Es posible que ya hayas notado este cambio o, al menos, tengas la sospecha. Es probable que hayas estado reflexionando durante algún tiempo sobre cómo tu relación de pareja ha perdido su chispa original, transformándose en una conexión más cercana a la de compañeros que a la de amantes.
Aquellas parejas que han compartido numerosos años juntas y que continúan haciéndolo, ya sea por hábito o inercia, a menudo creen que todo marcha bien, sin siquiera considerar la posibilidad de que la relación pueda enfrentar problemas.
Aunque es posible que la convivencia sea buena, o al menos aceptable, y que aún exista afecto considerable, la rutina y la monotonía, como suele suceder, podrían estar afectando negativamente a la relación.
Es posible que en ciertas ocasiones, uno o ambos miembros de la pareja se percaten de que, a pesar de mantener un afecto profundo el uno por el otro, la chispa que una vez compartieron ya no está presente. No pueden precisar cuándo ni cómo sucedió, pero reconocen que las cosas han cambiado. En algunas situaciones, esta realidad puede pasar desapercibida, mientras que en otras simplemente se elige no reconocerla. Cada uno se sumerge en sus rutinas, obligaciones y roles asignados, sin percatarse de que la distancia entre ellos va aumentando con el tiempo.
La pasión se ha extinguido desde hace un tiempo, y aunque existe un afecto considerable, es un cariño similar al que se tendría por un compañero de piso amigable. En realidad, la convivencia es armoniosa, no hay problemas ni disputas, la organización del hogar y las responsabilidades fluye sin complicaciones... y precisamente eso dificulta reconocer que el amor romántico ha llegado a su fin.
En resumen, tu pareja es alguien con quien compartes aspectos como la vivienda, el automóvil, posiblemente una hipoteca, amigos y quizás uno o más hijos. No obstante, existe una marcada distancia emocional que no resulta fácil de aceptar.
Señales de que tu pareja se ha convertido en un compañero/a de piso
Falta de contacto físico
Al mencionar el contacto físico, nos referimos a la ausencia de caricias, abrazos y gestos como tomar de la mano, cualquier tipo de acercamiento de este tipo. Esto fortalece el vínculo de pareja, y si ha desaparecido, ya sea en su totalidad o en gran medida, puede ser indicativo de que algo no está del todo bien.
Falta de besos
La situación se caracteriza también por la falta de intercambio de besos espontáneos entre tú y tu pareja, es decir, ya no se dan besos simplemente porque sí, sin que sea una ocasión especial como un cumpleaños o navidad. Aunque es natural que la frecuencia de los besos disminuya con el tiempo, su completa desaparición, o casi total, es una señal de que tu pareja se está convirtiendo en un roomie para ti.
Ya no hay sexo
Una señal bastante evidente de que tu relación ha cambiado drásticamente es la falta de intimidad sexual con tu pareja. La ausencia total de actividad sexual deja claro que hay problemas significativo. Aunque es normal que las parejas de larga duración tengan menos relaciones sexuales con el tiempo, el hecho preocupante es cuando ni siquiera recuerdas cuándo fue la última vez que ocurrió.
Hay más silencio que conversaciones
Podría ser que las conversaciones se limiten a lo estrictamente necesario, a los temas prácticos y funcionales. Durante la cena, por ejemplo, la atención de ambos está completamente absorbida por la pantalla de la televisión o, peor aún, por el teléfono móvil. Ya no compartes detalles sobre tu día ni escuchas anécdotas curiosas que le hayan sucedido a tu pareja. Estas conversaciones más profundas y personales han desaparecido, y si solo hablan sobre tareas cotidianas como las compras o la basura, algo no está funcionando como debería.
No hay discusiones
Lo has entendido correctamente. La ausencia total de discusiones también indica que hay problemas en la relación. No es saludable que una pareja discuta constantemente, pero tampoco es bueno que nunca haya desacuerdos. Si evitas expresar tus molestias o quejas sobre el comportamiento de tu pareja, es probable que te sea indiferente lo que haga o deje de hacer. Esta falta de comunicación sobre las preocupaciones y expectativas puede ser una señal negativa para la relación.
Te gusta cada vez más que no esté tu pareja en casa
Así es, cuando tu pareja no está en casa o está ocupada con sus propias actividades, disfrutas de la tranquilidad y de la libertad para hacer lo que te apetece sin ninguna interferencia. No sientes incomodidad si está cerca, pero, en general, te resulta indiferente su presencia o ausencia. Con bastante frecuencia, e incluso tal vez en exceso, te encuentras imaginando cómo sería volver a estar a solas.
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Lo mejor por hacer para evitar esta situación
En primer lugar, es relevante cuestionar si hay alguna manera de prevenir este fenómeno o si, simplemente, alcanzar este punto es inevitable. Otra interrogante que surge es la clásica: ¿qué sucedió primero, la falta de besos, caricias y sexo, o la pérdida del amor? La respuesta probablemente sea la última opción, aunque no se puede afirmar con certeza que sea así en todos los casos.
En efecto, si logras mantener la sorpresa, la ilusión, la diversión y la innovación en todos los aspectos de la relación de pareja, es posible evitar que la monotonía se instale. Este sería un paso crucial para preservar el amor. Si ya se ha llegado a este punto, aún existe la oportunidad de intentar recuperarse. Retomar actividades que se realizaban al inicio, disfrutar de momentos divertidos juntos, cenar solos de vez en cuando o participar en actividades de ocio compartidas pueden contribuir a reducir esa distancia emocional.
Ahora bien, la pregunta sobre cómo evitar que el amor se agote no tiene una respuesta clara. Por lo tanto, si en algún momento te das cuenta de que has llegado a ser más como compañeros de piso que como pareja, tendrás que tomar una decisión significativa. Puedes optar por hablar con tu pareja para abordar la situación y decidir juntos cómo enfrentarla, siempre y cuando ambos crean que hay posibilidad de solución.