Condiciones ideales
Llegan las vacaciones y decimos adiós al estrés y a las preocupaciones para dar la bienvenida a la relajación. Y quien dice «relajación» habla de bienestar y placer. Por eso, una vez se acabaron los dolores de cabeza y la rutina, nos sentimos liberadas y hermosas.
Y sin tiempo que nos condicione y con la mente despejada, nos dejamos llevar por lo imprevisto y los nuevos encuentros. Así pues, el tiempo libre que nos ofrecen las vacaciones favorecen un estado de ánimo que nos pide descubrimiento y placer.
Tomarse tiempo para enamorarse
El amor y la seducción no entienden de rutinas; necesitan espacio para expandirse. Seducir al otro, dejarse seducir y aprender a conocerse son juegos amorosos que necesitan tiempo. Por eso las vacaciones son el momento idóneo, porque si hay algo de lo que disponemos en esa época es de tiempo. ¿Cuál es la actividad favorita del verano? Estirarte en la piscina a soñar con el morenazo que has visto en el pueblo, arreglarte para gustarle, hablar con él en la playa durante horas y fantasear hasta el día siguiente. Pero el tiempo no es el único que sabe de erotismo y pasión; el clima y el escenario favorecen también los encuentros románticos y las grandes pasiones.
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La excitación
Con la llegada del verano volvemos a descubrir nuestro cuerpo y su sensualidad aflora de nuevo. Sino, ¿en qué otra estación nos paseamos medio desnudas, en bikini o con pareo? Este renacimiento carnal, casi animal, despierta el deseo y la sexualidad. Las hormonas están en pleno apogeo y no hace falta apenas nada, una siesta a la sombra de un árbol, un beso en el agua, una caricia en la espalda, para que nuestros sentidos se exciten por completo. El espíritu, liberado de toda contingencia, y el cuerpo, sin ningún tipo de inhibición, son las condiciones ideales para practicar juegos sexuales y descubrir el placer.
Aumentar la autoestima
Por norma general, los amores de verano no resisten la vuelta al mundo real. El paréntesis encantado se cierra, y la rutina retoma su curso: el bronceado ha abandonado nuestra piel, vuelve el estrés, el reloj marcar el tiempo de nuevo... Se trata de una realidad que no favorece nada en absoluto el encanto de los amores de verano. Cuanto más corta es la historia, más intensa, así que hay que aprovecharla al 100 % para volver a casa con la autoestima por las nubes, seguras de nuestro potencial de seducción y de nuestra sexualidad, y listas y en forma para enfrentarnos al trabajo. Entonces, ¿por qué renunciar a estas aventuras?