Nos exponemos al sol en la mayoría de las actividades que realizamos durante el día: mientras conducimos de casa al trabajo o del trabajo a casa, cuando salimos a desayunar y nos sentamos en una terraza a tomar un café, cuando caminamos para ir a buscar a los peques al cole, o cuando quedamos para hacer algo de deporte después del trabajo. El fin de semana las horas de exposición aumentan: paseos relajados por el parque, deportes al aire libre, barbacoas en casa de los amigos, escapadas a la playa o la montaña o viajes a las ciudades que merece la pena visitar en invierno…
Evidentemente no siempre nos quemamos debido al corto periodo de tiempo que nos exponemos, pero esas radiaciones se van acumulando favoreciendo la aparición, a la larga, de pequeñas arrugas y manchas en las zonas expuestas, conocidas como fotoenvejecimiento. Además, si nuestro trabajo implica una alta exposición solar (profesores de educación física, ski, tenis, deportistas, carteros…) los daños en la piel pueden ir más allá de unas simples arrugas o alguna que otra mancha, pudiendo llegar a aparecer años después cáncer de piel.
Todas estas razones nos permiten entender mejor por qué es adecuado usar fotoprotección diaria. Por otro lado, para apoyar aún más esta idea, podemos decir que la crema protectora puede sustituir en muchos casos a una crema hidratante o incluso a nuestro maquillaje, ya que existen en el mercado múltiples fotoprotectores con color e incluso compactos con protección solar muy alta.
La fotoprotección diaria en cara, cuello y dorso de manos mostrará importantes beneficios a largo plazo, disminuirá la aparición de pequeñas arrugas de expresión en las mejillas, alrededor de los ojos o en el labio superior y protegerá nuestra piel de la presencia de manchas solares. Además controlará la producción de radicales libres que dañan las células provocando un envejecimiento prematuro y contribuirá a lucir una piel sana y joven por más tiempo.
Sólo debemos comparar la piel de una persona expuesta durante toda su vida al sol, la cual se mostrará más arrugada, con manchas y un aspecto acartonado y la de una que apenas se haya expuesto, que lucirá más luminosa, jugosa, libre de manchas y de arrugas. Para poder comprobarlo en uno mismo, simplemente vale con comparar la piel de la cara o del escote con la de los glúteos (siempre y cuando no hagamos nudismo), ésta última no muestra ni una mancha y se mantiene con un aspecto más sano que la de otras zonas más expuestas.
Contenido elaborado por la Dra. Cristina de Hoyos, dermatóloga y directora técnica de Clínicas Ceta.
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