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Mitos y leyendas de la estimulación acuática en bebés

por El equipo editorial ,
Mitos y leyendas de la estimulación acuática en bebés© iStock

La estimulación acuática podríamos definirla como una estimulación multisensorial que realizaremos después del nacimiento ya sea en bañera o en piscina, utilizando todos los recursos y opciones que el agua nos ofrece: flotación, movilidad multidireccional, presión hidrostática, sensibilidad térmica, relajación, etc... Descubre cuáles son los falsos mitos de esta práctica tan beneficiosa para los peques.

Índice
  1. · ¿Un recién nacido puede estar bajo el agua sin ahogarse?
  2. · Los bebés hacen gestos natatorios
  3. · Mi bebé llora a la hora del baño
  4. · No le voy a introducir las orejas en el agua porque le entra en los oídos
  5. · Después del baño tengo que limpiarle bien los oídos para quitarle los restos de agua
  6. · No puedo llevar a mi bebé antes de los 6 meses

Teniendo en cuenta que la estimulación acuática surge en el hogar y son los propios padres los primeros estimuladores con los que cuenta el recién nacido, es importante que éstos puedan conocer ciertos aspectos que les puedan servir de guía durante el momento del baño. A partir de aquí surge un interés especial por conocer aspectos relacionados con el recién nacido y el agua y por este motivo, queremos destapar ciertos mitos y leyendas que pueden confundir en algunos casos.

1. ¿Un recién nacido puede estar bajo el agua sin ahogarse?

Realmente es una pregunta que se cuestionan muchos padres como consecuencia de vídeos que circulan en internet en los que vemos a bebés que están sumergidos en el agua durante un cierto periodo de tiempo. Estos vídeos no reflejan la realidad, los bebés no pueden estar bajo el agua durante un periodo de tiempo determinado porque su fisiología respiratoria no está preparada para ello. Todos sabemos que el recién nacido procede de un medio líquido en el que no se ahoga. Al nacer, se pone de manifiesto la respiración pulmonar, por lo que el riesgo de ahogamiento es evidente. En el recién nacido, y hasta los seis meses de vida, se mantiene un reflejo llamado respuesta bradicardiaca, esto se manifiesta a través de un cierre de glotis manera natural en los bebés cuyas cabezas son sumergidas en el agua. Conlleva una respiración y un ritmo cardíaco más lento, lo que les permite estar sumergido durante unos segundos.

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Tal y como dice Iris Hammelman en su libro ¿Cuánto pesa una nube?: "Unos diminutos receptores en su piel, sobre todo en la zona del labio superior y la nariz, al percibir el contacto con el agua envían una señal al cerebro y éste reacciona ordenando la oclusión de los órganos respiratorios para que se impida la entrada de agua en los pulmones. Simultáneamente, se reduce el ritmo cardiaco, y el flujo sanguíneo se concentra sobre todo en el tronco, donde están situados los órganos vitales. A causa de estas precauciones el organismo necesita bastante menos oxígeno del habitual. El reflejo se ocupa de que el recién nacido pueda permanecer sin riesgo bajo el agua durante algunos segundos".

2. Los bebés hacen gestos natatorios

Esto es totalmente cierto. Los bebés sumergidos cubriéndoles el abdomen, mueven sus brazos y piernas simulando acciones coordinadas propias de la natación. Esto no se conoce como el reflejo de nadar, no obstante, eso no significa que puedan dominar sus movimientos para evitar ahogarse.

3. Mi bebé llora a la hora del baño

Esta afirmación es demasiado contundente e inapropiada, anteriormente dijimos que hemos estado en contacto líquido antes de nacer. Deberíamos tener en cuenta ciertos aspectos que pueden estar condicionando el comportamiento de nuestro bebé:

  • Puede sentir inseguridad y sensación de desprotección.
  • El agua puede estar demasiado fría o caliente.
  • Quizás se introdujo en el agua de forma inadecuada: demasiado rápido.
  • Puede tener hambre y solo quiere comer. Por lo que no es apropiado bañarle, aunque hayamos decidido hacerlo siempre a la misma hora del día.

Es normal que en los primeros días al bebé no le guste bañarse, pero no por eso hay que pensar que se está haciendo las cosas mal. Lo importante es ser cuidadosa y explicarle de forma respetuosa lo que vamos a hacer: "vamos a tomar un baño", "el agua te va a encantar", "te podrás mover libremente y disfrutarás"... Es aconsejable que en los primeros intentos, alguien acompañe a la madre o padre, para ayudarlo y darle la confianza que necesita. Para ello, existen profesionales que pueden guiarte en los primeros baños y en tu propio domicilio.

4. No le voy a introducir las orejas en el agua porque le entra en los oídos

A las pocas semanas de nacer, tu pequeño empezará a segregar cerumen, una sustancia blandita y amarillenta que protegerá sus oídos de agentes agresivos externos y posibles infecciones. Este es el mejor protector natural con el que el bebé cuenta, por lo que la introducción de los oídos en el agua será de manera cautelosa y siempre en posición semisentada o tumbado pero con los oídos por encima de la superficie del agua. Pudiendo introducirlos de vez en cuando durante el transcurso del baño.

Debemos tener en cuenta que las otitis son como consecuencia de cambios térmicos, por lo que debes cuidar la temperatura del entorno y las posibles corrientes de aire.

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¡Al agua patos!
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5. Después del baño tengo que limpiarle bien los oídos para quitarle los restos de agua

El oído cuenta con un mecanismo natural de eliminación de la cera: se desliza lentamente hacia el exterior, impulsada por los movimientos que el bebé realiza mientras se alimenta. Por ello no debes quitar a tu hijo la cera que tenga dentro del conducto auditivo, sino sólo la que le salga al exterior. Hay que hacerlo con la punta de una gasa seca o con bastoncillo de oídos, (nunca con algodón). No debes introducir el bastoncillo porque empujarías la cera hacía el interior y podría dañarse el tímpano.

6. No puedo llevar a mi bebé antes de los 6 meses

Esta afirmación no es cierta. Podemos llevar a nuestro bebé a piscinas que dispongan un tratamiento adecuado del agua, en cualquier caso será de hidrólisis salina (agua salada) y con una temperatura adecuada (entre 33 y 34 grados). De esta manera desde los 20 días de nacimiento podrías llevarlo a una piscina donde tengan de estas características. En ningún caso deberíamos llevar a nuestros bebés a piscinas con tratamientos de aguas cloradas o temperaturas inferiores a las indicadas, estarían expuestos a infecciones en piel y mucosas; así como posibles inflamaciones del oído (otitis).

Aquí tienes un ejemplo de cómo tu hijo puede experimentar muchísimas sensaciones y pasárselo completamente pipa realizando esta práctica contigo.

Contenido elaborado en colaboración con Escuelas S'ponja

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