño. Normalmente, este proceso hace que los pechos se hinchen y se vuelven duros, y en algunos casos resulte doloroso (así que no te asustes por eso). Si esto ocurre, se recomienda tomar una ducha de agua caliente y masajear delicadamente los pechos, así como dar el pecho tan a menudo como sea necesario ya que favorece el drenaje y evita el "atasco" de la leche.
Los beneficios de la lactancia para el bebé
> La facilidad de digestión de la leche.
> Permite el aporte idóneo de los nutrientes indispensables en el momento más importante del crecimiento (la composición de la leche se modifica en función de las necesidades del bebé).
> Una protección ideal contra las afecciones: diarreas, otitis, rino-faringitis, enfermedades infantiles, bronquitis.
> Una protección a largo plazo contra alergias alimentarias y no alimentarias.
> Previene la obesidad.
> Permite una buena posición de las mandíbulas.
> Psicológicamente se produce un vínculo estrecho y de seguridad con la madre.
Los beneficios de la lactancia para la madre
> Permite un sentimiento único de plenitud y proximidad con el bebé.
> Dar el pecho provoca la producción de endorfina, la hormona del bienestar, un efecto natural antidepresivo.
> Pérdida de peso natural y suave. La lactancia además ayuda a eliminar los kilos cogidos durante el embarazo.
> A nivel material, no se precisa preparar biberones. Es leche preparada en cualquier momento y a temperatura corporal, la adecuada para el bebé.
Las posturas más recomendables para dar el pecho
Es recomendable dar el pecho a tu bebé desde su nacimiento (las dos horas siguientes). El pequeño se mueve por reflejos lo que le permite encontrar el seno y mamar vigorosamente. La puesta en el pecho precoz favorece la subida de la leche, es decir, de calostro, repleto de vitaminas y anticuerpos. Aquí tienes algunos consejos a la hora de dar de mamar a tu peque son
> Coloca el bebé frente a ti. La cabeza debe estar en el prolongamiento del cuerpo, hacia tu pecho y, sobre todo, recta.
> Acerca el bebé al seno en un solo “bloque”, es decir, cuerpo y cabeza, no sólo la cabeza.
> El bebé debe coger toda la areola, o casi toda, con la boca; y con mandíbula inferior debe estar lejos del pezón.
> Los labios del bebé deben estar bien pegados al pecho.
> Si coges la posición correcta reducirás considerablemente el riesgo de molestia o dolor y la deglución se realizará con total normalidad. Un truco para verificar que se está haciendo correctamente es mirar que su pequeña orejita se mueva regularmente al mamar.
La madre puede dar el pecho en muchas posturas pero siempre debe asegurarse y vigilar que la del niño sea la correcta. Algunas siempre son mejores que otras, según la situación y las circunstancias por eso te contamos cuáles son las más comunes:
> Posición de cuna: Es la más tradicional en la que la madre está en contacto directo con el bebé y este reposa su cabeza en el antebrazo de la madre y sus piernas están en dirección contraria al pecho.
> Posición rugby: se suele utilizar cuando ha habido cesárea. La mamá está sentada y coloca al bebé debajo del brazo de la madre con las piernas hacia atrás (tocando la espalda de la mamá).
> Bebé a horcajadas: la mamá se coloca sentada y el bebé a horcajadas sobre una pierna de la mamá y erguido. Se suele usar cuando el bebé está acatarrado o puede tener algún problema respiratorio.
> Mamá y bebé tumbados: se colocan uno enfrente del otro tumbados. Se suele usar para las tomas de noche o cuando la mamá tiene molestias por cesárea. También existe esta misma posición pero con el niño tumbado hacia el lado contrario de la madre. Se utiliza para ayudar a desobstruir.
> Mamá en cuclillas: es muy poco utilizada y sobre se utiliza para drenar alguna obstrucción de la parte inferior de la mama. El niño se coloca tumbado boca arriba con sus piernas en el sentido de la cabeza de la madre.
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