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Roma: Curiosidades de la Ciudad Eterna

por Miriam Aguilar ,
Roma: Curiosidades de la Ciudad Eterna© Roma, Puente Sant'Angelo y San Pedro del Vaticano

Pocas ciudades tienen tanto encanto como Roma. Si bien muchos turistas se quejan de lo sucia y abandonada que parece, muy pocos sitios pueden vanagloriarse de conservar tantos restos de un pasado glorioso, cuna de nuestra civilización. Un simple paseo por sus calles pone de manifiesto los vestigios de aquella Roma Antigua espléndida, y del fabuloso legado de la Roma Imperial. Hoy queremos que la recorras a través de esta lista, donde descubrirás un buen número de curiosidades.

Descubre Roma a través de sus monumentos, construidos en torno a mitos y leyendas y repletos de anécdotas y curiosidades que siguen siendo un misterio en la actualidad. Para hacer este artículo, hemos contado con un compañero de viaje fundamental, una guia de Roma en formato audio que conseguirá transportarte a la Ciudad Eterna estés donde estés. No pierdas detalle.

Roma, Puente Sant'Angelo y San Pedro del Vaticano © Roma, Puente Sant'Angelo y San Pedro del Vaticano
Roma, Puente Sant'Angelo y San Pedro del Vaticano
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1. El Coliseo

Bautizado en sus orígenes (72 d.C) como anfiteatro Flavio, se le conoce hoy en día como Coliseo debido a la fantástica estatua de bronce que había a su lado, el Coloso de Nerón. Mandado construir por el despótico emperador, medía 35 metros y se situaba en el atrio de uno de los edificios en los que residía. Esta faraónica obra (superaba en estatura al Coloso de Rodas) se terminó en tan solo 8 años.

Se estima que murieron unas 500 mil personas y más de 1 millón de animales durante los juegos celebrados en el Coliseo Romano. En sus orígenes podía albergar hasta 50 mil personas, divididas en las gradas en función de la clase social. La entrada era gratuita.

Una de las estructuras más misteriosas de esta maravilla arquitectónica de la Roma imperial fue el Velarium. Se trataba de un gigantesco toldo que cubría el anfiteatro de los rayos del sol. Debía pesar entre 50 y 60 toneladas, y era manipulado por marineros. Se cree que posiblemente estaría dividido en secciones, pero lo cierto es que aún hoy en día la técnica exacta que se utilizó en su construcción sigue siendo un misterio.

2. San Pedro del Vaticano

Una de las mayores curiosidades de la Antigua Roma es el nacimiento del Vaticano. Cuando se fundó Roma, en el 753 a.C., esta zona carecía de atractivos, ya que estaba infestada de mosquitos. Abandonada durante años, en la época imperial se llenó de villas residenciales de altos personajes. Fue entonces cuando Calígula mandó construir un circo para cuadrigas. En el centro colocó un obelisco traído de Alejandría (año 40 d.C.) que pesaba nada menos que 327 toneladas. Es el que vemos hoy en día en pie frente a la basílica.

El primer templo en honor a San Pedro se construyó en el Siglo IV, en la Roma Imperial. El emperador Constantino dispuso que la iglesia se organizara en torno a la tumba del apóstol, que debía quedar en el centro del ábside. La construcción fue muy compleja y costosa, debido a que el sepelio se situaba cerca de una colina. Pero Constantino era muy devoto y no quiso cambiar sus planes. De hecho, tomó parte en las obras, cargando a sus espaldas los primeros cestos de tierra que se usaron en la construcción.

A la basílica de San Pedro accedemos a través de cinco puertas. No quedan restos de las antiguas, de madera de nogal, que fueron sustituidas por unas de bronce en el Siglo XX. Como curiosidad, la que se sitúa más a la derecha recibe el nombre de Puerta Santa, y se encuentra tapiada por un muro. Se abre solo en el comienzo de los Años Santos o Jubilares, es decir, cada 25 años. En ese momento el Papa derriba el muro con unos golpes de martillo en un rito cargado de simbolismo. La tradición comenzó en 1500, con Alejandro VI Borgia.

3. Piazza Navona

Su característica forma alargada se debe al gran estadio de Domiciano, construido durante la Roma Imperial, a finales del siglo I. Podía albergar a 30.000 personas y en él se celebraban competiciones atléticas, que los romanos habían heredado de los griegos. En la Edad Media, la Plaza Navona concentraba casi toda la población de la ciudad: sus gradas sirvieron para construir casas. Después alojaría a un gran mercado donde se mostraban los antiguos oficios. En plena época barroca el Papa Inocencio X Pamphili decidió convertirla en la plaza más espectacular de la ciudad. Lo conseguiría gracias al trabajo de grandes artistas, como Bernini y Borromini.

4. Sant'Agnese in Agone

​Sant'Agnese in Agone o, lo que es lo mismo, Santa Inés en Agonía, se levantó en honor a la mártir de dicho nombre, que recibió martirio en aquel lugar. Su historia comienza igual que muchas otras, durante la persecución de Diocleciano a los cristianos. Inés era una joven de 13 años que rechazó a un alto magistrado que la pretendía. Éste, lleno de ira, la denunció por su condición de cristiana y terminó siendo víctima de la espada del verdugo. La leyenda cuenta que llevaron a la niña desnuda hasta su ejecución, y que se produjo un milagro: sus cabellos empezaron a crecer, de forma que la cubrieron completamente.

5. La fuente de los Cuatro Ríos

Es una de las mayores atracciones de la Plaza Navona. La historia cuenta que existía una gran rivalidad entre Borromini (que edificó la Iglesia de Santa Inés) y Bernini, encargado de erigir esta fuente. Pero la leyenda fue mucho más allá, diciendo que dos de las estatuas de la fuente de los Cuatro Ríos mostraban el desprecio del maestro Bernini hacia el trabajo de Borromini. Así, se decía que la estatua que representa el Río de la Plata tenía el brazo erguido porque la iglesia estaba tan mal edificada que podría desmoronarse en cualquier momento. Asimismo, la estatua del Nilo tenía el rostro cubierto dando a entender que Santa Inés era tan fea que no quería ni verla. Tan sólo se trata de una simple leyenda, ya que la fuente de los Cuatro Ríos se inauguró en 1651, justo un año antes del inicio de la construcción de la iglesia.

Otra leyenda cuenta que Inocencio X no contaba con Bernini para el proyecto, pero que el escultor consiguió colocar un modelo de plata en una habitación del palacio papal. Al parecer, cuando Inocencio vio la muestra le fascinó hasta tal punto que decidió encargarle la obra.

La fuente sirve de pedestal a un magnífico obelisco egipcio, levantado en mitad de la plaza como antiguamente se hacía en los circos romanos. Contrariamente a lo que se pueda suponer, sus jeroglíficos hablan de las hazañas del Papa Inocencio X, propulsor de la obra, y no de Egipto. Su construcción, de hecho, causó gran polémica al ser realizada en un periodo de hambrunas y pobreza para el pueblo romano.

6. La Bocca della Verità

Son muchos los dires y diretes de esta sensacional boca, que podría haber sido una fuente, parte de un impluvium, una alcantarilla... Los orificios del colosal rostro debían emanar agua a raudales en su tiempo. Hoy en día se sitúa en el pórtico de Sta. Maria in Cosmedin y recibe una miríada de visitantes que siguen las pistas de una antigua leyenda. Según ésta, si alguien introduce la mano en la boca y dice una mentira, ésta se la morderá.

Otra leyenda, algo más trágica, decía que antiguamente se llevaba allí a los delincuentes queriendo hacerles confesar. Si no lo hacían, la Boca de la Verdad les dejaba sin mano, directamente. En realidad, parece ser que tras la boca se ocultaba un operario provisto de una espada, y que la usaba en caso necesario.

Por supuesto, también se usaba en caso de sospecha de adulterio. Los artificios más curiosos entraban en juego para demostrar cuando el honor del hombre se había mancillado.

7. Sta. Mª dell’Orazione e Morte en Via Giulia

Si existe una iglesia en la que se rinda culto a los muertos, ésta es Santa Maria dell'Orazione e Morte. Este hecho se contempla ya en su fachada, que alberga varios cráneos alados y un reloj de arena también alado que hace referencia al famoso Tempus fugit (el tiempo vuela). Su historia es peculiar. Desde el Siglo XVII se dedicó a recoger a los muertos que se hallaban abandonados en las calles o en el río Tíber. Incluso recogían a los soldados para darles sepultura. Es por ello que la iglesia cuenta con buzones de donativos coronados por calaveras y decorados con frases como “Limosna para las lámparas eternas del cementerio” o “Para los pobres muertos que se recogen en el campo”. Se dice que la congregación de "Santa María de la oración y la muerte" enterró a unas 8.000 personas.

8. El Pasquino

Se trata de una estatua "parlante". En la antigüedad los habitantes de Roma hacían uso de estas estatuas para poder expresarse. La táctica era sencilla: se escabullían por la noche y pegaban carteles en las estatuas, de forma que al día siguiente todo el mundo podía leerlos. De esta forma los autores de tales notas quedaban en el anonimato y no temían las posibles represalias. Se dice que el nombre de Pasquino hace honor a un personaje del barrio, que pudo ser herrero, zapatero o barbero, y que tenía mucha labia. En realidad la estatua representa a un guerrero griego (algo maltrecho debido al paso del tiempo). Hoy en día aún quedan vestigios de aquella tradición.

9. El Panteón

Uno de los edificios más antiguos de Roma y el mejor conservado. Lleva siendo lugar sagrado desde hace más de 2000 años. Se construyó en el año 27 a.C. en honor a todas las divinidades del Imperio Romano: Pan (todos), teón (dioses). Hoy en día es un templo cristiano.

El templo original quedó devastado en un incendio, pero se volvió a construir bajo el mandato del emperador Adriano. Miguel Ángel diría de él que era un "diseño angélico, no humano". La mayor (y única) fuente de luz llega del famoso buco, un agujero circular de 9 metros de diámetro colocado en la cúpula. No sólo servía para iluminar el recinto, sino que también hacía de "chimenea" cuando se hacían ofrendas en el fuego. Está abierto y no cuenta con cristales, así que cuando llueve el agua cae al interior del recinto. Pero no pasa nada; los romanos pensaron en todo e hicieron un suelo convexo con unos desagües para estos casos.

La cúpula tiene 45,5 metros de diámetro y es la más grande construida hasta la introducción del cemento en el Siglo XX. Es mayor incluso que la cúpula de San Pedro del Vaticano. La altura de la cúpula es la misma que el diámetro, lo que proporciona una sensación de equilibrio al edificio. En el Panteón se encuentran tumbas de personajes tan ilustres como Vittorio Emanuele II, primer rey de Italia y Rafael.

10. Los nasones

Quien haya visitado Roma, se habrá percatado de la multitud de fuentes que pueblan sus calles. Muchas de ellas tienen el caño con una forma alargada que recuerda a una nariz. De ahí viene el nombre de con el que son conocidas: "Nasones" (proviene de la palabra "naso", nariz). Por ellas sale agua todo el tiempo, pero la forma de beberlas no es la habitual, sino que hay que tapar el caño para que el agua salga hacia arriba. Mucho más cómodo, ¿verdad? Sólo quedan tres nasones originales del siglo XIX, realizados con la forma de una cabeza de dragón. Uno de ellos se encuentra en Piazza Rotonda, donde está el Panteón.

11. La fontana di Trevi

Ya sabes que tienes que lanzar tres monedas si quieres volver a Roma... Esta es la leyenda más popular de Roma. Si tiras una moneda con la mano derecha sobre el hombro izquierdo volverás a Roma. Si lanzas una segunda moneda, según cuentan, te irá bien en el amor y si decides lanzar una tercera puede que acabes en matrimonio.

Tal es el éxito de la leyenda que se han llegado a recoger 3.000 euros en un sólo día. Parece ser que se podría recaudar alrededor de un millón de euros al cabo de un año. Para evitar tentaciones, cada noche se recogen las monedas, que son destinadas a causas benéficas.

Si te llama la atención la idea de bañarte en la Fontana, como hizo Anita Ekherg en La Dolce Vita, has de saber que la multa mínima es de 500 euros. En cualquier caso, ahora mismo la estatua se encuentra en proceso de restauración y no tiene ni agua, y casi ni vistas. Puedes ver cómo se desarrollan las obras aquí.

La fuente que vemos hoy es del S XVII, pero su origen se remonta al año 19 a.C. En aquel entonces, el general Marco Vespasiano Agripa ordenó construir un acueducto tras hallar un manantial de agua a 22 kilómetros de Roma. Los acueductos finalizaban siempre en una pila, que abastecía de agua a la ciudad. Así las cosas, esta fuente siempre ha tenido un papel importante en la vida de los romanos.

​12. ​Castillo Sant'Angelo

Si leíste o viste Ángeles y Demonios entonces sabrás que existe un pasadizo fortificado (o passeto) que conectaba Sant’Angelo con el Vaticano. Esto explica que el castillo también fuera residencia papal durante un tiempo. En su origen (año 139 d.C.) fue concebido como mausoleo personal y familiar para el emperador Adriano (por ello también se conoce como Mausoleo de Adriano) para posteriormente usarse también como fortaleza militar y cárcel. Hoy alberga el Museo Nazionale del Castel Sant’Angelo.

La estatua del ángel que corona el castillo (y da nombre al mismo) tiene una curiosa historia: en el año 590 Roma sufrió una epidemia de la que no lograba recuperarse. Un día, el Papa Gregorio I tuvo una visión, justamente en lo alto del castillo. Según parece se le apareció el arcángel San Miguel envainando una espada, que él interpretó como el fin de la epidemia. Al poco tiempo, fue justamente lo que pasó. Y por ello colocó en lo alto del edificio la figura de un ángel de mármol, de Raffaello da Montelupo. La que vemos hoy en día es de bronce, y fue mandada poner por el Papa Benedicto XIV. La antigua se encuentra en uno de los patios del recinto.

13. Los foros romanos

Toda ciudad romana debía contar con tres construcciones imprescindibles: un capitolio, un foro y un comitium (lugar de reunión de patricios y tribus de Roma). Lo curioso es que todo lo demás, incluso las defensas militares, se edificaba después, en torno a este centro. En la Roma Republicana, el foro ocupaba algo más de dos hectáreas, lo que hacía posible que prácticamente la totalidad de sus habitantes pudieran ocuparlo a la vez.

En cuanto al comitium, éste también fue utilizado por los adivinos oficiales, los augures. Éstos observaban desde allí el vuelo de los pájaros para hacer sus predicciones (los romanos no tomaban ninguna decisión importante si no estaba respaldada por los Dioses, interpretados por estos augures).

Dada su importancia, el comitium fue cubierto de mármol, lo cual obligó a trasladar la higuera sagrada donde se supone que aparecieron Rómulo y Remo tras su periplo en el río Tíber. La llevaron al Palatino, construido en una de las 7 colinas de Roma y donde, según cuenta la leyenda, se encontraba la cueva en la que la loba amamantó a los gemelos.

El comitium también sirvió como reloj oficial de Roma (previo al reloj solar, descubierto en el 263 a.C.).

14. El templo de Vesta y el templo de Saturno

En su origen, el templo de Vesta no era más que una especie de cabaña circular que albergaba las estatuas de los dioses protectores del pueblo romano. En mitad del recinto ardía el fuego sagrado de la ciudad, que se supone protegía a los habitantes de Roma. De hecho, se creía que la seguridad de la ciudad estaba ligada a la conservación de estas estatuas.

El Templo de Saturno, sin embargo, tuvo un carácter muy distinto. Allí se celebraban las llamadas “fiestas saturnales”, durante el solsticio de invierno. El evento hacía honor a un rito de fertilidad, lo que suponía una auténtica bacanal donde las leyes no existían. También se dieron allí, en sus orígenes, algunos sacrificios humanos que después serían eliminados.

15. Santa María del Popolo

Fue fundada en el 1099 en el lugar donde se situaba el mausoleo de la familia paterna del emperador Nerón, donde se creía que reposaban sus cenizas. Por este motivo, los romanos de la Edad Media creían que el lugar estaba embrujado y que el alma de este emperador se había encarnado en un enorme nogal cuyas ramas retorcidas, cubiertas día y noche de cuervos, guardaban las ruinas de su tumba. El Papa Pascual II decidió acabar con la leyenda, mandó talar el árbol y edificó una capilla en honor a la Virgen. Su construcción fue sufragada en gran parte por el pueblo de Roma. Por ello se la conoce como Santa María del Popolo (o del pueblo).

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