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Consejos para un embarazo con reposo: cuídate y déjate mimar

por El equipo editorial ,
Consejos para un embarazo con reposo: cuídate y déjate mimar© iStock

Un embarazo con reposo te pone contra las cuerdas de la depresión: el autoestima se precipita y cada vez te encuentras con menos ánimo. Sigue estos consejos para evitarlo.

Cuando uno se encuentra mal, sea física o anímicamente, se pone al final de la cola. La desgana vence el pulso al ánimo y te empuja a la esquina de la tristeza, como el arpa olvidada de Béquer. Arrinconada, esperas que alguien te tienda una mano. Quizá no para cogerla pero sí para sentir que al menos alguien percibe tu sufrimiento.

Qué malo es el lamento y peor sentir lástima por uno mismo. Hace que te encierres en ti, distorsiones la realidad y tengas al prójimo como enemigo. En esa situación, tú mismo dejas de quererte. El autoestima se precipita y el problema se agrava: cada vez te encuentras más aislado y con menos ánimo. Seguro que en psicología el inicio de este comportamiento tiene algún nombre complicado que, al final, todos conocemos como depresión​. Un embarazo con reposo te pone contra las cuerdas de esa enfermedad mental. Lo tiene todo para acabar en ella.

Video por Carla Dominguez

Durante la primera semana de reposo absoluto, tu cuerpo inmovilizado pierde un 70% de masa muscular. La espalda sufre fuertes dolores. También la cadera. El aseo se limita a un baño semanal. Tampoco te vistes ni sales fuera. La inactividad y falta de vitalidad son pólvora para la tristeza. Pero hay algo que agrava la situación psicológica, que es el miedo a que tu bebé nazca antes de ser viable. Todos esos ingredientes hacen que muchas madres abocadas a embarazos con reposo​, ya no tengan más embarazos después de conseguir a su arcoíris, que es como se le llama al hijo que nace después de una pérdida.

Sin embargo, existen algunos contrapesos que se pueden aplicar para aliviar la ‘depresión’. El primero de ellos es pensar en los que están peor que tú. Como decía mi profesor de Introducción a la Filosofía durante el primer año de carrera: si te detienes un momento y miras arriba, luego abajo, a la derecha y a la izquierda, descubrirás que eres el centro del mundo, ¿verdad? Así es. Cada uno de nosotros somos el eje del universo que se extiende ante nuestra mirada, nuestro tacto, nuestro olfato… Del universo que conocemos. Pero para saber el lugar que ocupamos dentro del universo, no solo del nuestro, tenemos que abstraernos y ojear alrededor. ¿Cómo sabes que eres mediano? Porque entre tus cinco amigos, dos son más altos y dos más bajos que tú. Pues bien, pensar en los que están mejor es algo casi instintivo. Cuando uno se encuentra mal, percibe que la mayoría restante ocupa una mejor posición. Para ver el otro extremo, hay que reflexionar. Entonces, te darás cuenta también no solo de los males que padeces, sino de los bienes que te bendicen, como el de ser madre o tener una cama en la que recostarte o medicamentos a tu alcance.

Con las cosas en su sitio, hay algo más que deberías hacer, que es cuidarte. Desde todos los puntos de vista. Si puedes prever el reposo, es conveniente que dejes las cosas más o menos organizadas. Por ejemplo, las tareas del hogar y las comidas. Más aún si te encargas tú de ellas, pues si el reposo es absoluto, dejarás de poder hacerlo. A mí me gusta hablar de ‘tolerancia al caos’ en este tipo de circunstancias excepcionales. No pasa nada por vivir unos meses en un ‘Estado de excepción’. Es decir, en comer más latas, precocinados o congelados o que se limpien los baños cada diez días. Debes saber que el bienestar de los demás que viven en casa también juega un papel importante en tu bienestar. Dejar más o menos organizado el sistema de comidas y la limpieza básica del hogar, es importante para garantizar cierta estabilidad. Si no, cada día se convierte en problema sobre qué se va a comer o por qué no hay toallas limpias. Pensar que ya se encargarán los demás de eso puede pasarte una factura cara y muchos enojos.

Cuidarse también significa asearse y arreglarse, aunque sea desde la cama. Es conveniente tener a mano un neceser (pinzas, espejo, toallitas, cremas, esmalte, limpiador facial…) y llevar una rutina para el aseo personal. También te puedes comprar varios conjuntos cómodos de pijamas/camisones/chándal y cambiar las sábanas cada tres días, más o menos. Una vez a la semana, alguien de confianza puede acercarse a tu casa para depilarte. Esto, además, ayuda con la circulación de las piernas. Peinarse es también importante, varias veces al día. En definitiva: sentirse guapa te ayudará a estar mejor.

Darse pequeños caprichos también es de gran utilidad. Hay que mimarse y dejarse mimar. De vez en cuando, puedes pedir comida a casa o algo especial, como unas flores, para tenerlas cerca. Perfuman la estancia y la llenan de color. Al estar de reposo, ya sea absoluto o relativo, una pasa muchas horas en casa o en el dormitorio. Es importante que este lugar esté ordenado, limpio, ventilado. En definitiva, agradable, puesto que uno se mimetiza con el ambiente.

No tienes que esperar a que los demás se acerquen a preguntarte si estás bien y si necesitas algo. Eso es de cuento de princesas y puede que ocurra un par de veces a la semana. Lo mejor es que marques unas pautas que los demás sepan seguir y sean alcanzables para tener las necesidades básicas cubiertas. Puedes también pedir que te mimen, que te hagan pequeños masajes, que te compren tal o cual cosa… A veces una se puede volver muy impaciente con los demás y se olvida de que también ellos tienen sus ocupaciones. Una buena previsión les ayudará a cumplir con lo que tú esperas de ellos y no sentirás que te defraudan. Deja claro, por ejemplo, que necesitas que vayan a verte. Quizá puedes concretar planes una vez a la semana con las personas: comer con ésta, tomar el café con aquélla, sesión de belleza con esta otra…

Como decía mi abuela, citando uno de los mandamientos, “¿cómo vas a querer al prójimo como a ti mismo si primero no te quieres a tí mismo?”. Para evitar el lamento y la tristeza, lo mejor es que tomes tú las riendas y que no esperes, como el arpa de Béquer, a que “una voz, como Lázaro, te diga: ‘¡Levántate y anda!”.

Contenido elaborado por Paula Zubiaur autora del blog Embarazo con cerclaje

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