Todos los años son muy pocos los privilegiados que visitan el Polo Sur con toda clase de comodidades. El Hotel White Dessert solo abre en noviembre y diciembre, meses durante los cuales recibe a sus huéspedes de siete a once noches por la friolera de 64.000 euros persona.
No se trata de un paraíso idílico, el entorno es duro y el plan digno de aventureros, pero admirar un desierto de hielo blanco debe poner los pelos de punta. Una experiencia única que solo se vive una vez en la vida y que a muchos nos encantaría probar.
El viaje al White Dessert permite viajar con todo tipo de comodidades, el vuelo se realiza en un avión privado intercontinental Illuyshin 76 desde Ciudad del Cabo, para aterrizar en la pista de hielo de la Antártida. Una vez ahí te trasladas al hotel, formado por varios iglús de fibra de vidrio: las habitaciones, un salón comedor para relajarse y disfrutar de la cocina del chef, una cocina y un almacén con material. Al final de cada temporada el hotel se desmonta y desaparece sin dejar huella.
Durante el día se pueden practicar multitud de actividades al aire libre como caminatas, escalada técnica, rápel e incluso kite skiing.
Por las noches descansar es sencillo. Las habitaciones de seis metros de diámetro mantienen el calor gracias a una estufa central y alfombras de piel. No falta detalle y desconectar es muy sencillo, ¡no se oye ni un ruido!
¿Qué es lo que más nos gusta? Nos encanta lo respetuoso que es el hotel con el medio ambiente, que el viaje incluye las expediciones guiadas por la Antártida - como la de la búsqueda del pingüino emperador- , ropa específica para el frío polar, toda la comida y la bebida, y también el impuesto del carbono para compensar las emisiones.
Si te animas ya sabes dónde hospedarte. Volverás con mil y una fotos impresionantes de paisajes insólitos y pingüinos adorables.
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