Culpemos a Lana del Rey. Cuando lanzó su 'Born to Die' nos hizo envidiar aquella corona de flores que la erigía en reina del boho-chic, mientras se sentaba en un trono flanqueado por dos preciosos tigres... y claro, no quisimos ser menos. Ni nosotras ni las demás cantantes, actrices y celebrities, que también quisieron su momento "ninfa del bosque en modo hippy". Y así comenzó la obsesión. Desde entonces, proliferaron cual setas en festivales -su territorio natural-, videoclips, conciertos y cualquier entrega de premios de la MTV que se precie. De aquí a la saturación de selfies florales en Instagram, sólo había un paso:
Llegados a este punto, ¿qué te parece si limitamos su uso? Podríamos pedirle a las celebrities que comiencen, a desengancharse poco a poco. Que guarden sus coronas hasta la siguiente temporada de festivales, y que se hagan selfies sólo en casos de extremo síndrome de abstinencia.
Y a las comunes mortales, les recomendamos que las elijan de dimensiones discretas, y sobre todo, que tengan en cuenta que las de las tiendas de disfraces sólo sirven para eso: disfrazarse. Es mejor que optes por comprar una en cualquier tienda de ropa low cost, así te aseguras que no parezca recién salida de un disfraz de fiesta hawaiana.
¿Y tú qué crees? Ha llegado el momento de irnos olvidando de esta tendencia? Comparte tu opinión con nosotros a través de twitter: @enfemenino
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