Contenido elaborado en colaboración con el psicólogo Isaac Domingo.
Seguro que te resulta muy familiar la siguiente escena: un día temprano, a primera hora de la mañana, con prisas por llegar al trabajo y tu hijo no se quiere vestir ni desayunar. Además, llora sin parar y no sabes por qué, de modo que tus nervios se disparan, no los puedes controlar y no piensas en otra cosa que pegarle un par de gritos e intentar que esa rabieta desaparezca. Pero no, el niño no va a encontrar la calma si levantas la voz, por lo que mas que ayudar, empeorarás la situación.
En definitiva, cómo controlar las rabietas infantiles es un tema que nos preocupa mucho a los padres y que en la mayoría de las ocasiones se transforman en una difícil situación por no saber enfrentarnos a ellas, ya que generalmente se afrontan de manera no adecuada tanto para el niño como para el adulto.
Es fundamental ponernos en la piel del pequeño y saber que es un comportamiento totalmente normal para su edad debido a que aún no saben expresar sus emociones, entre ellas y las fundamental, la frustración. Así, lo hacen con algún grito, pataletas o desatando su ira de un modo que ni ellos mismos saben manejar ni controlar, por lo que somos los padres los que debemos poner límites a su comportamiento y saber entender sus sentimientos y saber que quieren los niños y lo que buscan demostrar con su conducta.
¿Qué es exactamente una rabieta infantil?
Todos conocemos qué es un berrinche de estas características, pero muy pocas veces nos paramos a pensar por qué se producen o cuál es el concepto en sí de este tipo de conducta. Por eso, podemos decir que una rabieta infantil es un conjunto de actuaciones y manifestaciones físicas y emocionales que realizan los niños pequeños para expresar sus emociones negativas, ya sean de frustración o de rabia porque no obtienen lo que quieren o porque lo que quieren que les salga bien, sale mal. Demuestran así una falta de comprensión por una situación en la que no se han visto antes.
¿Cómo se manifiesta esta frustración emocional? Con un comportamiento no muy ejemplar, pero igualmente infantil: gritos, pataletas, llantos con una potencia y una duración sin límites e, incluso, tirándose al suelo. En definitiva, adoptando una posición a la defensiva con la que pretenden que los adultos satisfagan sus necesidades emocionales y se presten a ayudarles a conseguir lo que quieren.
Los niños, todavía pequeños, afrontan las negativas con las rabietas, expresando así su disconformidad y enfado. Y aunque en ocasiones estas situaciones puedan hacer perder los nervios debemos recordar que forman parte de su desarrollo madurativo donde aprenderán a encontrar los límites y desarrollar su tolerancia a la frustración.
¿Cuándo es el momento de las rabietas infantiles?
Todos los niños pasan por esta etapa, ya que es una fase fundamental del desarrollo evolutivo de una persona. Generalmente, se da desde los 18 meses hasta los 4 años. En esta etapa, los niños pequeños empiezan a comprender e iniciar un proceso de independencia de los adultos de quienes, hasta entonces, han tenido toda la atención en cualquier momento del día.
Esta compresión de su autonomía les hace empezar a entender que sus deseos y a aprender que sus necesidades no son las mismas que las de sus padres, por lo que comienzan a expresar su propia opinión, lo que les gusta o no les gusta y aquello que quieren y no quieren hacer. Normalmente no coinciden con los propósitos y deseos de los padres, convirtiéndose en fuente constante de conflicto.
De este modo, los adultos deben comprender que su tarea consiste en ayudar al niño a saber tolerar ciertas circunstancias, a entender los sentimientos de los mas pequenos (y, con ello, que los niños se sientan comprendidos), que no siempre se puede tener lo que se quiere y que deben saber autogestionarse en mayor medida así como controlar las emociones y ser capaces de entender la demora de la gratificación por sus acciones.
Los niños, todavía pequeños, afrontan las negativas con las rabietas, expresando así su disconformidad y enfado. Y aunque en ocasiones estas situaciones puedan hacer perder los nervios, los adultos debemos recordar que forman parte de su desarrollo madurativo y transformación de la etapa infantil, donde aprenderán a encontrar los límites y desarrollar su tolerancia a la frustración.
¿Cómo podemos abordar estas rabietas infantiles de la mejor manera para nuestros hijos?
Si ha llegado el momento en el que tu hijo empieza a estar intranquilo por ciertas situaciones y se produce el enfado por su parte debido a que no sabe qué es lo que le esta ocurriendo o por qué no puede conseguir lo que se propone, solo tienes que ayudar a que su situacion mejore. Te proponemos una serie de consejos con los que puedes probar a redirigir su conducta y comportamiento cuando le dé por un berrinche.
1. Ante todo, debemos ser comprensivos y tenemos que recordar que todos hemos pasado por esta etapa en nuestra infancia. Por eso, debemos mantener la calma y nos tenemos que armar de paciencia y comprensión para que el niño entienda que lo único que queremos hacer es ayudar.
2. Es conveniente que entendamos sus deseos y nos pongamos en su lugar. Debemos ser conscientes de que la realidad que nosotros percibimos no es entendida del mismo modo por ellos, ya que su experiencia es incomparable con la de los adultos.
3. No debemos dejarnos llevar por los gritos. Los niños expresan su enfado a través de rabietas porque todavía no disponen de otras habilidades para ello y porque no tienen otra manera de expresarse. Así, debemos enseñarles desde pequeños a resolver los conflictos desde la tranquilidad y el diálogo.
4. Prevenir mejor que curar. Debemos intentar anticiparnos a estas situaciones. Si sabemos que suelen ocasionarse durante la comida (por ejemplo), no nos pillará desprevenidos y podremos intentar presentar este momento como algo placentero y divertido.
¿Por qué no pruebas a contarles un cuento o a jugar a algo divertido? Eso les ayudará mucho más que si gritamos o nos ponemos histéricos. Posteriormente, podremos ir reduciendo progresivamente esto hasta que la hora de la comida se convierta en algo normal para él.
5. Busca seguridad. En general, las rabietas suelen ser muy desproporcionadas y en algunas ocasiones los niños pueden llegar a golpearse ellos mismos contra algo que tengan a mano, como un libro o un tenedor. Retira de su alcance todo objeto que pueda ser peligroso para ellos.
6. No temas las rabietas en público. Muchos adultos, para evitar estas situaciones y no pasar vergüenza, ceden ante las peticiones de sus hijos. Si haces esto, no le vas a ayudar en absoluto y todo el trabajo que hayas realizado en casa no servirá para nada, porque el niño pronto se acostumbrará a que le vas a dar todo lo que pida si levanta la voz. Mantén las mismas pautas de actuación que en otras ocasiones. La gente que te rodea debe saber tambien que los berrinches forman parte de su desarrollo emocional.
7. No le ignores. Una rabieta indica una frustración y la incapacidad de resolverla de otra manera que no sea con lloros y pataletas. Ignorarlo aumentará su frustración porque sentirá que no tiene toda tu atención y no será educativo ni beneficioso para él. No queremos decir que cedas ante todas sus peticiones, pero desde luego ignorarlo no será la solución.
8. Sé flexible. Muy a menudo los adultos ponemos normas innecesarias e inútiles. ¿Qué hay de malo en que un niño se manche de arena al jugar en el parque? Es lógico que lo haga. Quizá esta sea la única etapa en su vida en la que pueda permitirse esto y no puedes poner límites absurdos en este aspecto. Hay que dejar que los niños sean niños (¡cuántas veces se acordarán de sus aventurillas infantiles cuando sean mayores!).
9. Ante una decisión, sé inflexible. Es decir, si has tomado una decisión no puedes cambiar de idea al rato, porque el niño no comprenderá porque en un principio has dicho una cosa y después otra. Si le has dicho que no le comprarás el juguete que quiere, no cambies luego de opinión, porque eso no le va a ayudar demasiado a comprender por qué no se lo compras la primera vez que te lo pide.
¿Qué deberías hacer? Muy fácil. Explícale los motivos con calma y cariño. Posiblemente no te entienda, pero le transmitirás tranquilidad, educándole en el diálogo, que es precisamente lo que necesitará cuando sea mayor.
10. Si sus peticiones no pueden ser cumplidas, puedes plantearle alguna alternativa. Quizá comprar el juguete no sea posible, pero seguro que estará encantado de pasar una tarde estupenda con mamá o papá jugando algún otro juego creativo en casa. Por ejemplo, puedes empezar contando cuentos y distraerle para que no piense en el juego que quería tener antes en sus manos.
11. Los padres también somos personas y el cansancio nos pesa, lo cual favorece que nuestros nervios se desaten de manera más rápida. Cuando esto te ocurra, respira y recuerda que tú eres el adulto y el responsable de transmitirle unos valores con los que no harás otra cosa que ayudarle y beneficiarle de cara al futuro.
12. Aún cuando la rabieta sea desmedida, incluso pueden llegar a golpearnos, la contestación debe ser de no aprobación pero siempre mostrando nuestro amor incondicional. No pasa nada por regañarles, pero tampoco es necesario que te pongas a su nivel porque verá cómo es capaz de manipular a sus padres. Debes poner límites pero dejando claro que siempre podrán confiar en nosotros.
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