Artículo elaborado en colaboración con Fulvia Mancini, directora médica de Clínicas Eva
Las estadísticas lo advierten de nuevo: la natalidad se encuentra en mínimos desde 1941. El INE ha hecho público su informe anual y las cifras resultan más que preocupantes, la tendencia es negativa en todo el país por cuarto año consecutivo y el saldo vegetativo también resulta negativo, lo que quiere decir que las muertes superaron a los nacimientos. En el primer semestre de 2019 nacieron 170.074 bebés, lo que nos remonta a la posguerra española.
El problema tiene diversos orígenes de carácter social que se han agudizado tras la crisis económica. Hablamos de las dificultades relacionadas con el empleo y la vivienda, entre otras. Todos coinciden en que es necesario buscar una solución desde estas áreas al envejecimiento de nuestra población, pero no debemos olvidar que desde la perspectiva médica se puede contribuir también a aliviar la situación.La clave aquí en la preservación de la fertilidad y de ella nos habla la doctora Fulvia Mancini, de Clínicas Eva.
Preservación de la fertilidad
La preservación de la fertilidad se puede y se debe llevar a cabo mediante los controles ginecológicos, a los que sería muy positivo añadir un sencillo test de fertilidad, tanto en el hombre como en la mujer. Con las pruebas (analítica y ecografía vaginal para ellas, seminograma para ellos), la medicina reproductiva sería capaz de evitar que cuando alguien decida tener un bebé sea demasiado tarde.
Demasiado tarde porque pueden existir problemas de salud reproductiva asociados a la edad u otros que si se hubieran detectado antes se habrían podido solucionar mediante la conservación del material reproductivo. La vitrificación de óvulos, por ejemplo, es una posibilidad que ayuda a mujeres con fallo ovárico prematuro. En este sentido es importante hablar con el ginecólogo de si existen antecedentes familiares con este diagnóstico u otro que le hayan impedido tener hijos.
Cómo afecta el estilo de vida a la fertilidad
La segunda vía importantísima de prevención es el estilo de vida, lo que se llama coloquialmente “cuidarse”. El tabaco está considerado, junto al sobrepeso, un enemigo potente de la fertilidad, que no es sólo la capacidad de concebir, sino también de finalizar el embarazo con el nacimiento de un niño sano. Lo mismo ocurre con la obesidad y algunas enfermedades asociadas como la diabetes mellitus y a cambios hormonales relacionados con la glándula tiroidea.
El alcohol es otro disruptor endocrino que afecta a ambos, hombre y mujer, pero que en su vertiente femenina supone, además, riesgo de aborto y fallos en las tasas de implantación de embriones en caso de reproducción asistida.
Importan también el seguimiento de una dieta saludable y la realización de ejercicio moderado, puesto que tampoco el exceso es bueno, como está demostrado que sucede con las deportistas de élite, que pueden padecer trastornos en la menstruación.
La toma repetida de algunos medicamentos y el contacto con sustancias contaminantes puede poner en peligro el sueño de tener descendencia. En cuanto a los primeros, es bueno ser prudentes con: esteroides, la metoclopramida (Primperan) y los antibióticos de la familia de las tetraciclinas, la eritromicina y la gentamicina. Los más peligrosos son los empleados en los tratamientos de quimioterapia y radioterapia y cuidado también en el entorno laboral con el bisfenol A, presente en muchos plásticos. Anotad también pesticidas, plomo, mercurio y otros químicos industriales.
Por último, resulta fundamental alejar de nuestra vida el estrés y la ansiedad permanentes. Está comprobado que afectan incluso en el éxito de los tratamientos de reproducción asistida.
LETTER
Y además:
7 mitos falsos sobre la fertilidad
10 hábitos saludables que pueden favorecer la fertilidad
9 hábitos que pueden estar impidiendo que te quedes embarazada