El lado más culinario de la sal
Añadimos sal a casi todo, pero lo hacemos en cantidades muy diferentes. No echamos la misma en carnes o pescados cocinados a la sal que en el agua en la que hervimos la pasta, incluso se utiliza a pizcas en muchos pasteles. Y es que entre sus propiedades menos conocidas, destaca la potenciación del sabor. También es muy conocida como elemento base en muchas salsas y aliños.
Sólo hay que tirar del dicho popular para saber de su importancia: «Bastan cuatro para aliñar la ensalada: el pródigo para el aceite, el avaro para el vinagre, el sabio para la sal y el loco para la pimienta.»
Hay alimentos que son de por sí salados como el queso y la charcutería.
Te toca a ti saber cuándo añadir tu granito de sal...
Existen diferentes tipos de sal
Sal fina
Es la que llamamos sal «de mesa» y la más utilizada.
Sal gorda
Es la que se utiliza para crear «costras de sal» y conservar alimentos o la que echamos al agua para hervirlos.
Flor de sal
Son los pequeños cristales que se forman en las capas superiores de las salinas. Los de más calidad son los que están ligeramente húmedos. Suele ser más cara que la sal gorda y la fina.
Sal del Himalaya
Es un tipo de sal gema en forma de cristales ligeramente rosas. Tiene un sabor único y su rareza hace que sea una de las sales más caras del mercado.
¿Sabías qué...
el color natural de la sale es el gris y cuanto más se blanquea menos se potencia su gusto?
Relación sal y salud
La sal es un alimento básico para nuestro bienestar ya que es el principal proveedor de oligoelementos y minerales, y se encarga de mantener el equilibrio de los líquidos. Sin embargo, su consumo excesivo podría provocar retención de líquidos y aumentar la presión arterial. De ahí que esté prohibida para muchas personas con problemas de salud. Seguro que alguna vez has oído hablar de las dietas «sin sal», ¿verdad?
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