Aunque estamos de acuerdo en que la autoestima y la confianza son imprescindibles para sobrevivir en este mundo cambiante, el ego llevado al extremo nos convierte en narcisistas: personas indiferentes y sin corazón.
Las personas con un ego muy grande creen que siempre tienen razón y que el resto del mundo está equivocado. Quieren ser escuchados a cualquier costo. Y siempre quieren salir victoriosos de cualquier discusión.
El ego acaba con nuestro talento y con nuestras oportunidades
Los estudios sugieren que el ego genera poderosas emociones, y puede hacer que quieras dañar a otros. Te cambia y te impide que desees lo mejor para la gente. Demasiado ego nos hace tercos. No queremos escuchar a nadie ni pedir consejo. Nos impide pedir ayuda a personas que saben más que nosotros. Por lo tanto, antes de tomarnos tan en serio, debemos entender que ser ególatras es más perjudicial para el que lo es, que para los demás.
Nuestro ego nos impide exponer nuestro lado vulnerable porque no queremos correr el riesgo de enfrentarnos al rechazo. No tomamos riesgos ni la oportunidad que podría cambiar nuestra vida para mejor, porque estamos tan concentrados, tan sólo, en demostrar nuestro punto de vista.
En el trabajo distorsiona el funcionamiento en equipo y los ególatras se pierden avanzar en cualquier forma o sentido, porque nunca están abiertos a escuchar las opiniones de los demás o a aprender de su experiencia. No entienden que su manera de actuar no es la única que existe y los aísla en una burbuja de mediocridad, disminuyendo su capacidad de adaptación al entorno, las nuevas tecnologías o procedimientos novedosos, afectando los resultados empresariales, económicos y de relación con las personas.
Nuestro ego nos impide exponer nuestro lado vulnerable porque no queremos correr el riesgo de enfrentarnos al rechazo.
Cómo mantener a raya nuestro ego
· Necesitamos ser personas flexibles, existen muchas maneras de hacer las cosas, no sólo la nuestra.
· Debemos esforzarnos por mantener la escucha activa para entender nuevos puntos de vista. Haz un esfuerzo por escuchar antes de hablar.
· Para ser personas de éxito debemos cultivar la empatía y conocer las aptitudes de nuestro equipo, para delegar las tareas en la que cada persona es un experto.
· Debemos salir de nuestra zona de confort para aprender cosas nuevas y actuar con los medios adecuados al problema que nos enfrentamos. A veces, el éxito que tuvimos haciendo las cosas de una forma, no tiene por qué hacernos exitosos otra vez.
· Viajar y conocer otras culturas, así como formas de hacer las cosas, nos hará más adaptables en el día a día.
· La meditación, los deportes en equipo y las respiraciones encadenadas durante 2 minutos, nos permitirán tomar un poco de distancia con nuestro ego y ser capaces de ver las cosas con más apertura mental.
· Dejemos de tomarnos tan en serio porque no somos el ombligo del mundo. La vida hace mucho que funciona y seguirá funcionando sin nosotros, acostumbrémonos.
· Mantener un sistema nervioso bien ajustado nos permitirá equilibrar nuestra mente y conectarnos más con nosotros mismos, al tiempo que con los demás, así que hay que mantener citas regulares con un quiropráctico de cabecera.
· Si cada vez nos encontramos más solos y aislados, recurrir a buen terapeuta clínico, nos puede ayudar a entender por qué somos cómo somos y actuamos como lo hacemos. A veces tenemos patrones adquiridos, y es necesario aligerar las mochilas emocionales.
Todas las personas tenemos defectos y nadie tiene en su conciencia las respuestas válidas o certeras en todas las ocasiones, por mucho que a veces pensemos que sí. El asombro y la aceptación de la vida y de sus peculiaridades, deben ser nuestros mantras de cada día. No limitemos nuestras posibilidades y escuchemos a los demás, intentando entender otros puntos de vista que nos permitan seguir creciendo en el aprendizaje de vivir. ¡Esa es la verdadera clave del éxito!
El asombro y la aceptación de la vida y de sus peculiaridades, deben ser nuestros mantras de cada día.
Articulo elaborado en colaboración con Roser de Tienda, doctora quiropráctica con especialidad en salud de la mujer y los niños.
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