La esperanza es lo último que se pierde, ¿no es así? Pero además, internet hace verdaderas maravillas, ¡y eso ayuda! Así que, aunque los Reyes Magos, mis padres y eBay ignoren mis peticiones, esta vez cogeré el toro por los cuernos y conseguiré recrear mi cita con Leonardo DiCaprio paso a paso. ¡No os la perdáis!
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Leo ha conseguido entrar en razón. Después de haber salido con un montón de ángeles de Victoria's Secret de apenas 20 años, por fin se ha dado cuenta de que no había que tomarse al pie de la letra la expresión "estar en el cielo" y que es más probable que una mujer que físicamente no sea su estilo (nosotras), consiga hacerle feliz. ¡Por fin el patito feo gana a los cisnes!
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Pero no nos desviemos. Aunque por fin Leo sabe lo que quiere, eso no quiere decir que no haya que emplearse a fondo, por lo que es mejor tomarse el día libre para descansar. Cuando estoy en los últimos retoques para la cita... ¡Ding dong! ¡Es el timbre! Como una colegiala en su baile de fin de curso, abro la puerta y entra el chico de mis sueños.
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Leo está jugando su mejor baza, con una reserva en el restaurante más exclusivo de la ciudad. Una vez allí, se sienta y levanta su copa para brindar: "Por nuestro amor". Esta declaración, por supuesto, viene acompañada por unos espectaculares fuegos artificiales, como en todos los finales de Disney.
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El resto de la cita también es perfecta. Comemos, bailamos, nos reímos, hablamos. En mi cabeza, voy tachando todas las cosas de mi lista "El hombre perfecto". Incluso si Leo no dejaba mucho lugar a dudas, ha superado todas las expectativas. Cuando pregunta tímidamente: "¿Nos tomamos algo en mi casa?", la respuesta no puede ser otra más que "sí". Una vez allí, otra vez vuelve la sensación de estar viviendo en un cuento de hadas. ¡No hay forma de describir cómo es su casa!
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Las cosas se aceleran y sin ofrecer la famosa copa, ¡llega el beso! No pierde el tiempo, ¡pero tampoco importa!
Quizá la cita tendría que haber terminado ahí. A lo mejor ese beso era el final perfecto. Pero seamos honestas, estamos en el siglo XXI, y la fantasía de toda una vida no termina en un beso. Pero la que tendría que haber sido una noche perfecta termina en un verdadero drama cuando en los preliminares aparece... la verdadera mujer de su vida, ¡su madre!
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¡Es como un jarro de agua fría! Sin decir ni pío, salgo huyendo de este niño de mamá. Y no, no me gustan las relaciones a tres. A pesar de sus súplicas y sus lágrimas, pego un portazo para no volver nunca. Tu madre o yo, y con casi 40 años, ya te tendrías que haber decidido.
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