Irene Fehr, actualmente coach de relaciones y sexualidad, pasó por una experiencia amorosa que no salió de acuerdo con sus expectativas. Lo tenía todo para ser feliz: una relación sólida y un futuro prometedor. No obstante, algo acabó con su conexión emocional y sexual: su deseo sexual desapareció por completo. Como ella misma explica, “Después de un período de mucha pasión, ya no sentí nada más: ni deseo, ni placer, ni emoción”.
Esta falta de deseo se convirtió en todo un reto para la intimidad en su matrimonio, y como resultado, Irene se sintió sola, rota y anormal. Buscó respuestas con ginecólogos, terapeutas y médicos, pero las explicaciones que recibió solo hicieron que su incertidumbre sobre lo que estaba ocurriendo fuera en aumento. Las respuestas que recibía no hicieron más que aumentar su sentimiento de soledad, y su relación empezó a desvanecerse en medio del silencio y la incomprensión.
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"Durante mucho tiempo pensé que había algo defectuoso en mi cuerpo, que algo no iba bien conmigo"
Lo que le ocurrió a Irene no es algo tan inusual. De hecho, muchas mujeres pasan por experiencias similares, aunque pocas se atreven a hablar de ello. El deseo sexual femenino se entiende erróneamente cuando se compara con el masculino. En muchas ocasiones, se espera que las mujeres tengan un deseo espontáneo, como en las películas, pero esta idea no se ajusta a la realidad biológica y emocional de la mayoría de las mujeres.
De hecho, Irene creyó durante mucho tiempo que algo no estaba bien con ella. Sin embargo, fue solo después de su divorcio, cinco años más tarde, que descubrió la clave de todo este asunto: la sexualidad femenina no funciona de la misma manera que la masculina, y esto es totalmente normal.
A diferencia de lo que podemos creer, el deseo sexual femenino no es espontáneo, es reactivo. Este proceso involucra diversas dimensiones: física, emocional, mental y psicológica. La mayoría de las mujeres necesitan sentirse seguras, deseadas y conectadas, tanto consigo mismas como con su pareja, para que su deseo se despierte. Según Irene, comprender esta diferencia es clave para evitar el ciclo de frustración y culpabilidad que destruye muchas relaciones.
"Pensé que tenía que cambiar yo misma, pero lo que realmente necesitaba cambiar era mi visión sobre mi propio deseo", concluye Irene Fehr. Al conocerse mejor a sí misma y aprender a comunicarse de forma abierta con su pareja, se puede construir una relación más fuerte, más íntima y, sobre todo, más satisfactoria.