Los celos en la infancia tienen un cierto valor de adaptación a la realidad. La causa más habitual por la que nuestros hijos pueden sentir celos, es por la llegada de un nuevo hermanito. El niño, acostumbrado a no compartir ni el tiempo ni la atención de sus padres, ahora tiene que habituarse a recibir una atención discontinua, porque todas sabemos que los primeros meses de dar a luz, sobre todo si ya se tienen otros hijos, pueden ser extenuantes para todos.
Comprendiendo la mirada del niño
La mayoría de los padres desea esperar un tiempo antes de tener el segundo hijo. Es normal, necesitamos vernos en nuestro nuevo papel de padres, volver a recuperar tiempo con la pareja, conciliar la vida laboral con las demandas del bebé. Nuestro primer hijo va consiguiendo superar todos los retos que necesita para crecer y nosotros aplaudimos cada logro como una fiesta: cuando dejan el pañal, cuando comen solitos, cuando van a la escuela sin llorar...
Cuando tenemos al primer hijo “encarrilado”, decidimos que es un buen momento para tener el segundo niño. Para nosotras es normal, pero para el niño, es incongruente que alguien con quien no puede jugar, que se despierta todo el tiempo para que mamá le de comer, que se hace pipi en un pañal y que se queda con mamá todo el día porque no va al cole, resulte tan adorable para sus padres.
El niño mayor empieza a reclamar la atención que se le daba antes y en muchos casos hace un “retroceso” en sus avances hacia la madurez; la autoestima baja y pueden sentir miedo o ansiedad. Si vemos que el niño comienza a tener envidia, resentimiento, tristeza, terquedad o agresividad hacia el nuevo hermanito o hacia nosotros de forma alarmante deberemos buscar ayuda profesional para que todo vuelva a la normalidad lo antes posible.
10 consejos para crear más armonía entre hermanos
1. Si tú estás bien, todos estarán bien. La salud de la madre después del parto es fundamental para que pueda asumir con serenidad todos los cambios que supone ampliar la familia. Mantener el sistema nervioso bien ajustado después de dar a luz, una nutrición adecuada a las nuevas demandas y el aporte necesario de vitaminas, harán nuestra maternidad más fácil.
2. Ajustar a los bebés después del estrés del parto hará que crezcan tranquilos y con una gran capacidad de adaptación, busquemos una consulta quiropráctica que ofrezca un cuidado familiar a largo plazo.
3. Una buena relación madre-hijo minimiza la posibilidad de que el niño sienta celos del nuevo hermanito. Si fomentamos una relación de apego desde el nacimiento nuestros niños crecerán con seguridad y confianza suficiente para saber que son amados y no solo por mamá, sino por toda la tribu.
4. Crear el hábito del cariño en casa. Se dan besos de buenos días, de buenas noches, cuando te vas, cuando llegas, estés contento o enfadado. Y no sólo a los padres también a los hermanos. Las discrepancias de opinión no minimizan nuestro cariño así que, nos queremos y lo demás ya lo arreglaremos. Eso da seguridad a todos los miembros de la familia. Se hacen juegos en la mesa de decir qué cualidades bonitas tiene cada uno, se les anima a superar retos de forma asertiva. Los lazos de cariño hay que fomentarlos no caen del cielo.
5. Somos el espejo donde se miran, así que la pareja debe cuidar cómo se habla y cómo se trata delante de los niños. Seamos personas estables y equilibradas.
6. Si como familia has decido que tendrás más de un hijo cuanta menos distancia haya entre tus hijos más fácil será la convivencia. Si sienten que nunca han estado solos que siempre han compartido, todo será más fácil.
7. No debemos ceder ante los pequeños “chantajes” emocionales porque estamos demasiado cansadas para otra batalla. Debemos ver la situación desde la serenidad, si estamos cansadas podemos dejar a los niños algunas horas, para volver a casa con la mirada más objetiva sobre lo que debemos hacer para reconducir la situación.
8. Estemos atentos a nuestro estilo educativo y a el clima familiar que creamos en casa. A veces sin darnos cuenta, congeniamos más con alguno de nuestros hijos o los comparamos, y eso crea competencia y conflictos.
9. Mantengamos un estilo de escucha activa, ternura y comunicación donde todos sientan que tienen un papel destacado y son valorados. Siempre habrá momentos de tensión, pero si criamos a los niños con el sentimiento de “Tribu”, es decir “todos para uno y uno para todos” así entenderán que su actitud y colaboración tiene un fin mayor que no es su propia satisfacción, sino que es para el bien común. Esto les da una perspectiva más grande.
10. Hacer calendarios para repartir las tareas entre los niños hará que sientan que todos colaboran para ayudar en casa y que ninguno hace más cosas que el otro. Cada niño es diferente, intenta potenciar sus talentos, no les compares entre sí, y no les desvalorices, ni en público ni en privado.
Habla con otras mamás, con las maestras de la guardería o del colegio, asiste a los talleres de maternidad que organice tu especialista en quiropráctica y haz actividades para recobrar un poco de espacio personal entre todas tus obligaciones. En cualquier caso, piensa que estos episodios son pasajeros y que con grandes dosis de paciencia, cariño y buen humor podréis superarlo todo.
Contenido elaborado en colaboración con la doctora quiropráctica Roser de Tienda
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