Diez días, solo quedaban diez días para conocer si, realmente la audiencia iba a ser capaz de hacer ganadora de Supervivientes a Isabel Pantoja, pero, nuestro gozo en un pozo, nuestros deseos esfumados, nuestros sueños truncados… ¡La panto ha abandonado! Sí amigas, tras 435336 amagos de abandono, un sinfín de favorcitos que han quedado ocultos por la organización y unas broncas con sus compañeros que ya las quisiera la mismísima Dakota, la aventura de la tonadillera ha llegado a su fin y, cómo era de esperar, la audiencia no se cree la versión oficial de Telecinco.
Anabel Pantoja, la actriz de Cantora
Antes de su extraño abandono y su conexión en directo desde el hotel hondureño, momento que también tuvo su miga ya que gran parte de la audiencia asegura que en realidad, la tonadillera se encontraba ya en España mientras hablaba con Jordi González, presentador de los debates de los domingos y encargado de dar la noticia del regreso de la Panto, a muchos se les escapó un detalle que, de ser verdad, pondría en entredicho todos los actos cometidos por la organización del programa. Su política, su ética y moral, su falta de sinceridad con la audiencia… ¡Telecinco estaría tocado y hundido!
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Pero, ¿qué es eso tan importante que pasó y que, de demostrarse su veracidad terminaría con la credibilidad de una cadena de más de 20 años de antigüedad?
Todo ocurrió en la gala de expulsión del pasado 4 de julio en la que Isabel Pantoja destacó por su ausencia en La Palapa. ‘’Problemas’’ en el parte médico, niveles altos, y análisis ‘’poco’’ claros, así relataba Jorge Javier el motivo por el que la intérprete se había visto obligada a pasar unos días en la villa privada con la que cuenta el equipo del reality. Hasta aquí todo normal, las mismas dudas de siempre, los mismos interrogantes de si en realidad estaba enferma o la habían sacado de los Cayos para que repusiera fuerzas, llegara fresquita a la final y aguantar la semana y media que quedaba del concurso sin abandonar, pero todo normal. Lo extraño llegó cuando conectaron en directo con la madre de Kiko Rivera y ahí ya… ¡Se armó la gorda!
‘’Buenas noches a todos, a España entera, a mis compañeros, a mi familia… A todos. Me encuentro muy bien, quiero tranquilizar a mi gente, a mi familia, a mis hijos, a todos de que estoy bien, me estoy recuperando. Me sacaron de la isla para hacerme unas pruebas médicas, pruebas médicas que ya me han hecho y que estoy a la espera de los resultados. Estoy en observación médica por supuesto, bajo las mismas condiciones de mis compañeros’’. Parece correcto, ¿verdad? Estas fueron las palabras de Maribel en una conversación con el conductor de Sálvame que, aunque parecía lo más lógico del mundo, terminó convirtiéndose en el mayor misterio de la historia de Telecinco. Si volvemos a situarnos en aquella noche de jueves, aquella conversación con Jorge y aquel testimonio Pantojil, llegamos a una conclusión para la que ni siquiera Aramís Fuster tendría respuesta por muchas velas, conjuros y hechizos que hiciera desde el salón de su casa.
La voz de Isabel Pantoja era en realidad… ¡La de su sobrina Anabel! Muertas nos quedamos, petrificadas, anonadadas, hechas la picha un lío. ¿Cómo pudo ser capaz la gran fábrica de famosos de engañar de esa forma tan ruin a los espectadores del concurso? No era la Panto la que hablaba, no era su tono de diva y sus altivas palabras las que pasaban a través de los micrófonos, eran los de Anabel Pantoja, hija del hermano de Isabel y actual colaboradora de Sálvame.
Vale, no podemos asegurar 100% que esto que aquí contamos es realmente cierto pero, lo que sí sabemos es que la audiencia, sabia y soberana ya ha sentenciado al programa. Miles de comentarios en Twitter aseguraban que esa no era la voz de Pantoja, que Chabelita estaba más nerviosa de lo normal ante la llamada de la que pintaron como su madre, que hasta el presentador sudaba más de la cuenta… Y esos comentarios, como ya teníamos claro, derivaron en un sinfín de quejas e insultos a la famosa cadena de televisión y a sus integrantes. ‘’Mentirosos’’, ‘’sinverguenzas’’, ‘’este es el mayor tongo de la historia’’, ‘’cómo han podido hacer algo así’’, ‘’todo lo que tocan lo convierten en mierda’’, ‘’vaya chapuza’’. Y así podríamos seguir mencionando la indignación de los seguidores del concurso por los siglos de los siglos y hasta que las ranas criasen pelos (o Kiko Rivera aprendiera a cantar).
Jordi González, el déspota de Mediaset
El conductor de los debates de Supervivientes vivió su peor momento en la televisión durante la última gala del reality, en la que una destrozada Isabel Pantoja se veía en la obligación de abandonar Honduras por sus supuestos problemas de salud. Jordi González, que no supo cómo lidiar con la tensa situación creada en plató, utilizó su poder para hundir a uno de los grandes enemigos de la tonadillera, Colate.
‘’Todo es mentira. Si tuviera un contrato para volver a la cuarta semana, habría vuelto, pero no es verdad. Para decir mentiras, mejor meterse la lengua en el culo’’. Uhh… Jordi, qué mal, qué mal. Y todo porque Colate confirmó en el último debate que la Panto tenía ciertos favoritismos en la isla y aprovechó también para insinuar que la tonadillera habría firmado un contrato en el que solamente se le exigía permanecer cuatro semanas en el concurso, después de eso, a correr que es gerundio.‘’Quienes duden del programa que vayan a los juzgados y denuncien (…) Para nosotros los realities son sagrados’’, le reprochaba el presentador catalán, cada vez más acorralado, al ex de Paulina. A todo esto, el pobre Colate tuvo menos oportunidades de expresar su opinión que un inocente toro de escapar de la plaza. ‘’No me dejan responder y meten videos que no tienen que ver conmigo’’, decía un indignado Nicolás ante la mala educación que Jordi no dudó en mostrar con él.
A menos de dos semanas de la final y viendo cómo se han desarrollado los últimos acontecimientos, si Telecinco no da una explicación coherente en referencia al abandono de Isabel Pantoja, la falsa llamada con Anabel y el pésimo comportamiento de uno de sus presentadores estrella, no nos cabe la menor duda de que serán muchos los que se bajen de este tren de mentiras y triquiñuelas en el que nos metieron hace ya demasiadas ediciones.
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