A primera vista, puede que pienses que esta es la típica postura del misionero, con él encima y tú debajo. Pero, por supuesto, aporta un nuevo giro de tuerca.
Contigo abajo, pídele que se ponga a cuatro patas. A continuación eleva la pelvis hasta su pene. Dile que se quede quieto mientras que tu te mueves arriba y debajo de manera juguetona.
Una postura que da paso a la ternura y las caricias... Dejate llevar por tu pareja: el hombre domina. Lo mejor para despertar el punto G.
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