Esta señora casi centenaria empezó su labor en 2011, combatiendo la pobreza a su manera, con la única ayuda de su máquina de coser y sus ágiles dedos. Cada día, Lillian cose un vestido nuevo para colaborar con la asociación Little Dresses For Africa, una organización caritativa cristiana. Hasta ahora, esta abuelita ha confeccionado 840 vestidos, que han devuelto la sonrisa a muchas niñas en África.
Cada mañana, la anciana comienza a cortar las telas de sus nuevas creaciones, que termina siempre después de comer. Y, aunque utilice un patrón específico para los vestidos, cada uno de ellos termina por ser único y especial, como lo es su futura dueña. “Ella los personaliza todos”, explica su hija a WQAD-TV, “No le basta con coser el vestido, quiere que todos tengan algo especial y, por ello, los personaliza”.
Esta idea surgió hace tres años, a raíz de un documental que Lillian vio sobre la ONG. Algunas de sus amigas y ella se lanzaron a una producción intensiva para la asociación, que pide a sus colaboradores que cosan vestidos sencillos a partir de fundas de almohada. Sin embargo, esta súper abuela no se quedó ahí. "Incluso cuando haya hecho mil, si puedo, seguiré adelante”, contaba Lillian. Y no es de extrañar, pues cuenta con una gran motivación: la sonrisa de las niñas llevando sus vestidos.
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