A pesar del secretismo con el que la pareja de Hollywood ha gestionado todo lo relativo a la llegada de su pequeña, nacida el pasado 22 de julio en la clínica Ruber Internacional de Madrid, ya ha trascendido a la opinión pública uno de los detalles que más expectación habían creado sobre la llegada del segundo bebé de los dos actores: el nombre de la niña.
Poco después de que Javier Bardem acudiera al registro civil para certificar la llegada de un nuevo miembro a su familia, fuentes de toda solvencia aseguraban al portal Vanitatis que el nombre de la pequeña era 'Luna'. De ser así, la revelación rompería con los pronósticos mediáticos que apuntaban a Mónica y Victoria como los principales nombres que consideraban Penélope y su marido.
Este no es el primero de los datos que se conocen sobre la niña sin el consentimiento de sus famosos padres, quienes siempre se han caracterizado por sellar con celo cualquier detalle sobre su ámbito personal, ya que el sexo del retoño se filtró a la prensa a las pocas horas de que llegara al mundo causando un gran enfado en la pareja. De poco sirvió entonces el contrato de confidencialidad que los intérpretes supuestamente hicieron firmar a todo el personal del hospital que asistió a la actriz en el segundo parto de Penélope.
Al igual que ocurriera tras la venida al mundo de su primogénito Leo, los oscarizados actores han sido objeto de numerosas críticas por parte de los reporteros que se han afanado en cubrir el nacimiento de Luna hasta la extenuación, una dinámica que se entiende por la animadversión que la pareja siempre ha sentido por los informadores. Aunque todavía colea la rotunda frase "Iros a la mierda" que Bardem espetó a los paparazzi que trataron de felicitarle por su primera paternidad -cuando la pareja acudió a una discoteca madrileña semanas después de la llegada de Leo- el malestar que siente la prensa en esta ocasión está más relacionado con la actitud de "desprecio" que habría desplegado la pareja al salir a toda prisa del hospital, ignorando a todos aquellos que estaban apostados a las puertas del centro desde hacía semanas.
"Lo hicieron sin querer saber nada de la prensa que estaba esperándoles desde hacía días, y con un desprecio total se metieron en una furgoneta con los cristales tintados", se quejaba un anónimo reportero al diario Libertad Digital.
Bang/Enfemenino.com
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