¡Estoy embarazada! Esa sin duda es una de las grandes noticias que se puede escuchar en una familia que desea tener un integrante más entre sus filas. Sin embargo, la naturaleza no es tan rápida como queremos que sea y por eso el embrión tarda un poco más de lo que creemos en aparecer en la primera ecografía. ¡Y si aparece a la primera!
Porque, como es natural, para muchas mujeres una simple prueba de embarazo positiva no es suficiente para sentir que van a ser madres y muchas de ellas desean por encima de todas las cosas realizarse su primera ecografía para comprobar el estado del feto y poder ver su forma en el interior de su vientre. Y, claro, eso solo se consigue con el tiempo.
A pesar de su experiencia más que demostrable, muchos especialistas no siempre tienen la oportunidad de poder ver bien al feto desde el primer momento y les cuesta tomar una instantánea de la criatura aunque la semana de gestación indique que ya debería dejarse ver. ¡Porque cada cuerpo es un mundo a pesar de que seamos capaces de predecir los cambios que experimenta!
Primeras semanas del embarazo
Sin duda, la primera pista por la que puedes descubrir que estás embarazada es la falta de menstruación. Si bien es cierto que puede llegar a adelantarse o a demorarse una semana o dos, es un indicio fundamental de que hay algo que está funcionando de manera diferente a la habitual en tu cuerpo.
Además de este, el test de embarazo es otra de las pruebas más seguras y confiables a las que puedes acudir para saber si estás esperando un hijo. Sin embargo, muchas mujeres desconfían de su veracidad debido a que no están seguras de hacerlo utilizado de la manera correcta o en el momento más oportuno para determinar que están embarazadas.
Es aquí cuando, de nuevo, acecha la impaciencia, puesto que muchas mujeres se someten a este test antes de lo que deberían. Esto se debe a que esta clase de pruebas miden la cantidad de la hormona gonadotropina coriónica (hCG), que comienza a elevar sus niveles después de la implantación del embrión. De este modo, es muy posible que el test de embarazo no consiga detectar si se ha concebido o no si se realiza poco después de haber mantenido relaciones sexuales.
Generalmente, la concentración de esta hormona es destacable a niveles superiores pasados unos 15 días desde la aparición de los primeros síntomas del embarazo (flujo rosado, mamas sensibles e hinchadas, aversión a los dolores fuertes, dolores lumbares y cólicos, mareos o vómitos, entre otros). Después de este tiempo, lo ideal es realizar el test de embarazo con la primera orina de la mañana, ya que posee una mayor concentración de hCG, siguiendo las instrucciones del propio test.
Este tipo de instrumentos tienen una fiabilidad muy alta, del 99%, y no dan señales de defectos, por lo que no puedes esperar resultados incorrectos. Una vez hayas orinado sobre la cinta del test (siempre debe estar en contacto con el líquido alrededor de 5 segundos), vuelve a taparlo para que no entre en contacto con ninguna otra sustancia. Al cabo de 3 a 5 minutos, obtendrás el resultado. Generalmente, si sale una sola raya es negativo y si sale dos, positivo, aunque depende del fabricante. No te preocupes por la intensidad del color.
Para reconfirmar el resultado del test en el caso de que no estés muy convencida, puedes acudir a tu centro de salud para someterte a un análisis de sangre. En este caso, los altos niveles de hCG se detectan unos 6-8 días después de la fecundación e implantación del óvulo en el útero. En cualquier caso, debes ponerte en contacto con los médicos del área de ginecología, que deben valorar tu estado de salud, ya que se puede tratar de un embarazo ectópico.
La ecografia transvaginal
Al contrario que el embarazo normal, en el que el óvulo fecundado se implanta y se desatolla en el útero, el éctopico se caracteriza porque el óvulo anida en otras zonas donde no se puede desarrollar, como las trompas de Falopio, los ovarios, la cavidad abdominal o, incluso, en la parte inferior o cuello del útero, que conecta directamente con la vagina.
Lógicamente estos embarazos no pueden continuar adelante porque no se podrían desarrollar de manera normal, sin embargo, los síntomas derivados del mismo son iguales que los de un embarazo normal. Generalmente, los más habituales son dolores en la pelvis, hemorragias vaginales, dolores en el hombro por la acumulación de sangre en una de las trompas e incluso desmayos.
Por ese motivo, además del test de embarazo y del análisis de sangre, es recomendable y totalmente necesaria una ecografia transvaginal. Ésta le permitirá a los médicos ver la ubicación exacta del óvulo fecundado o embrión. Es una de las pruebas más eficaces para determinar tu estado, ya que consiste en introducir un dispositivo alargado por la vagina llamado transductor que produce ondas de sonido que se traducen en imágenes. Éste se suele introducir con gel líquido o con un preservativo para no irritar o dañar la vagina de la gestante.
De este modo, los médicos o el ginecólogo pueden visualizar los órganos internos (útero, trompas ovarios, cuello uterino y vagina) para detectar el lugar en el que se encuentra el embrión o si existen ovarios poliquísticos, hacer el diagnóstico de una posible enfermedad e identificar los primeros signos de un posible aborto espontáneo. No obstante, la ecografia transvaginal también puede servir como complemento a la ecografia abdominal a lo largo del embarazo para determinar la posición y el estado del feto.
En cualquier caso, la ecografía transvaginal puede realizarse en los días siguientes al positivo del test de embarazo, ya que suele ser el primer sistema de ultrasonido fiable que se emplea para confirmar que la mujer está embarazada, puesto que es muy difícil (por no decir, imposible) detectar el embrión en sus primeras fases con ecografías abdominales, de modo que no es muy útil hasta que no superes el primer trimestre del embarazo y alcances los tres meses.
Es por eso que el ginecologo opta por las ecografias transvaginales del primer trimestre de gestación y nunca pueden suponer un riesgo fetal, ya que es un método de diagnóstico seguro no invasivo que no altera el desarrollo del feto ni de la madre ni con este tipo de ecografía si se puede acceder a imágenes y planos más nítidos y cortos, debido a que la sonda tiene un desplazamiento limitado.
Las ecografias abdominales
Al finalizar el primer trimestre, cuando el embrión alcanza la semana 12, se convierte en feto, de modo que sus formas ya le identifican como un bebé. Debido a que su tamaño ha aumentado, ya sí es posible realizar ecografías de carácter abdominal puesto que es posible detectarlo, además de que se puede seguir valorando el estado del útero, del saco y el líquido amniótico o de la placenta.
En realidad, las sociedades profesionales de la ginecología y tu propio ginecólogo te puede recomendar esperar hasta las 12 semanas desde la última regla, puesto que en muchos casos, las ecografías tempranas no alcanzan monitorizar los latidos del corazón del feto y pude asustar innecesariamente a los padres.
Además de comprobar que el corazón le late y lo hace siguiendo un ritmo normal, con la primera ecografia abdominal el ginecologo te puede informar de si estás esperando uno o varios niños, esto es, gemelos (ambos embriones en la misma bolsa) o mellizos (cada uno en una bolsa diferente) y la evolución del feto, asi como posibles malformaciones de mismo.
Esta ecografia abdominal también se lleva a cabo a partir del segundo trimestre de embarazo para diagnosticar alteraciones planetarias y del líquido amniótico y el estado tanto del saco gestacional. Éste, también denominado saco embrional, es la estructura que se encarga de acoger al embrión y de aportarle los nutrientes que necesita para su evolución y crecimiento.
Si bien es cierto que se desarrolla al poco de que el óvulo sea fecundado y el embrión anide en el útero materno, el saco gestacional es en definitiva el previo a la placenta, ya que entorno a la semana 9 o 10 del embarazo se convierte en ella y se encarga de proporcionar todo lo que necesita el bebé para seguir evolucionando a base de nutrientes y oxígeno hasta la llegada del parto.
Asi, una ecografia transvaginal puede detectar el saco embrional (una pequeña esfera oscura bordeada por un color claro) y, con ello, si permite determinar si este embarazo positivo se desarrolla de manera normal, que no existe riesgo de aborto y si el embrión esta creciendo correctamente en el lugar en el que debería hacerlo (esto es, que no se trata de un embarazo ectópico).
¿Cuándo se realiza la medición del pliegue nucal?
Como hemos comenzado este artículo, la mayoría de las madres desean llegar al fin del primer trimestre de su embarazo porque es entonces cuando se puede ver con mayor precisión las imágenes del feto o es útil la ecografia abdominal. Pero también muchas tienen miedos e inseguridades respecto a la evolución del bebé, puesto que las primeras semanas son fundamentales para determinar cómo va a tener lugar el parto y cómo se está produciendo el desarrollo fetal.
Una de las preocupaciones más frecuentes es la que está relacionadas con la alteracion de cromosomas y en concreto con la posibilidad de que el bebé padezca trisomía 21 y desarrolle síndrome de Down. Para determinar las probabilidades de que tu bebé tenga esta alteración congénita es necesario realizar una ecografía de pliegue nucal.
Este examen de translucencia nucal mide el engrosamiento del pliegue de la nuca, un área de tejido en la parte posterior del cuello. Consiste en medir mediante ultrasonidos el líquido existente con el fin de determinar qué probabilidades tenemos de que nuestro bebé tenga un trastorno cromosómico.
Si la zona es más gruesa de lo normal, puede ser una señal de que el feto padezca algún tipo de trisomía o problemas cardíacos. Se debe hacer siempre en la primera eco, entre las 11 y las 14 semanas, cuando la base craneal del feto es transparente. Además, conviene mencionar que junto con el grosor de la translucencia, el especialista también puede establecer el tiempo de gestación del bebé con gran exactitud.
En todo caso, aunque es una de las pruebas más segura y exactas que existen, con cerca de un 95% por cierto de efectividad, no es ni mucho menos definitiva y es necesario combinar esta medición con otros test que se realiza durante las primeras semanas, como el triple screening o cribado prenatal, encargado de valorar el riesgo de cromosomopatía a través de un análisis de sangre al que debe someterse la madre.
Respira y sé paciente
No te queda otra, porque a pesar de que has podido leer nombres y más nombres que probablemente no habías escuchado hablar de ellos antes, es fundamental que te tomes las cosas con paciencia y no trates de buscarte defectos por ser mamá primeriza o por no entender cuáles son estos procedimientos y para qué sirven.
Tanto el especialista en obstetricia como tu médico y tu matrona se encargarán de darte toda la información que necesitas semana tras semana para que esos nombres no te suenen a chino conforme se va acercando el gran día, el día del parto. Solo te queda entonces disfrutar de cada detalle que te puede aportar la maternidad y tomarte las cosas con filosofía, porque igual que las mamás, ¡no hay dos embarazos ni dos niños iguales!
Conforme vayan pasando los meses, te darás cuenta de que no hay una madre perfecta, sino una madre preparada. Por ese motivo, muchas mujeres embarazadas que han atendido a las indicaciones de su médico o de un profesional y han asistido a las clases de preparación al parto acaban diciendo: ¡Qué lista fui, que no me perdí ni una!
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