A falta de conocer el lugar exacto de la fuente de la juventud, la única alternativa factible es conocer bien los hábitos adecuados que nos ayudan a conservar nuestro rostro suave y joven durante más tiempo y que, además, nos permiten afrontar el día a día con más energía.
Si lo que persigues es mantener tu juventud el mayor tiempo posible sin renunciar a la belleza natural propia de una mujer elegante y segura de sí misma, no es necesario recurrir al bisturí ni obsesionarse con el uso de cremas y todo tipo de potingues. Es mucho más sencillo que todo eso: cuidarse bien por dentro.
Ésa es, precisamente, la clave para estar guapa por fuera. Una buena alimentación, beber las cantidades diarias de agua recomendadas, dormir el tiempo que nuestro cuerpo realmente necesita y utilizar algunas cremas básicas como una hidratante o una protectora solar pueden ser cuidados más que suficientes para alcanzar nuestro objetivo. Como ves, no hay que sufrir demasiado ni seguir unas rutinas especialmente duras que puedan hacernos caer en el olvido y la dejadez.
Limpia y desmaquilla tu rostro a diario
Por la mañana empieza eliminando con la ayuda de un tónico o agua micelar todas las pequeñas impurezas que empañan el rostro. Un modo sencillo y eficaz de preparar la piel para el suero o la crema de día y de enfrentarte a toda una jornada de trabajo sin que ésta sufra en exceso.
Por la noche, en cambio, desmaquíllate con leche desmaquillante (si eres de piel seca) o con un gel (si eres de piel grasa). A continuación, repite con el tónico para eliminar los últimos restos de maquillaje. Ahora que tu piel está perfectamente liberada de los elementos contaminantes es el momento de usar una crema de noche antiarrugas, ya que actuará mucho mejor.
Cuida tu alimentación
La alimentación sana es una de las claves para estar perfecta. No sólo te mantiene sana por dentro y te ayuda a mantener tu línea por fuera sino que es fundamental a la hora de tener una piel suave y tersa.
¿Sabes cuál es el menú más recomendado para conservar tu piel joven? Cinco raciones de fruta y verdura cada día. Y, por supuesto, productos ricos en antioxidantescomo bayas de goji, frambuesas, té verde, albaricoque, cereza, alcachofa, remolacha, col, aguacate o tomate; y en omega 3 como el salmón, el aceite de oliva, las nueces, las espinacas o el atún.
Resultado: una piel más joven y una alimentación muchísimo más equilibrada.
Hidrata tu piel
Aunque todo lo anteriormente planteado es importante y ayuda a mantener nuestro rostro joven durante más tiempo, es innegable que la hidratación es la verdadera clave para luchar contra las arrugas. Por eso, el primer gesto que hay que adoptar para retrasar al máximo la aparición de éstas es, precisamente,usar un sérum y una crema, antiarrugas, a ser posible.
¡Eso sí! Elige la crema en función de tu tipo de piel (hidratante para pieles secas, matificante para las mixtas o grasas) y utiliza un cuidado complementario para la zona del contorno de ojos. Dicha piel es más fina y, por lo tanto, más frágil y vulnerable. De ahí que normalmente sea en esa zona donde aparecen las primeras arrugas de deshidratación.
Beber suficiente
Otra forma de hidratarse es por medio de la bebida. Hay que ingerir un litro de agua cada día. ¡Nunca menos! Es un modo sencillo, práctico y económico de olvidar ese tono apagado de nuestro rostro y de deshacernos de esa piel prematuramente arrugada. Además, nos aseguraremos una epidermis fresca y saludable durante todo el año.
Duerme lo suficiente cada día
Sin duda es imprescindible descansar cada noche para liberar las tensiones acumuladas durante el día, deshacernos del estrés y relajar todos y cada uno de nuestros músculos y articulaciones. Por eso, no sólo debemos dormir un mínimo de horas cada día sino que, además, éstas deben ser de máxima calidad.
El sueño tiene una función reparadora que repercute positivamente sobre nuestra mente y nuestras emociones, así como sobre nuestro cuerpo, y eso incluye nuestra piel. De hecho, según algunos estudios, dormir favorece la regeneración de los tejidos y, por tanto, puede tener cierto efecto rejuvenecedor.
Una de las claves para que el sueño sea especialmente beneficioso para nuestra piel es evitar las altas temperaturas durante el mismo, puesto que provoca cierta deshidratación de la piel al tiempo que resta luminosidad e intensidad al rostro. Por el contrario, es recomendable que circule el aire... ¡Pero ojo! Tampoco es cuestión de cogerse una neumonía por culpa del frío.
Protégete del sol
El enemigo número uno de la piel y su textura es, sin duda, el sol. Cuando sus rayos UVA y UVB penetran en en la piel, provocan una serie de lesiones en el interior de las células que deterioran, a su vez, las fibras de colágeno y elastina. De ese modo, se produce el denominado fotoenvejecimiento: un fenómeno de envejecimiento prematuro de la piel.
Para acabar con dichas agresiones hay que utilizar un protector adaptado a nuestro tipo de piel (por ejemplo: FPS 50 para pieles claras, 30 para las morenas de piel mate y 20 para las epidermis oscuras) y aplicar la crema cada dos hora evitando tomar el sol entre las 12 h y las 16 horas, que es en las que incide sobre nosotros con mayor intensidad.
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