Sin embargo, si vigilamos qué aplicamos en nuestra piel podremos notar un cambio significativo, pues en la mayoría de veces nuestra piel reacciona porque estamos aplicando ingredientes (mayoritariamente químicos) que la alteran. Si no atajamos esto, el problema puede derivar en una enfermedad crónica (dermatitis atópica o seborreica, rosácea, eczemas…) que aún hará más difícil lucir una piel bella y sana como la de estas celebrities.
La lista de los ingredientes a evitar es larga, pero vamos a repasar los principales, los más populares en cosmética.
Surfactantes
El más empleado es el SLS (sodium lauril sulphate), responsable de la espuma de geles, jabones y champús. La industria actualmente lo está sustituyendo por el SLES, aparentemente más cuidadoso con la epidermis. Sin embargo puede alterar también la piel, así que mejor comprobar que en la etiqueta no aparece ninguno de los dos.
Derivados del petróleo
Aquí englobaríamos la vaselina, la parafina, las siliconas y los aceites minerales. Todos ellos nos dejan la piel hidratada y suave, pero es una ilusión, pues son aislantes e impiden que la piel elimine toxinas y realice funciones de respiración e intercambio de micronutrientes.
Parabenos
Actúan como conservantes pero tienen mala fama por estar relacionados con patologías endocrinas. Se suelen sustituir por otros conservantes como el Fenoxientanol o el Methylisothiazonlinone, pero en casos de piel sensible pueden desencadenar problemas también. Así que lo mejor es optar por cosméticos sin parabenos ni conservantes químicos.
Aminas
Sustancias altamente alérgenas. Entre lo más populares están las aminas MEA, DEA y TEA.
Alcohol
Hay muchos tipos de alcohol y algunos son más recomendados que otros, aunque conviene evitarlos si se tiene una piel delicada y reactiva. El cetearyl alcohol tiene origen vegetal y no reseca ni irrita la piel, por lo que su uso es tolerable. En cambio el etanol o el isopopyl alcohol suelen traer problemas ya que irritan y deshidratan.
Si nuestra piel es sensible lo principal será decantarnos por productos pensados específicamente para pieles de este tipo, pero sin olvidar leer la etiqueta y consultar con un especialista que nos indique si el cosmético en cuestión es apropiado. Y si esto no funciona, acudir a un dermatólogo para que analice nuestra piel y nos recomiende un tratamiento adecuado a nuestras necesidades.
Contenido elaborado en colaboración con Mónica Lizondo, farmacéutica y cofundadora de Farmaconfianza.
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