Una de las situaciones más comunes y a la vez más desconcertantes que casi todo el mundo ha experimentado es la de despertarse con el recuerdo de haber soñado pero ser incapaz de recordar los detalles. En muchas ocasiones simplemente recordamos pequeños fragmentos de los sueños, a pesar de tener el convencimiento de haber soñado durante gran parte de la noche.
Esta circunstancia generalmente nos deja en un estado de confusión, ya que no comprendemos el motivo por el que una experiencia que hemos sentido como real, de repente parece borrarse de nuestra memoria.
Sobre el olvido de los sueños hay muchas conjeturas y pocas certezas. Para comprender mejor porqué ocurre esto vamos a adentrarnos en algunas de las teorías que se manejan acerca del motivo por el que no podemos recordar lo que hemos soñado la noche anterior.
¿Por qué no recordamos lo que hemos soñado?
Lo que se sabe con total seguridad es que durante el periodo en que dormimos no todas las áreas del cerebro permanecen activas. La teoría más plausible en relación a porqué no recordamos los sueños es que el hipocampo, la región cerebral que se asocia con la memoria, es una de las que permanece desactivada.
También se manejan otras posibles explicaciones, si bien es difícil saber cuánto hay de cierto en ellas. Por ejemplo, algunos creen que la falta de recuerdos se debe a que el periodo de sueño es un periodo de reparación, por lo que la memoria no es una prioridad y no se le presta atención a lo que está sucediendo en el cerebro. Algo así como que este órgano se encuentra en modo mantenimiento y por tanto no está funcionando de la misma forma en que lo hace cuando estamos despiertos.
Por último también se cree que una de las causas de este olvido puede ser la ausencia durante ese tiempo de una neurohormona llamada norepinefrina, que es básica para que los recuerdos puedan fijarse en la memoria.
Las ventajas de olvidar los sueños
En cualquier caso, el hecho de no poder recordar lo que hemos soñado no solo es normal y no debe preocuparnos, sino que además podemos interpretarlo como un recurso que la sabia Naturaleza ha puesto en funcionamiento para nuestro beneficio.
Sin la capacidad de olvidar lo que soñamos, nuestro cerebro colapsaría ante tal sobredosis de información, y nos sería muy difícil concentrarnos o adquirir nuevos conocimientos en estado consciente.
El sueño, por tanto, es un reseteo que resulta necesario para renovar nuestro cerebro y, al modo en el que hacemos con nuestros teléfonos móviles, “liberar espacio” que nos permita asimilar la información que nuestros sentidos nos proporcionan durante el día.
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