Todo el mundo sueña con ser el padre o la madre perfecta y lograr una armonía familiar a través del cariño y respeto. Sin embargo, la rutina y el día a día se acaban imponiendo y se tiende a un estilo educativo concreto, quizás no es con el que más te identificas, pero sí con el que crees que obtienes los mejores resultados. Conocer dicho estilo te permitirá reconducirlo a otro que sea más adecuado y que consiga el objetivo que te planteas. A continuación, te resumimos los cuatro estilos educativos más conocidos planteados en la teoría de Schaefer (1959).
1. Autoritario
Es un estilo marcado por ejercer un control firme y disciplinado, menos dialogante. Es muy importante la obediencia y por eso se recurre a los castigos si es necesario. Otra característica es que a los padres y madres enmarcados en este estilo les cuesta hablar de sus emociones con sus hijos y entienden que la comunicación es de hijos a padres. Por eso, se habla de un estilo frío, lo cual no significa que no quieran a sus hijos, solo que marcan más las distancias. Todo eso repercute muy negativamente al largo plazo en la autoestima, autonomía y en la gestión de emociones ya que hace que comuniquen poco (no hablen de sus emociones) y mientan más o no comuniquen muchos de sus problemas a sus padres.
2. Permisivo
También conocido como sobreprotector. Los padres o madres que se encuentran en este estilo tiene como principales características una comunicación fluida, la empatía, la aceptación y la disponibilidad total con sus hijos. Sin embargo, aunque hay normas en casa rara vez existe algún tipo de consecuencia o autoridad cuando se incumplen y suelen ceder ante muchas de las demandas de su hijo. La falta de habilidades para marcar límites y la evitación de la disciplina consiguen que sus hijos sean más desobedientes, menos autónomos y más inmaduros.
3. Negligente
Ser un padre o un padre con un estilo negligente significa que hay una mayor ausencia de compromiso paterno quizás porque trabajan o porque directamente no quieren educar porque se concentran más en ellos mismos y sus preocupaciones y eso hace que no les quede tiempo o no tengan ningún interés en educar. Por tanto, no van a ejercer ninguna disciplina ni van a tener en cuenta las necesidades afectivas de sus hijos. La falta de comunicación, límites y una distancia emocional conduce a niños con mayor riesgo de tener problemas emocionales y de comportamiento, además son más vulnerables a conductas de riesgo como el consumo de alcohol y drogas.
4. Democrático
Es una mezcla de lo mejor de los tres estilos, en este estilo los padres y madres están disponibles a las necesidades de sus hijos, pero les dejan cometer errores para que aprendan de ellos, se les ofrece herramientas para ser más autónomos, se dialoga (no existen jerarquías o monólogos y tanto los padres como los hijos hablan de sus emociones) y se negocia algunas de las normas y responsabilidades. Siempre partiendo del respeto y de la empatía se marcan los límites y si se trasgreden también hay consecuencias al respecto. Este estilo consigue que los niños puedan desarrollarse y tener un mayor bienestar psicológico porque canalizan sus emociones de forma adecuada y resuelven los conflictos de forma asertiva e independiente.
¿Cómo conseguir ser un padre democrático?
- No seas extremo en ninguno de los tres estilos de los que te hemos mencionado anteriormente.
- Sé consciente de tu tendencia y márcate objetivos concretos para cambiar de forma progresiva semanalmente.
- Favorece un clima de comunicación y empatía por ambas partes, no sólo por la de tu hijo.
- Establece límites que tus hijos acepten y respeten.
- Demuestra el cariño, no sólo en función de tu estado de ánimo.
- Ejerce supervisión sin un control excesivo, recuerda que equivocarse también te ayuda a aprender.
- Fomenta la madurez y la responsabilidad, no sólo a través de resultados académicos.
Contenido elaborado en colaboración con Nuria G. Alonso, fundadora de Ayudarte Estudio de Psicología
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