Ninguna mujer puede negar que algo se apodera de nosotras cuando entramos en Primark. Hace apenas un mes, esta cadena inauguraba su tienda en la Gran Vía madrileña como si de una macro discoteca se tratara. Colas inmensas para entrar, seguridad por todas partes... Todas nos volvimos locas y acudimos a Primark en manada, no queríamos quedarnos sin comprar aunque fueran unos simples pendientes. Todo esto nos ha hecho caer en la cuenta de que hay varias fases por las que todas pasamos cuando vamos a comprar a Primark. ¿Sufres tu también el efecto shopaholic?
1. Calentando los motores: la caminata apresurada
Una no camina en Primark, vuela. En cuanto subes la calle y ves el nombre de la tienda, empiezas a coger ritmo, e incluso intentas adelantar a los viandantes "lentos" que te impiden el paso. ¿Alguna vez has sentido que tus piernas no son tuyas? A eso nos referimos.
2. El dilema de la cesta
En cuanto entras a Primark, te entregan una cesta para que puedas cargarla con las prendas que te quieres comprar. Pero, aquí viene la gran pregunta: ¿la coges? Muchas pensaréis que estamos locas pero, analicemos la situación.
Una cesta vacía nos produce ansiedad. Corremos el riesgo de llenarla compulsivamente con cualquier cosa que nos encontremos con tal de no salir de la tienda con las manos vacías. La cargamos de ropa hasta límites insospechados y, probablemente, nos compremos cosas que ni queremos. ¿Os sentís identificadas, verdad?
Ahora viene la otra parte. ¿Qué pasa si no consigues llenar la cesta? ¿Te vas a casa en shock? ¿Aumentan tus frustraciones? Pensemos en positivo, es difícil irse de Primark con las manos vacías.
3. La apropiación innecesaria
Esta etapa es una de las primeras en experimentarse. La emoción de entrar en Primark te abruma y tiendes a coger la primera prenda que pasa ante tus ojos: la misma camiseta en todos los colores disponibles, zapatos que no son de tu talla... Ropa barata = ganga. Probablemente no te vayas a poner jamás nada de esto pero, ¿qué importa? En tu mente solo se escucha la palabra 'comprar'.
Nuestro consejo: respira, tranquila, no entres en pánico y piensa. Siempre puedes arrepentirte y sacar las prendas de la cesta. Así enmendarás tu locura transitoria.
4. Perder a tu mejor amiga en la zona de punto
Los Primark son enormes y todo el mundo sabe que se necesita apoyo moral para hacerle frente. Esto es lo que pensamos cuando planeamos ir a comprar pero, una vez dentro de Primark bye bye my friend. La conquista de Primark se lleva en solitario. Mientras haces cola tienes momentos de exaltación de la amistad; una vez dentro, la euforia desatada y el ansia de comprar hará que emprendáis caminos separados. Tranquila, seguro que os encontraréis en unas horas y, si no, siempre se puede tirar de Whatts app.
5. Comprar la misma prenda en todos los colores disponibles
Para el gimnasio, para el verano, porque sí... ¿Quién necesita excusas cuando las camisetas de tirantes cuestan 3 euros cada una? No nos importa tenerla en rosa, azul, rojo, verde, negro... Las queremos y punto.
6. Momento personal shopper de tu novio
Como si llenar la cesta con ropa para nosotras no fuera suficiente, nos pasamos también por la sección de hombres a ver si cae algo. No nos importa que a nuestro novio no le gusten las camisas hawaianas. Son baratas, así que se la compramos y no hay más que hablar.
7. Marcar tu territorio
¿Quieres sacar a la fiera que llevas dentro? Primark lo hará por ti. Pelearte por el vestido al que le habías echado el ojo o dedicarle miradas asesinas a la chica que está mirando los mismos pantalones que tú es algo habitual en Primark.
8. El partido decisivo
En algún momento, cuando menos te lo esperas, te das cuenta de que quieres la misma prenda en otro color, pero... ¡no recuerdas donde estaba! Primark es enorme y la tensión se palpa en el ambiente. Tranquila, haz memoria o pregunta a uno de sus dependientes. Sólo en Primark conseguirás tener varias prendas idénticas, esto no pasa en Topshop.
9. Tiempo de preguntas
Cuando la euforia del principio va decayendo, te empiezas a volver inestable a la hora de decidir. Ya no metes ropa en la cesta de forma compulsiva, te lo piensas. Comienzas a tener conversaciones contigo misma y piensas: "¿me estoy volviendo loca?, ¿voy a ponerme toda esta ropa?, ¿es normal hacer esto en Primark? ¡Qué vestido tan bonito!
10. Llegan los problemas
Siempre hay algo que sale mal. Alguien se desmaya por el calor y tu estás justo al lado. El guardia de seguridad te pide si puedes ir a por una Coca-Cola (recuerda que en Primark no hay bebidas aunque parezca una discoteca), el ascensor no funciona... ¿Es esto el infierno? ¿Podéis sacarme de aquí?
11. El síndrome del comprador responsable
Admítelo. Estás colocando la ropa cuidadosamente en su sitio sólo porque el dependiente te está mirando con ojos de halcón. Miras disimuladamente y, tan pronto como se gira, ¡boom! lo dejas todo tirado y echas a correr #culpable #losiento #enamoradadePrimark
12. Prohibido
Nada nos alegra más en el mundo que encontrar una chaqueta en Zara, Massimo Dutti o Toshop por 40 euros pero, ¿en Primark?, ¿estamos de broma? Prenda vetada, imposible que nadie se la compre.
13. Alguna vez en tu vida has dicho Primani en vez de Primark
Lo sabemos, no tiene razonamiento lógico. Aún estamos buscándole explicación pero, conocemos poca gente que todavía no lo haya hecho. ¿Qué relación hay entre Armani y Primark? No sabemos porque lo hacemos ni de donde viene, pero el subconsciente nos engaña. Es inevitable.
14. El momento joyería
Nunca has tenido mal gusto, detestas la bisutería demasiado brillante pero... algo está cambiando en tu interior. ¡Oh, no! Ese par de pendientes enormes, llenos de brillos acaba de caer en tu cesta. Huye mientras puedas y no mires atrás. La vergüenza pasa rápido, solo debes meter otra cosa nueva en tu cesta y todo quedará olvidado.
15. La cola
Si tienes la suerte de haber sobrevivido hasta este punto, tienes dos opciones. O corres y esquivas a la gente, o te quedas atascado en la cola. Si vas siguiendo el acordonado que te lleva hasta la caja, sabes que vas a perder una hora de tu vida. Si desistes y abandonas, te irás a casa sin nada. Coge aire y prepárate para sudar.
16. Estás teniendo ESA sensación de euforia incontenida
Justo cuando creías que tenías el chollazo del siglo, llegas a caja para pagar y te informan de que ¡es aún más barato! Chillarías y saltarías como una loca pero, el dependiente de "Primani" es demasiado guapo para presenciar esto y quedarías como una auténtica tarada. Dedícale una miradita a tu amiga, vosotras os entendéis.
17. Pruébate la ropa en los probadores
Sí, pensarás que estamos locas aconsejándote esto pero, a veces pasa. Siempre hay un exhibicionista suelto en Primark.
18. Él último esfuerzo
Ha llegado el momento de acercarse a la caja y pagar. Crees que llevas todo lo necesario pero, no cuentas con que los calcetines, las gomas de pelo, las horquillas e incluso los caramelos Mentos, se encuentran rodeando el trayecto hasta la caja. ¿Podrás resistirte?
19. Exaltación de la amistad con el cajero
¿Llamar al dependiente por su nombre te hace sentir bien? Sabemos que no puedes controlar tu emoción así que, permítete ser excesivamente cariñosa. Reconocemos que es un poco raro, pero te acabas de dejar 90 euros en Primark, es entendible, ¿no?
20. Las consecuencias
¡¡90 euros!! ¿Cómo ha pasado? Bueno, vale, te has comprado cinco pares de zapatos, diez camisetas, tres pares de pantalones, dos vestidos, unos pendientes, dos colchas de cama, un pijama, gafas de sol, una vela perfumada, tres paquetes de mentos... ¿Cabrá todo en la misma casa?
21. La talla equivocada
Llega el peor momento de todos. Sales de la tienda y te das cuenta de que has comprado la talla equivocada de camiseta. ¿Qué estabas haciendo cuando fingías mirar la etiqueta? Bueno... qué se le va a hacer. Tendrás que regalar tu nueva adquisición.
22. La salida
Te sientes satisfecha cuando miras el ticket de compra porque, analizándolo bien, te has gastado 90 euros pero te has llevado muchas cosas. Esta sensación tan placentera solo puede estropearla la lluvia, recuerda que las bolsas de Primark son de papel.
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