Artículo elaborado por Marielys Ávila, experta en marketing
Brecha de género, techo de cristal, hay términos asociados a las mujeres en el ámbito laboral que son preocupantes y que si toda la sociedad pusiese de su parte, quizás mejorarían bastante. Pero hay uno concretamente y que suele comentarse menos: la asertividad en las mujeres a la hora de negociar su sueldo y/o pedir mejoras en sus condiciones laborales.
Maryelis Ávila es una experta y reputada coach internacional en marketing online que se caracteriza, precisamente, por dar cursos de formación a mujeres emprendedoras y una de las bazas que más trabaja con ellas es, precisamente, la asertividad.
Generalmente no hay una lista de prioridades por escrito. Existe la creencia de ser multitareas, y poder realizar muchas cosas al mismo tiempo, pero la verdad es que no es así. Suele haber mucho desenfoque y falta de claridad en este sentido. "Ni somos súper mujeres ni jamás lo seremos por lo tanto la idea que muchas veces percibimos que tenemos que llegar a todo y a todo bien es quizá la que menos nos beneficia porque nos aleja de nuestros objetivos y, sobre todo, nos genera situaciones de ansiedad que provocan un sufrimiento totalmente inútil".
Se cree que se pueden hacer más cosas en menos tiempo. Y no se valora el tiempo. "El no planificar es uno de los errores más cometidos a la hora de obtener resultados deseados y la falta de productividad se debe, a la no existencia de objetivos diarios".
¿Qué se puede hacer para cambiar esta realidad?
1. Aprender a decir que no. Las personas asertivas saben decir no y no resultan por ello agresivas porque han aprendido a usar palabras amables como ‘yo creo que’, ‘sería más interesante si lo enfocásemos como dices tú pero quizás dándole otro matiz’, ‘es muy interesante esto que dices y por ello he estado pensando que deberíamos cambiar la estrategia a…’ Decir lo que uno piensa de una manera calmada, sin reproches personales y limitándose a lo estrictamente laboral es un arte que pocos tienen. Y hay que practicarlo día a día.
2. Reconocer que el día sólo tiene 24 horas. Y de ellas, ocho deben ser para dormir. Una persona que no descansa no rinde al 100% en su trabajo. Hay que aprender a gestionar bien el tiempo y, sobre todo, hay que aprender a cerrar el ordenador.
3. Fijarnos cuánto tiempo nos llevan las tareas diarias. Tenemos muchos estímulos alrededor que nos alejan de nuestros objetivos: redes sociales, conversaciones por wasap que se alargan de manera inútil, discusiones en la oficina que no llevan a nada, todo eso nos aleja de las metas laborales y, por lo tanto, de creer que no merecemos más salario por el trabajo que hacemos.
4. Marcarnos objetivos semanales. La planificación es la base de la organización y el éxito. Marca un día en tu agenda, el domingo por la noche o el lunes por la mañana para organizarte.
5. Marcarnos máximo 3 objetivos. Ser realista y no prometer cosas que materialmente no vamos a poder cumplir.
6. Establecer prioridades. Aprender a distinguir lo urgente de lo importante y saber lo que puede esperar en ‘nevera’.
7. Enfocarnos en ser más productivas, pero de manera excelente y no hacer más de manera mediocre.
8. Ponernos un horario máximo de trabajo y respetarlo. Precisamente porque descansar forma parte del éxito así como tener una vida personal satisfactoria.
9. Realizar actividades que propicien el desarrollo de la autoestima. Acudir a cursos de cosas que nos gustan, ir al cine, pasear, hacer deporte, es decir, todo aquello que despeje nuestra mente y nos haga sentir mejor para dar lo máximo.
10. Aumentan la confianza y seguridad en sí misma. He querido dejar para el final la meta más difícil. Cuando las cosas no funcionan o sufrimos un revés laboral, es probable que nuestra autoestima baje a los niveles más mínimos, por eso es muy importante no olvidar una cosa: ni siempre nos van a salir las cosas bien ni siempre lo van a hacer mal, por lo tanto no hay que dejar que el desánimo nos afecte porque esto es una carrera a largo plazo.
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