¿Cuántas comidas veraniegas coronadas con una buena mariscada? ¿Cuántas cenas de Navidad los mejillones se han convertido en los reyes de la mesa? Y, ¿cuántas citas especiales has amenizado con su sabor? Nos encantan los mejillones y, además, son perfectos para comer tanto en recetas frías como calientes. Su hábitat es tanto el mar Atlántico como el canal de la Mancha o el mar Mediterráneo. ¿La mejor temporada para pescarlos y comerlos? ¡Fácil... Durante todo el año! Y es que el mejillón forma parte de la familia de los mitílidos y se extiende por todos los rincones del planeta en sus setenta especies. ¡Un verdadero tesoro del mar!
¿Cómo no fallar con la elección de los mejillones?
Los mejillones se vendes frescos, en conserva o congelados. Si los compramos frescos hay que tener en cuenta varios aspectos: en primer lugar, que la cáscara esté completamente cerrada. Este pequeño molusco pasa su mayor parte del tiempo filtrando el agua que se cuela en la cáscara. De modo que cuanto más cerrado esté, menos contaminación habrá alcanzada su interior.
Por otro lado, hay que vigilar de no elegir un grupo de mejillones llenos de algas, pues luego nos tocará a nosotras deshacernos de ellas, una operación que podría llevarnos horas dadas las imperfecciones de los mejillones. Si se compran por kilogramos, hay que preguntar al pescadero de dónde proceden y cuánto tiempo llevan expuestos. Es mejor elegir mejillones grandes, de carne pulposa, pues son más sabrosos que los pequeños. Y por último, va bien saber que un kilo de mejillones de vivero equivale a unos 700-800 g de mejillones corrientes (en función del tamaño, claro). Para un buen plato, calcularemos 1 kilo de mejillones por persona.
¿Qué son los mejillones de vivero?
Cada vez es más frecuente ver la indicación “mejillones de vivero” en los mostradores de las pescaderías. En este contexto, un vivero es un criadero de mejillones. Se clavan estacas de roble de entre 5 y 6 metros de alto en la arena para que los mejillones se adhieran a ellas. Entre los palos se colocan redes para capturar las huevas, que irán creciendo y se convertirán, al cabo de uno o dos años, en mejillones. Como los viveros no son desmontables, la recogida se hace de pie, dentro del agua, o sobre estructuras flotantes.
¡Manos a la obra! ¿Cómo limpiamos los mejillones?
Antes de desconcharlos hay que eliminar cualquiera de las piezas abiertas o entreabiertas por lo que te hemos contado anteriormente. Con la ayuda de un cuchillo pequeño y un cepillo hay que eliminar las algas, los trozos de cáscara adheridos a la propia concha del mejillón y cualquier otra impureza que los contamine. Se trata de un proceso muy laborioso pero piensa que el sabor merecerá la pena.
El mejillón se compone de un filamento con el que se agarra a las rocas y las estacas. Si está en la tanda de moluscos que has comprado, no lo tires a la basura porque se aprovecha para perfumar el jugo de la cocción. Es importante aclarar bien los mejillones con agua fría, y varias veces, para eliminar los últimos granos de arena.
¿Y a la hora de conservarlos?
El tiempo de conservación de cualquier molusco es realmente limitado: como mucho, tres días en la nevera cubiertos con un trapo húmedo. Si los cocinamos, no hay que esperar más de 24 horas a comerlos para que no adquieran mal sabor. En cualquier caso, antes de consumirlos, asegúrate de que están frescos y de que son de vivero.
¡Tras los fogones!
¡Es muy sencillo! Sumérgelos en una buena olla con agua salada y aromatizada. Una pastilla de caldo, cebollas pochadas, aceite de oliva y vino blanco. ¡Nada más! Cuando hayan transcurrido unos minutos, los mejillones alcanzarán la superficie y se entreabrirán. Eso querrá decir que nuestros mejillones a la marinera ya están listos. Si quieres otros aromas, añade nata, curry o hierbas de Provenza. Y para acompañarlos, ¡patatas fritas!
Otra opción es que, simplemente los cuezas con agua salada en la que añadas algunos trocitos de limón y, una vez que estén cocidos, agregues salsa rosa, algún tipo de vinagreta o salsa de tomate especiada. También puedes optar por agregarlos a tu paella o a un plato de pasta con verduras. ¡Realmente delicioso!
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