Vivimos en un mundo global, por lo que saber un segundo idioma se ha convertido en algo casi indispensable. En España, el aprender idiomas sigue siendo uno de los puntos débiles de la educación y de la sociedad. Sin embargo, según el último informe del CIS, más del 60% de los españoles cree que es “muy importante” saber idiomas extranjeros, tanto para el trabajo como para viajar y poder comunicarte o, simplemente, por gusto y para entrenar la mente.
Aprender idiomas desde pequeños tiene muchas ventajas, pues el cerebro de los niños absorbe y asimila información más fácilmente y, por lo tanto, pueden interiorizar los idiomas de forma natural. Aun así, es a partir de Primaria (6 años) cuando se le empieza a dar importancia en la Educación y se muestra a los alumnos que aprender un idioma es como una ‘obligación’. Esto es un error. Los pequeños son curiosos, quieren jugar y explorar: deberíamos aprovechar estas cualidades que se van perdiendo cuando te haces mayor para que desarrollen aptitudes y mejoren sus conocimientos. No siempre es fácil enseñar a un niño, y menos en un idioma que no es el materno. Por eso, os mostramos una serie de trucos y consejos para que tu niño crezca bilingüe desde pequeño.
1. Las mejores edades de aprendizaje y estimulación lingüística son entre los 2 y 6 años
Desde el nacimiento hasta los 3 años el cerebro del niño tiene su máxima plasticidad y se generan más conexiones neuronales, por lo que es perfecto para alimentarlo con información y enseñanzas. Con 3 años los niños ya establecen estrategias de memoria. Debemos enseñarles no sólo a recordar, sino a cómo recordar, organizar y comunicar.
2. Observa sus emociones y estado de ánimo
A los niños, cuando son pequeños, todo les llama la atención, son curiosos y creativos. Es algo maravilloso que hay que aprovechar. Aprender a través del disfrute y la experiencia es más eficaz que estudiarse una lección de memoria. Los niños están expuestos a muchos estímulos y situaciones que son nuevas para ellos, observar sus emociones y estados de ánimo, comprenderlos, ser flexibles y adaptar la enseñanza a cada momento emocional del niño. Si el niño está aburrido, su foco de atención va a ser mucho más bajo. Si el niño esta exaltado y emocionado, quizás es momento de enseñar con juegos de movimiento y mayor actividad.
3. No todos los niños son iguales
Es un error pensar que en una clase todos los niños forman un conjunto homogéneo. Ni todos tienen las mismas inquietudes, ni todos tienen las mismas habilidades desarrolladas, ni todos tienen el mismo tipo de inteligencia. La clase ideal sería con grupos reducidos, para que la enseñanza sea adaptativa al nivel y comprensión de cada uno, y asegurar un aprendizaje eficaz. Es conveniente presentar distintas actividades de forma dinámica: ir alternando actividades de lectura, escritura, audición, visuales, sensoriales...
4. Son niños, ¡quieren jugar!
¡Ya vendrán más adelante las responsabilidades y obligaciones! Si se enseña a través del juego, los pequeños relacionarán el aprendizaje con diversión y esto les motivará a seguir jugando y aprendiendo. Una de las asignaturas pendientes a la hora de enseñara los niños es conseguir mantener su atención. Hay que buscar formas de mantenerles despiertos e interesados. La música es un buen instrumento para enseñar, junto con el ritmo y la rima. La lectura y aprendizaje de palabras a través de colores y formas( animales, dibujos animados, alimentos…). El vídeo es otro camino innovador para conseguir crear una conexión emocional con ellos. Dibujar, desarrollar historias a través de dibujos, jugar a lluvia de preguntas frente a una ilustración… ¡Hay muchos juegos creativos en los que simplemente hay que incorporar el nuevo idioma!
5. Enseñar desde la autoestima y mejora personal
Entre las causas que explican por qué no mucha gente habla otro idioma, destaca la falta de confianza. Desde pequeños nos han enseñado que fracasar es malo, te meten el miedo en el cuerpo. Esto lo llevas a todos los ámbitos y sobretodo en el aprendizaje. Te etiquetan como “mejor que X” o “peor que Y”, y eso afecta a la autoestima y confianza, creando timidez e introversión. Una de las claves para enseñar a los niños es la cooperación y socialización entre ellos. No hay mejor ni peor, sólo personas diferentes. Juegos de interpretación, de role-play o de imitación son interesantes para sacar a los niños de su zona de confort y presentarles situaciones distintas. Al hacerlo en público irán perdiendo la vergüenza a hablar, explicar, actuar. Los niños cuando son pequeños no tienen vergüenza de nada, por lo que se lanzan a aprender de todo y adquieren seguridad y confianza en sí mismos, muy importante de cara al futuro.
Contenido elaborado en colaboración con Marieta Viedma, Educadora y Cofundadora de LingoKids.
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