Son probablemente algunas de las imágenes más complicadas de conseguir ya que, además de los habituales cuidados necesarios para tomar una buena captura, las imágenes bajo el agua suman un elemento líquido, casi imposible de controlar, en el que cualquier tipo de movimiento externo puede tener efectos sobre el resultado final.
© Marta Suherman
Las innovaciones tecnológicas han hecho grandes avances en este terreno en los últimos 10 años con la democratización de cámaras fotográficas aptas para ser usadas bajo el agua –la mayoría bajo unas condiciones con, todavía, mucho margen de mejora-. Las limitaciones han menguado en favor de la creatividad que crece por momentos y suma más y más posibilidades con cada nueva funcionalidad.
Aún así, conseguir imágenes buenas, en las que los detalles propios del entorno no arruinen la fotografía, sigue siendo muy complicado. Además de los medios técnicos se requieren complejas instalaciones preparadas para acoger decorados especiales que no hacen sino complicar aún más el proceso.
Es por ello que este tipo de fotografías no está, por el momento, al alcance de cualquiera, y aún menos resultados como los que obtienen algunos de los fotógrafos más reconocidos en la materia. Marta Suherman, Rafal Makiela, Ilse Moore o Jvdas Berra son solo algunos de los referentes de una técnica que gana adeptos a diario por lo especial de sus matices, la sensación de movimiento que genera y los espectaculares juegos de luces que el agua confiere a la imagen final.
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