Entendemos por Inteligencia Emocional el conjunto de capacidades y aptitudes que están relacionadas con las habilidades emocionales en nuestras relaciones interpersonales junto con la manera de afrontar las situaciones positivas o negativas que nos acontecen todos los días.
Podemos protegernos del medio en el que nos desenvolvemos de una manera asertiva y constructiva o bien convertirnos en nuestros primeros enemigos por no saber encajar una crítica, un halago, un enfrentamiento o algo nuevo entre otros.
Esto no sólo ocurre en los adultos, que aparentemente vamos cosechando estrategias y poniendo en práctica la técnica de “ensayo y error” para aprender a convivir con buenas y malas noticias. Los niños y adolescentes se ven afectados por estos fenómenos haciendo que la Inteligencia Emocional sea una de las asignaturas en las que más tenemos que entrenar en nuestros pequeños para que puedan crecer fuertes y felices atravesando y superando cada suceso por el que pasen en su desarrollo.
Dentro de lo que denominamos Inteligencia Emocional contemplamos conceptos como la asertividad, la autoestima, la empatía, habilidades sociales, la tolerancia a la frustración, el manejo de logros y derrotas, capacidad de lucha, la motivación... En definitiva todas aquellas vías para poder conseguir que un niño sea capaz de enfrentarse a cada nuevo reto o situación cotidiana de una forma abierta, sin miedos y con seguridad aprendiendo cada día a superar los obstáculos que se vayan poniendo por delante, siendo esta la única forma de fortalecer el tan vulnerable autoconcepto
Pautas para aplicar la Inteligencia Emocional en niños
Asimismo, la psicóloga Ana Perales nos explica cómo podemos potenciar la Inteligencia Emocional en los niños aplicando algunas de las siguientes pautas:
-Observar y relativizar el sentimiento de exigencia de los niños, haciéndole entender que no siempre hay que exigirse el máximo sino aprender a valorar los esfuerzos y pasos que damos para conseguir una meta.
-Reforzar continuamente los logros y enseñar a entender las derrotas orientándolas de una manera constructiva y aprendiendo a mejorar para las ocasiones venideras.
-Fomentar la comunicación sobre las emociones asociadas a lo que les ocurra cada día, preguntándoles y haciéndoles partícipes de las soluciones que podrían poner en práctica cuando se encuentran ante una situación que no sepan enfrentar, hacerles pensar, no decirles lo que hacer.
-Dotarles de la responsabilidad para tomar sus propias decisiones fomentando la autonomía desde pequeños, haciendo con ello que desarrollen una buena confianza en sus capacidades y una seguridad afianzada.
-Hacerles conscientes de los sentimientos de los otros hablando sobre la empatía y enseñándoles a obrar siguiendo el principio del respeto por los demás y por ellos mismos, defendiendo sus derechos.
-Permitirles expresar emociones y sentirlas sean buenas o malas, no frustrarlas o minimizarlas dado que tienen que aprender a saber convivir con ellas.
Siguiendo algunos de estos consejos, de manera continuada y adaptada al momento evolutivo y capacidades de cada niño podremos enseñarles a crecer de una forma segura y positiva teniendo herramientas suficientes para afrontar cada nueva situación sin miedos, frustraciones ni bloqueos.
Siempre deben aprender por ellos mismos, con nuestra ayuda a tener una Inteligencia Emocional cultivada, no olvidando que los niños no dejan de reflejar tanto las virtudes como las debilidades de los adultos que tienen en su entorno.
Contenido elaborado en colaboración con Ana Perales
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