La falta del líquido elemento convierte su superficie en un terreno árido, rugoso y, en casos extremos, cuarteado. Vamos, un desierto cutáneo en toda regla que no solo se ve sino que también se siente. Una de las sensaciones más desagradables que existen cosméticamente hablando es esa falta de jugosidad, cuando los rasgos tiran y parece que la resistencia de la piel no va a aguantar ni un levantamiento de cejas o una carcajada.
Casi todo el mundo ha padecido en algún momento de su vida sequedad cutánea. Con la edad, la piel tiene la mala tendencia de abandonar sus buenas costumbres hídricas (las glándulas sebáceas encargadas de producir la sustancia clave para la hidratación se agotan). Y los factores externos a los que estamos irremediablemente sujetos a diario tampoco ayudan mucho a que nuestra hidratación se mantenga intacta. Al contrario, el problema se agrava.
Cuanto más seco es el aire ambiente, más absorbe la humedad que la piel desprende; los baños calientes y el uso a la ligera de jabones agresivos, limpian, pero también se llevan por delante la capa protectora de la superficie de la piel, al igual que la exposición al dúo sol-viento... Factores que alteran nuestra piel que ve cómo se evapora su capital de humedad.
El papel de la cremas y lociones hidratantes no es el de aportar una fuente de agua, sino el de recrear la barrera protectora para conservar su hidratación. Y aquí está la clave... Durante mucho tiempo se ha creído que para tratar las pieles secas solo era necesario un aporte extra de lípidos. Hoy, los cosmetólogos saben que no es tan sencillo y que, para normalizarlas, es obligatorio vigilar su capacidad para retener el agua.
No hace falta ser dermatólogo para saber que nuestra piel está recubierta por una película hidrolipídica formada en parte por sebo. Y este envoltorio funciona al mismo tiempo como un escudo protector y como un guardaespaldas que evita que el agua se evapore. Ahora bien, lo que no todos sabemos es que el índice de hidratación de la piel varía entre un 70% en la dermis y un 13% en la capa córnea. Su buena salud depende del equilibrio entre los aportes de agua, su capacidad para retenerla y su evaporación.
En efecto, si la piel está seca, es ante todo porque las células de la capa córnea no están unidas. Su película es incapaz de protegerla correctamente de las agresiones así como de los tratamientos con medicamentos o de la menopausia. ¿Resultado? La secreción de sebo disminuye, el agua se escapa. Los científicos buscan nuevos enfoques, nuevas fórmulas y nuevos activos capaces de restaurar la película hidrolipídica. Una nueva batería de hidratantes ve la luz cargada de ingredientes que se adaptan a cada tipo de piel... porque sequedad hay una, pero pieles, muchas.
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